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Sabina: el hombrecito del bombín pasó por el Parque

Dos horas y media de canciones del 'poeta borracho y su musa'. Joaquín Sabina revalidó el cariño de los rosarinos por su música en un show similar a los anteriores que ofreció en la ciudad. Escribe Patricia Dibert/elciudadanoweb
Foto. Leonardo Vincenti
Foto. Leonardo Vincenti

“Tiramisú de limón” fue el comienzo. Puntual, a los 21 Hs, cuando todavía quedaban algunas personas atravesando el parque Independencia. Joaquín Sabina volvió a Rosario después de su última visita que fue en 2007, con Joan Manuel Serrat en “Dos pájaros de un tiro”.
El frac negro y el sombrero bombín ya son su característica. Sabina saluda a “leprosos y canallas”, único momento en que habló de los equipos de fútbol que dividen a la ciudad, aunque en las dos horas y media que duró el show, esta vez el español fue muy poco expresivo y habló en pocas ocasiones.
“Tiramisú” y “Viudita de Clicquot” fueron la entrada del nuevo disco de Sabina “Vinagre y Rosas”. La banda compuesta por 5 músicos con la dupla Varona-García de Diego al frente, suena ajustada y correcta, los temas nuevos tienen el mismo tratamiento que los clásicos inoxidables.
“Una gira sin Rosario en una gira de mierda” sentenció el español y el coloso rugió. “Ganas de” le dio la oportunidad de rockear saltando como en los primeros shows, al menos un poco. “Aves de paso” iluminó las cuatro cañerías rebordeadas en neón que decoraban la escena, austera, porque lamentablemente a causa del viento no se pudo utilizar el telón de la gira, y que es similar al que Sabina colgó en el Anfiteatro.

Foto: Leonardo Vincenti
Foto: Leonardo Vincenti

Continuó “Peor para el sol”, mientras miles de voces se juntaban para cantar la bonita frase que dice “cómo van a caber tantos besos en una canción”. La suerte estaba echada. “Me acuerdo del Nano, de Fontanarrosa, Borges, Bioy, Castello, del Petiso Guinzburg, de Srandro el gitano y de la Negra Sosa—dijo Sabina levantando la voz, mientras iban subiendo los primeros acordes de “Con la frente marchita”, convirtiéndose en el momento emotivo de la noche.
“Parte Meteorológico” exhibió nuevamente la dupla creativa de Joaquín Sabina y Benjamín Prado en letras, y músicas de Pancho Verona y Antonio García de Diego, que se combinan en “Vinagre y rosas”. Después volvieron a los viejos con “Por el boulevard de los sueños rotos”, para destacar al guitarrista vasco Jaime Asúa, acompañando a Sabina en “Llueve sobre mojado”, un poco de sonido Páez que se mezcla en el repertorio.
Como ya es costumbre en sus shows, Joaquín Sabina cede espacio a sus músicos, y fue cuando Mara Barros interpretó dos temas, y Pancho Varona y Antonio García de Diego aprovecharon para hacer temas suyos en coautoría con Sabina como “Conductores suicidas”.
En lo que se puede describir como la segunda parte, «Y sin embargo te quiero” le dio un ritmo de tango a la noche, con postal de los celulares en alto registrando el momento. Sabina contó que con el escritor Benjamín Prado (quien vino con Ray Loriga al Parque España a presentar una novela), se fueron a Praga: “Benjamín jodido porque su novia lo había dejado, y yo porque la mía no me dejaba”. En esa majestuosa ciudad compusieron la hermosa “Cristales de Bohemia”, la que dice que ‘la luna es una daga manchada de alquitrán’, y fue cuando sonó un acordeón en el Parque. “Una canción para Magdalena” en dúo con Mara Barros, en una puesta idéntica a la que hizo con Olga Román, teatralizando el tema bajo la luz de un farol.
Después Sabina volvió a su banqueta del centro del escenario para hacer un versión intimista de “Peces de ciudad” –que bucean a ras del suelo y no merecen flotar-. “Me dieron tantas veces por muerto”, recitó Joaquín y sonaron las palmas para la rumba “Nos sobran los motivos”. “Embustera” tu corazón es una cremallera de pantalón, cantó el andaluz y el vaivén de las voces cantando juntas “Calle Melancolía”, momento de intercambio pleno. Y el clima estaba perfecto para el desamor de “19 días y 500 noches”, una versión bastante rockera de “Princesa”, para llegar luego a “Amor se llama el juego, en el que un par de ciegos juega a hacerse daño”. Más historias Sabina en otro puñado de clásicos: “Contigo”, no quiero Paris con aguacero ni ‘la isla ‘ sin ti. Después “Noches de bodas”, “Y nos dieron las diez”, el rockerísimo “La del Pirata cojo” y como hizo en las dos visitas anteriores, la despedida fue a marca de bombo en “Pastillas para no soñar”.

Foto: Leonardo Vincenti
Foto: Leonardo Vincenti

Dos horas y media en las que la gente cantó, bailó y se emocionó. Muchas mujeres sub cuarenta, algunos pocos jóvenes, y hasta hombres que conocen todas las letras. Un concierto con la poesía y la música puestas en la voz aguardentosa de Joaquín Sabina, esta vez más callado, y quizás algo cansado, que casi no habló con el público, ni aceptó el festejo por su nuevos 61 años, ni se dejó espacio en el show para hacer los honores al cierre de gira, más allá de los agradecimiento de rigor. Pero Sabina mantiene la mirada cómplice y pícara que es su marca de identidad en tantos años, con la capacidad de decir mejor que nadie las historias de amor y desamor, sin cursilerías ni lugares comunes, entrelazando tramas con una intensidad considerable, la del “poeta borracho y su musa”.

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