Las presidentas de Argentina y Brasil Cristina Fernández y Dilma Rousseff coincidieron en señalar que la profundización de la integración entre ambos países es una necesidad más que una opción en el actual contexto de crisis internacional. Sin embargo, tanto en los más de tres cuartos de hora como momentos después en los discursos, las presidentas hicieron mención a los recurrentes tironeos comerciales entre empresarios de uno y otro país. En ese contexto Dilma Rousseff expresó con claridad su queja porque productos brasileños reciben trabas para entrar a Argentina y no así otros procedentes de terceros países que compiten con los de sus industriales. Cristina, en tanto, contó que ambas mandatarias acaban de acordar que “cuando se producen problemas es necesario abordar una metodología diferente a la actual, que sea más activa, menos protocolar”.
Ambas presidentas participaron del almuerzo de clausura de la 18º Conferencia Industrial titulada “Argentina-Brasil: integración y desarrollo o el riesgo de la primarización económica” que se inició el martes en el hotel Sofitel de la localidad bonaerense de Los Cardales.
Durante su discurso, la presidenta argentina anunció un acuerdo con YPF y el resto de las empresas dedicadas a la exploración y explotación de gas para incentivar la producción (ver aparte).
Dilma Rousseff, por su parte, citó el Mundial 2014 y los juegos Olímpicos 2016 que organiza su país como una oportunidad para que empresarios argentinos participen de las obras y las tareas de organización que requieren.
El tema central de la conferencia promovida por los industriales argentinos y que tendrá su correlato de características similares en marzo próximo en el país vecino fue la integración. Alarmados por el avance los productos del sudeste asiático, y en particular de China, más “el intento de los países del norte por exportar su crisis” (así lo advirtió Rousseff), la UIA activó una estrategia que pasa por poner en primer lugar de la agenda la integración con Brasil para sostener sus mercados internos y fortalecer el reclamo proteccionista ante cierta pérdida de competitividad interna y el avance de los gigantes industriales del mundo en crisis. Esa idea encontró rápido eco en la CBI, una de las dos grandes centrales industriales de Brasil.
Antes que los extensos discursos presidenciales, José Ignacio de Mendiguren, presidente de UIA, sentó las condiciones de la integración: “Subamos a todos y no sólo a algunos al tren del desarrollo”; “integración pero con soberanía nacional”; “no ser competitivos a costa de la felicidad del pueblo”; “agregar valor para no tener que importar trabajo, lo que es la clave de mejores salarios y nivel de empleo”; y con la industrialización como base de esa integración (“buena parte del mundo quiere que Brasil y Argentina seamos sólo productores de materia prima”, dijo).
Dilma Rousseff aterrizó en Los Cardales con reclamos en carpeta. Otra vez la labor de la Secretaría de Comercio Interior que dirige Guillermo Moreno despertó el recelo de industriales brasileños que fueron con sus quejas a Planalto.
La presidenta vecina llamó a superar los desequilibrios y explicó que las amenazas que supone la crisis internacional no son argumento suficiente para explicar un desvío del comercio de Argentina que prioriza otras importaciones antes que las de Brasil. En concreto, sectores industriales vecinos trinan porque ven entrar al país productos chinos que para ellos son competencia.
Cristina no eludió mencionar los conflictos, entre los que mencionó el automotriz, una disputa del momento entre productores de langostinos argentinos y brasileños y la industria textil.
Hizo un llamado especial sobre el rubro automotriz. Le dijo a los industriales que se va a seguir apostando al desarrollo de ese sector, pero que presten atención al detalle de que todas las usinas son multinacionales extranjeras: “En realidad tenemos que apostar a las fábricas de autopartes, que son la verdadera industria nacional”.
Unos minutos después de que su par brasileña explicara que su fórmula para enfrentar la crisis internacional es una combinación de ajustes con incentivos fiscales, Cristina lanzó un alerta: “Tenemos que ser realistas y preguntarnos cuánto tiempo vamos a poder aguantar en estas condiciones si la crisis se prolonga varios años. Tenemos que ser realistas en cuanto a que no podemos sostenerlo mucho tiempo si no hacemos procesos de integración que no sólo miren a la Argentina y Brasil, sino a los hermanos del Pacífico”.
“Los tiempos urgen y la historia no nos va a perdonar si nos devoramos o nos equivocamos. Hay momentos que permiten deslizamientos; hoy se exige premura, eficacia, inteligencia mayor porque estamos en una etapa de crisis sin precedentes en el mundo”, cerró la presidenta.