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La culpa es del “agujero” de ozono

El adelgazamiento del escudo protector y un curioso fenómeno de contrastes en uno y otro lugar del Hemisferio Sur.

El mal llamado “agujero” en la capa de ozono –en realidad un adelgazamiento de ese escudo protector contra los rayos dañinos del sol en el continente antártico y extremo sur americano– causó alteraciones climáticas como el desplazamiento de los vientos del oeste, que hicieron disminuir las lluvias y afectaron el crecimiento de los bosques en la Patagonia, con una intensidad y duración sin precedentes en los últimos seiscientos años.

Un estudio reciente encabezado por Ricardo Villalba, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), muestra que el agujero en la capa de ozono habría provocado el desplazamiento de los vientos en el Hemisferio Sur.

La investigación, publicada en la revista Nature Geosciencie, indica que ese fenómeno a su vez “produjo un cambio en los patrones de lluvias y, en consecuencia, en el crecimiento de los bosques en las regiones afectadas”, como muestra el análisis de coihues, cipreses y araucarias del sur de la Argentina y Chile.

Los científicos analizaron los anillos de más de tres mil árboles de la Patagonia argentina y chilena, Nueva Zelanda y Tasmania, en Australia, para conocer sus patrones de crecimiento desde el año 1409 hasta la actualidad.

“Los resultados sorprendieron: mientras que los ejemplares de América del Sur mostraron en las últimas cuatro décadas las tasas de crecimiento más bajas durante esos seiscientos años, los de Oceanía presentaron los valores más altos”, señala el informe.

Villalba, investigador principal del Conicet en el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla), aseguró que esas diferencias “están relacionadas con la variación en la disponibilidad de agua y los cambios de temperatura en cada región”.

Esa disminución en las precipitaciones, explicó Villalba, estaría vinculada a los cambios que provocó el agujero en la capa de ozono, fenómeno asociado a la Oscilación Antártica del Hemisferio Sur (Oahs).

La Oahs, detalló, “es como un anillo de diferencias de presiones que se forma en la atmósfera alrededor del continente antártico y controla la variabilidad climática en el Hemisferio Sur”.

Mientras en Nueva Zelanda y Tasmania hubo “un aumento en la temperatura y favoreció el crecimiento de las especies, en Chile y la Argentina produjo una disminución de las precipitaciones”, señaló Antonio Lara, del Laboratorio de Dendrocronología y Cambio Global de la Universidad Austral de Chile y otro de los autores del estudio.

Estos fenómenos opuestos están relacionados con los cambios en la circulación atmosférica por la variación de la Oahs.

Lara dijo que es normal que un mismo forzante climático provoque efectos contrastantes en dos lugares diferentes del planeta.

“Es como un sube y baja”, ejemplificó el investigador chileno, pues “el cambio en la circulación del aire entre la atmósfera y los océanos afecta en forma diferente las dos zonas”.

Además de Villalba y otros colegas argentinos participaron del estudio investigadores de universidades y entidades científicas de Chile, Canadá, Reino Unido, Estados Unidos, Suiza, Australia y Nueva Zelanda.

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