Desde La Habana y a dos semanas de regresar a los escenarios argentinos para presentarse en Buenos Aires y en Santa Fe, el trovador cubano Silvio Rodríguez sostuvo que su fuerte ligazón con el público argentino “es un amor a primera vista”.
“Siempre he sentido como un privilegio que un público tan exigente y bien preparado aprecie mi trabajo”, aseguró Rodríguez a la agencia de noticias Télam mediante un cuestionario enviado por correo electrónico.
El cantautor, magnífico exponente de una canción iberoamericana que asume comprometidamente su tiempo sin resignar innovación ni belleza, se presentará los días 23 y 24 de noviembre en el porteño estadio Luna Park y el lunes 26 en el estadio cubierto de Unión de Santa Fe.
“Para estos conciertos –adelantó– me he propuesto, hasta donde cabe, diferenciarlos bien de los del año pasado. Sobre todo la primera parte, en que vamos a tocar más temas de Segunda cita (2010), un disco que he trabajado poco”.
El artista, que el jueves 29 cumplirá 66 años, confesó que esta nueva visita a la Argentina “surgió a partir de que se enteraron que venía a la región invitado por el Partido Comunista chileno para participar en la celebración de su centenario”. Al igual que en 2011, cuando actuó en Córdoba, Rosario y Buenos Aires, estará acompañado por el terceto de cuerdas Trovarroco, la flautista y clarinetista Niurka González y el percusionista Oliver Valdés. Pero las coincidencias terminarán allí porque, según especificó: “Lo que me cansa es hacer lo mismo. Creo que, gracias al trabajo, vamos a conseguir acercarnos con algo que vamos a disfrutar tanto los espectadores como nosotros”. Silvio, quien junto con Noel Nicola, Vicente Feliú y Pablo Milanés fue miembro fundador del Movimiento Nueva Trova Cubana que en diciembre cumplirá cuatro décadas, construyó un cancionero inspirado que ha servido tanto para narrar el ideario revolucionario como para abordar el amor.
Desde 1975 con el álbum Días y flores, pasando por discos orquestales y otros tremendamente intimistas, el guitarrista y cantante asumió un repertorio vasto y brillante que impactó altamente en la Argentina donde su música circuló clandestinamente durante la dictadura y se convirtió en fenómeno masivo a partir de abril de 1984, cuando concretó su primera visita al país, entonces en yunta con Milanés. “Siempre me he considerado un hijo de vecino que, como muchos otros, trabajó duro. Desde que empecé renuncié a la parafernalia comercial y sin embargo fui escuchado y no haber abandonado a mi país también contribuyó a mi suerte”, reflexionó Rodríguez. El autor de gemas como “Pequeña serenata diurna”, “Ojalá”, “Llover sobre mojado”, “El Necio”, “Lo de más”, “Esta primavera” y “Sea señora”, entre otras, añadió: “Vivo consciente de que la suerte no es pareja y mucho menos justa. Por eso he tratado de hacer buen uso de la que yo he tenido”.
Rompiendo una inercia
Vocero musical de los logros y las sombras de la Revolución Cubana, Silvio Rodríguez se refirió al presente político de la isla: “Últimamente se han dado pasos para actualizar.la política migratoria cubana, medidas que hace años que vengo defendiendo y que seguramente habrá que profundizar, pero ha sido un buen arranque, porque se ha roto una inercia de muchos años. Este paso me gusta especialmente porque pone la bola al otro lado del terreno, desafiando el espíritu de la guerra fría, que sigue tan vigente. Todo paso que demos contra lo que queda de la guerra fría, aunque sea unilateralmente, va a contar con mi apoyo”, sostuvo.
Con dos discos por delante
De cara a un presente artístico que lo encuentra sosteniendo una gira por barrios y ciudades cubanas, Silvio Rodríguez adelantó: “Estoy mezclando un disco que grabé hace 25 años con un grupo fabuloso llamado Diákara que, por diversas razones, tuve que posponer, y ahora, cuando casi está listo, pienso que quizá resulte una sorpresa. Después voy a mezclar otro disco pendiente, que tengo con Afrocuba (conjunto con el que en 1986 registró las placas Causas y azares y Oh melancolía!)”.