Alfonso Severo, testigo clave en el juicio por el crimen del joven Mariano Ferreyra, asesinado en octubre de 2010 durante una marcha de trabajadores ferroviarios tercerizados, apareció anoche, maniatado y con signos de haber sido golpeado, en la localidad de Gerli, partido bonaerense de Avellaneda, luego de estar desaparecido desde anteanoche cuando se dirigía a visitar a un nieto, horas antes de que tuviera que declarar en el juicio oral por el asesinato del militante del Partido Obrero. Severo, cuyo auto –cerrado y con las llaves puestas– había sido encontrado al mediodía, se acercó por sus propios medios cerca de las 22 de ayer hasta una remisería para pedir ayuda.
Severo, quien debía declarar en el mediodía de ayer a los Tribunales, no es testigo directo de los hechos ocurridos el 20 de octubre de 2010, cuando mataron al joven del Partido Obrero, sino por haber trabajado en la empresa Ferrobaires y tener conocimiento de los manejos internos del sector. Tanto en 2009 como en 2010, había sufrido amenazas y agresiones por parte de la conducción de la firma.
El automóvil de Severo había sido hallado horas después de su desaparición en la ciudad de Avellaneda por fuerzas policiales, cerca de donde había sido visto por última vez el miércoles, alrededor de las 23. Los familiares del hombre, de 54 años, habían denunciado que perdieron el contacto con él cuando avisó que se dirigía en su automóvil Renault Clio a visitar a su nieto. Pero nunca llegó a ese destino ni contestó las llamadas a su celular, por lo que se desató la alarma e inmediata denuncia de su mujer, justificadas por el recuerdo presente del caso aún irresuelto de la desaparición de Julio López, testigo clave en un juicio contra represores de la dictadura.
Apenas conocida la desaparición, se activó una intensa búsqueda a cargo de la Policía Bonaerense, y tras hallarse su vehículo, se sumó la Policía Federal a la investigación, a cargo del fiscal Elvio Laborde, titular de la Unidad Federal de Investigaciones 3 de Avellaneda. Tras casi 24 horas de incertidumbre, apareció en una remisería de Gerli, donde acudió en pedido de auxilio. Fue alrededor de las 22 de anoche. De inmediato arribaron móviles policiales al lugar, y se dio aviso a los familiares del testigo.
La declaración de Severo es considerada “clave”, ya que el hombre había detallado haber visto un arsenal de armas en una oficina de la Unión Ferroviaria (UF) días después del crimen de Ferreyra. Gastón Severo, hijo del testigo, enfatizó que su padre “estaba súper entusiasmado con ir a declarar porque quería que se aclare todo esto”, en referencia al asesinato de Ferreyra.
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