“La trata (de personas) es un azote que reverdeció a nivel mundial” y que se debe a la connivencia con el poder, afirma Dora Barrancos, especialista en temas femeninos que estudia la participación de las mujeres en la sociedad y la petición de sus derechos. En una entrevista con El Ciudadano, la socióloga e historiadora de la Universidad de Buenos Aires y directora del Conicet realiza un balance sobre la situación de la mujer en el presente, e incluso sobre los aportes que presenta la figura de la presidenta, Cristina Fernández.
—¿Cómo ve la situación de las mujeres hoy, con respecto a la historia argentina?
—Las mujeres han avanzado en materia de derechos formales, especialmente. Por un lado hubo un gran cambio cultural y social de manera intensa, con la recuperación de la democracia. Con el aporte de unas agencias feministas y con el de los grupos de derechos humanos que han impactado en el poder legislativo. Por otro lado, no hay cómo no ver todavía la preeminencia que tienen en nuestra sociedad los valores, actitudes, formas de pensar, sentidos y sentimientos del viejo “patriarcalismo”, que goza de muy buena salud hoy.
—Si pensamos en la despenalización del aborto…
—Ahí justamente se ha puesto muy al rojo vivo la situación que acabo de denunciar. Por un lado las mujeres hemos ganado muchos derechos formales. Es interesante la legislación argentina que contempla los derechos de género que es muy avanzada y tal vez esté a la cabeza de América latina, pero al mismo tiempo tenemos una rémora general del continente con respecto a Europa. Esto es un sujetamiento de nuestros cuerpos que tiene que ver con una arcadia y con un sostenimiento de ideas e ideologías muy reaccionarias. A la vez tenemos que aún cuando el Código Penal está habilitando discontinuar con un embarazo producto de una violación, aparecen las trabas de muchísimos bastiones ideológicos de la sociedad y representantes políticos. Tenemos un alcalde de la ciudad de Buenos Aires (por Mauricio Macri) que llama la atención que haya podido imponer su dictatum ideológico a una urbe que tuvo históricamente un 30 por ciento de población progresista, porque él es un falso liberal.
—Con respecto al tema de la trata de mujeres, ¿cómo ve el accionar de Susana Trimarco (madre de Marita Verón, desaparecida por una red de trata)?
—Susana es un bastión, un ejemplo, una mujer de un heroísmo y un coraje remarcables. La trata es un fenómeno que ha reverdecido durante los últimos años en el mundo debido a una serie de colapsos institucionales que tienen muchísimo que ver con la destrucción de paradigmas de naciones como la Unión Soviética, los horrores de la guerra de los Balcanes, las destrucciones habidas en África. La trata de mujeres es un fenómeno a nivel mundial. Pero no nos escudemos en el fenómeno mundial para no argumentar fuertemente el accionar en nuestro país, donde reverdecieron las bandas de tratantes. Allí donde existen tratantes hay complicidad con el pode, con las fuerzas de seguridad, con el poder político y judicial. Tenemos una ley contra la trata que para mi gusto es mala. En su momento fue cuestionado el concepto que tiene de trata en relación con las muchachas mayores de edad que no las contempla totalmente porque entiende que al ser mayores hay una especie de consentimiento. Para mi la trata no tiene edad porque es sometimiento y esclavitud. Sin embargo, en la mayoría de los casos no hubo una trampa si no que se utilizó la violencia física para secuestrar e introducir a las mujeres a la prostitución.
—Con respecto a la situación de las trabajadoras argentinas, ¿cómo las ve en nuestra historia y en el presente?
—Las trabajadoras argentinas han prolificado las formas, los rubros, los tópicos, el orden del producto. No se nos escapa que la Argentina pasó en los 90 por un cierre de la industrial en desmedro del número de trabajadores. Ahí, las mujeres para paliar la situación de desocupación del compañero, hermanos, tuvieron que salir a trabajar en condiciones penosas. Esta circunstancia es un dato traumático del pasado que hoy tiende a superarse. La cuota de participación de las mujeres antes de estos espantosos momentos d era relativamente pequeña. Es cierto que en la Argentina hubo subregistros censales que ocultaron la participación de la mujer en el trabajo pero eso está cambiando. Entonces tenemos una cuota de participación femenina que se ha elevado casi 10 puntos en los últimos 5 años. La participación de las mujeres en el mercado de trabajo es hoy del 42 por ciento y eso es extraordinario. De la misma manera se reconoce a la mujer en la jefatura del hogar, sobretodo en los sectores de menores recursos. Pero, la verdad es que las mujeres han cambiado mucho pero el mercado muy poco y se comporta como hace 50 o 100 años.
—Si trasladamos la cuestión a la figura presidencial de Cristina Fernández, ¿ella aportó algo?
—Yo soy de aquellas que dice que Cristina aportó mucho (a los derechos del género femenino) en muchos sentidos. Yo sé que hay gente enojada con ella, que hay mucha crispación. Yo quiero ser lo más objetiva posible: hace tiempo que no había una Presidencia con tanta convicción, garra, fuerza y capacidad de decisión. Y yo soy de las que piensa que haciendo un balance en la Argentina, no nos ha ido mal. Tengo algunos puntos en contradicción pero también una enorme cantidad de puntos que son inimaginables. Las cuestiones de género pesan en el orden de las conmociones de hostilidad. En Twitter y en Facebook se ven cosas que agravian los sentidos elementales de la convivencia. Creo que el gobierno necesita mejorar muchísimas cosas, pero quiero remarcar que la hostilidad tiene un aspecto de género incontestable. Eso no se soporta y menos aún la figura de poder estereotipada femenina. Cuanto más estereotipo femenino tiene ella, más hostilidad tiene. Cuánto más femenina es en su modo, más la hostilizan. Y ella es estereotipada. Ella tiene un perfil femenino y a las pruebas me remito con la escatológica tapa de la revista Noticias. Eso es de una arcadia impensable.