La Unión Europea explora unificar sus posturas sobre Cuba: aunque todos los países que integran el bloque voten en Naciones Unidas contra el embargo de Estados Unidos, su política hacia al régimen de Raúl Castro es regida por un acuerdo de “Posición Común”, vigente desde 1996, que limita las relaciones. Ahora, por decisión de los ministros de Relaciones Exteriores de la UE, le encomendaron a su jefa diplomática, Catherine Ashton, preparar un proyecto para negociar un acuerdo de cooperación con la isla.
En la actualidad, el pacto alcanzado por “los 27”, condiciona el trato bilateral al progreso en materia de derechos humanos y democratización. “A partir de ahora lo que va a hacer la comisión es establecer unas directrices para que se negocie este acuerdo de cooperación, que representa un paso adelante en la relación entre la Unión Europea y Cuba”, indicó el secretario de Estado español de Exteriores, Gonzalo de Benito.
Entre los argumentos por el cambio, el funcionario indicó que Castro ha llevado a cabo reformas sustanciales que fueron tenidas en cuenta por los gobiernos europeos, como la liberación de la compra-venta de inmuebles y automóviles, permisos para el desarrollo de la inversión privada, entre otros. De acuerdo con De Benito, la UE valora “una evolución positiva en Cuba. Es un paso positivo. La relación con Cuba se refuerza”. Si la medida prospera, a fines de 2014 el trato se normalizaría.
En los últimos años las relaciones entre ambos bandos tuvieron varios altibajos, con un punto especialmente bajo en 2003 como consecuencia del arresto de 75 opositores, eventos que luego fueron conocidos como Primavera Negra. Entonces la UE respondió con la imposición de sanciones diplomáticas y Fidel dio un portazo al diálogo. Con todo, el bloque comunitario es el principal socio comercial de Cuba: aporta el 50 por ciento de los turistas que llegan al país y representa cerca de la mitad de las inversiones extranjeras directas.
De seguir adelante, el nuevo pacto involucrará políticas de cooperación, comercio, inversiones, aunque además exigirá políticas democráticas.
Una vez conocida la medida, surgieron muchísimas voces en contra, fundamentalmente en Estados Unidos, responsable del asfixiante embargo contra la isla desde principios de la década del 60.
La congresista republicana Ileana Ros-Lehtinen, fuerte opositora a cualquier acercamiento con Cuba, calificó de perturbador que la UE considere una agenda de trabajo al respecto. “Naciones responsables deben ver la verdad en la opresión del régimen castrista de los derechos humanos y la democracia, y aumentar la presión sobre la dictadura”, indicó Ros-Lehtinen al diario El Nuevo Herald. A su turno, el senador federal republicano Marco Rubio afirmó que “es una vergüenza que la Unión Europea, cuyos miembros han conocido la vida bajo la tiranía, pueda llegar a abandonar en un momento de necesidad a los líderes a favor de la democracia en Cuba”.
La isla argumenta que las sanciones económicas en su contra han perjudicado el desarrollo del país, por lo que año tras año exige el fin de tales medidas. Según el jefe de la diplomacia cubana, Bruno Rodríguez, los daños económicos acumulados sólo por el bloqueo norteamericano superan el billón de dólares desde su imposición por parte de la Administración del presidente John F. Kennedy.
“Es un acto de agresión y una amenaza permanente contra la estabilidad de un país. Es también una grosera violación de las normas de comercio internacional, de la libre navegación, y de los derechos soberanos de los Estados”, denunció. Lo cierto, es que durante la última votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas, realizada el 14 de noviembre, el rechazo al bloqueo fue contundente y los únicos países que se manifestaron en contra fueron Estados Unidos, Israel y Palau. Por eso mismo, la UE busca aunar sus posiciones, y generar una apertura, sin olvidar exigencias fundamentales como los derechos constitucionales.