Las dos últimas palabras que escuchó el Rengo Francis antes de morir fue “policía, policía”. Apenas se levantó de la cama en la que dormía junto a su mujer y su bebé, un tiro le atravesó el pecho y lo devolvió al colchón. Otros seis plomos aseguraron su muerte antes de que los dos encapuchados que abrieron fuego se retirasen por la misma puerta trasera que burlaron para entrar. En una habitación continua descansaban sus otros dos hijos, de seis y nueve años, junto a su suegra. El episodio ocurrió pasadas las cuatro de ayer en la zona más postergada de lo que algunos vecinos describen como barrio Belgrano Oeste, pese a que avenida Pellegrini está tres calles al norte y que la zona limita con el barrio Santa Lucía, donde la familia de la víctima se había instalado hace poco más de un año. Los vecinos dicen que en esa casa, ubicada en Brasil al 2000, se comercializaban drogas en cantidad con las que se abastecían varios quioscos. Sin embargo, la Policía no descarta que el crimen esté vinculado con un “vuelto” por el homicidio del Gordito Ramos, un menor asesinado el año pasado en un hecho que también tuvo como trasfondo la lucha territorial por la venta de estupefacientes.
José Francisco González tenía 27 años y vivía junto a su mujer de 25, sus tres hijos y su suegra. No tenía pedido de captura pero sí cargaba con varios antecedentes.
Tras el crimen, la Policía requisó la vivienda y encontró, en un techo lindero, una pistola ametralladora cromada con 25 proyectiles 9 milímetros. Estaba envuelta en un toallón blanco, dentro de una bolsa de nylon negra y debajo de un tanque de agua. Se presume que pertenecía al fallecido.
Fuentes policiales dijeron que el homicidio ocurrió a las 4.20 de ayer dentro de la habitación en la que dormía junto a su mujer y su bebé de un año y que los agresores fueron dos hombres que vestían ropas oscuras y estaban encapuchados.
Según se desprende de la escena del crimen, ambos desconocidos dispararon ya que en el lugar se hallaron vainas servidas de pistolas calibre 9 y 11.25. Una puerta trasera de aglomerado sostenida por un sillón fue el ingreso de los agresores que se anunciaron como policías y no titubearon en acribillar al Rengo Francis frente a su esposa y su hijo menor.
Los datos hacen presumir que la casa, ubicada al final de un pasillo ancho que da ingreso a otra media docena de viviendas, era conocida por los matadores.
“Entraron encapuchados, dijeron «policía, policía» y cuando se levanta le dan un tiro en la tetilla izquierda. Cayó sobre el colchón y ahí lo ajustician. Tiene siete orificios de entrada y seis de salida”, dijo un vocero policial tras remarcar que había vainas servidas de dos calibres distintos.
“Esto es tema de drogas, sin dudas”, dijo un vecino, que agregó con total naturalidad que a la casa del Rengo llegaba gente en autos caros, que solía andar armado y abastecía quioscos del barrio.
“No se metía con nadie, pero la movida era evidente, esta zona está llena de búnkers de drogas y cada vez es más peligrosa”, dijo otro muchacho mientras que un joven agregó: “No era del barrio, hace menos de un año que se vinieron a vivir acá, no se daba con los vecinos y siempre se manejaba en taxi”.
El crimen 148 en lo que va del año en el departamento Rosario, es investigado por la subcomisaría 22ª, la Brigada de Homicidios y el Juzgado de Instrucción 13ª.