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Vignoli y un juego de desplazamientos

La escritora y periodista Beatriz Vignoli acaba de editar "es imposible pero podría mentirte", una novela donde relaciona signos con modos poéicos y metafóricos, y se dedica a observar en perspectiva el componente alegórico que se hunde bajo precisas figuras.

Por Javier Hernández

Es imposible pero podría mentirte ofrece un viaje entre pares de opuestos: el amor y el desamor, plasmado este último en el silencio o la ausencia de respuestas que padece su protagonista, Beatriz Viterbo. El éxito y el fracaso; su vida pública, simbolizada en lo que sucede afuera, y lo privado, materializado en una intimidad con rasgos casi neuróticos que configuran una personalidad intensa. “Es un personaje que lee signos en todos lados, todo le dice cosas. Es interesante lo del «desamor«, ya que me lo han señalado a pesar de que sea una palabra que nunca uso porque implicaría una acusación –que el otro me debe algo– y no es tal porque yo me hago cargo de mi reclamo arbitrario y unilateral. El silencio es lo importante: el problema no es que no me ama sino que no me habla”, refirió Beatriz Vignoli a El Ciudadano en un extensa charla sobre su flamante novela.
En una cita al teórico y crítico Maurice Blanchot publicada en la contratapa de su libro, Vignoli dirá que su novela responde a una “escritura del desastre”: “La verdadera escritura amorosa es esa, la que muestra el amor como algo fatal, algo que sucede y que arrastra, yerra, derrota”, señala.

Partiendo de los procesos primarios de Freud, Vignoli construye alrededor de los mecanismos primarios del sueño. Foto de Marcelo Masuelli.

El libro avanza a través de una sinuosa red de intertextos entre citas a Paul Schreber (desde antes mismo del prólogo al citar un párrafo de Memorias de un enfermo nervioso), referencias a Kafka, Edgar Allan Poe, Pierangelo Sapegno (La Stampa), al film El Padrino, al tema “Cara de Gitana” del jujeño Daniel Magal o, más acá, a alguna canción del segundo disco de la banda rosarina Austria.
Inspirada en una obra de arte “involuntaria” de Gabriela Gabelich, Vignoli dará lugar a uno de los más ricos usos de este recurso literario (el intertexto) habilitando una serie de enmiendas lingüísticas que se moverán entre lo dicho (escrito) y lo sentido, y se rotulará “Apostillas al Capítulo 4”. “Donde dice: «peligro, debería decir: «frágil»”, se encarga de subrayar la escritora en sus páginas. “Muchas de las mejores frases del libro son «readymade», frases encontradas”, opinó durante la conversación.
Los signos: “Soy quien hurga en sus tripas en busca de signos; de signos que nos guíen, a ellos y a mí”, describirá la autora en un pasaje de la novela. Y es que esta clase de asociación tendrá un valor concluyente desde la génesis misma de la obra. “Si uno es lo suficientemente neurótico, cualquier ciudad te va a disparar signos relacionados con lo que no podés parar de pensar. Hace dos años, paseando por Córdoba, encontré una vidriera (comercial) que decía «Culpa» al lado de otra que decía «Innocence», y al darme vuelta observé que estaba la Facultad de Derecho”, reveló, recordando el estupor que semejante hallazgo le provocó en ese momento.
Como es habitual en la prosa de Vignoli, en Es imposible pero podría mentirte, la escritora relaciona, a veces de manera surrealista, cada signo con modos poéticos, irónicos y metafóricos y, desde allí, teje la trama argumental. A veces con humor, sarcasmo y aparente superación, pero otras con la necesidad vital de concebir los hechos para internalizarlos y continuar adelante –“porque la vida sigue y la piedra con la que te tropezaste sigue allí”, escribe–, se dedicará a observar en perspectiva el componente alegórico que se hunde bajo precisas figuras. Nombrada una treintena de veces, la palabra signo “abogado” será una de ellas.
“La riqueza de connotaciones que el libro permite extraer de esa palabra-signo se debe a que, por el tipo de discurso que yo utilizo –que está basado en la asociación libre y en el azar objetivo– cada signo funciona como un significante: cada signo dispara connotaciones. Acá el signo “abogado” no es solamente un señor que se recibió en la Facultad de Derecho y ejerce la profesión de la ley. Es también todo lo que connota. La ironía tendrá que ver con un desplazamiento. A lo mejor es muy pretencioso decir que son significantes: son signos sometidos a un juego de desplazamientos”, opinó.
En Es imposible pero podría mentirte, la argumentación no será lineal y la historia progresará abiertamente: “Es como un caso donde nada está cerrado y se espera la palabra del juez; no obstante eso también se puede apelar”, ejemplificó la escritora.
Partiendo de la utilización de los procesos primarios de Freud, la novela se construye alredor de los mecanismos presentes en el sueño: “No estoy narrando lo que pasó tal cual sino que, los datos sensibles de lo que pude construir en torno a lo que no pasó, fueron sometidos a un trabajo de desplazamiento y condensación”.
Como signos que –valga la redundancia– guían, en la novela aparece una búsqueda deliberada por “reinventar la propia verdad como cuento” para “ir de nuevo hacia allí…”, apunta la autora en la contratapa de su libro. “La construcción de un «yo lírico neurótico» que, un poco soy yo y otro poco no, –contó Vignoli– me hacía pensar –al escribir este libro– en la canción “First we take Manhattan” de Leonard Cohen”, sostiene.
Esa canción sería la utilizada por la también periodista y crítica de arte para la presentación de su novela Molinari baila (sobre textos publicados a finales de los 90 en Rosario/12 y presentados en mayo de este año con una singular puesta interdisciplinaria en Berlín Café). Allí –según relató Vignoli– el slogan era: “«First we take Manhattan, then we take Berlín» (Primero tomamos Manhattan, después tomamos Berlín). Un verso de esa canción que después tuve muy presente al escribir este libro fue: «Me guía la belleza de nuestras armas, me guía una marca de nacimiento en mi piel». Que se relaciona con una de (Walter) Benjamin que dice: «¿Y si las decisiones más importantes de una vida se tomaran basándose en la última canción de moda?»”.
“Parte de la tragedia que narro cómicamente acá es que no preví que, por ahí, ese abogado piensa que él era John Lennon y yo era Mark Chapman”, confesó Vignoli durante la entrevista.
La escritura de la novela requirió un manejo informativo con acuerdo a reglas claras que le permitieron a su autora forjar lo que define en el libro como “una crónica de lo vivido bajo los efectos de un encantamiento”.
“El podar el dato concreto de referencia que lo haga reconocible en lo real establece una diferencia entre la realidad y la obra de arte que termina siendo una ficción aunque no lo sea; porque no hay manera de unir lo que digo con eso a lo que me refiero concretamente. Ese procedimiento lo aprendí de la poesía objetivista que busca recortar y tomar un detalle del cual ya no importa su procedencia: podría ser algo que está sucediendo o un montaje creado de un artificio completo”, concluyó.

De las contratapas al libro

Con algunos capítulos publicados durante 2011 en las contratapas del diario Rosario/12, la  flamante novela de la escritora y periodista Beatriz Vignoli, Es imposible pero podría mentirte, se presentará este miércoles a las 19.30 en la librería Homo Sapiens (Sarmiento 825). Con la presencia de su autora, el evento contará con la participación del editor y prologuista del libro, NicolásManzi, y el director de la colección «Ciudad y Orilla», Marcelo Scalona.

«Ciudad y orilla»

Editada por Marcelo Scalona la colección “Ciudad y Orilla”, que publica Homo Sapiens, fue presentada hace dos años con el firme propósito de conformar una biblioteca de autores de la ciudad (y/o vinculados a Rosario por algún motivo especial) correspondientes a la generación intermedia. La colección incluye a escritores como Miguel Sedoff, Sebastián Riestra, Alma Maritano, Patricia Suárez y Daniel Briguel, entre otros.

«La caja B»

“Un hombre flaco y pálido, de sobretodo gris, de perfil. Detrás de él, un horizonte completamente liso, un cielo negro, angustiosamente oscuro y vacío. A sus espaldas, en ese espacio desolado, hay un cubo anaranjado que parece un kiosco: tiene una abertura rectangular por donde se ve a una mujer de espaldas, en corpiño, o quizás un vestido con breteles, encerrada ahí dentro, sin salida (…) Sos vos. Soy yo”, se lee en un pasaje del libro. El cuadro La caja B de María Luz Seghezo fue elegido por Vignoli para ilustrar la tapa y contratapa de su novela.

 

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