El presidente de Estados Unidos, Barack Hussein Obama, y el líder religioso tibetano, el Dalai Lama, se reunieron ayer en la Casa Blanca a pesar de las advertencias chinas de que el encuentro dañará las relaciones entre Washington y Pekín. En la reunión, realizada en la Sala de Mapas y sin rueda de prensa conjunta posterior, ambos líderes se mostraron de acuerdo en la importancia de mantener buenas relaciones entre Estados Unidos y China, informó la Casa Blanca.
Durante la entrevista, se informó, Obama también manifestó al Dalai Lama su “fuerte apoyo a la preservación de la identidad religiosa, cultural y lingüística única” del Tíbet. También se expresó en favor de “la protección de los derechos humanos de los tibetanos en la República Popular China” y elogió “el compromiso” del Dalai Lama con la no violencia.
La reunión constituye un nuevo capítulo en la seguidilla de roces entre la Casa Blanca y Pekín que se suma a las diferencias entre ambas potencias sobre cambio climático, el litigio nuclear con Irán, la venta de armas a Taiwán, además del proteccionismo estadounidense y la política monetaria china. Desde hace semanas, el encuentro había despertado el fuerte rechazo de Pekín, que calificó al Dalai Lama como un “líder separatista” y exigió a Obama que no sostuviera la reunión. Tras la reunión, el gobierno comunista repudió que el mandatario estadounidense haya recibido al líder tibetano.
La tensión trepó a niveles tales que la prensa estadounidense informó la semana pasada sobre una eventual cancelación, por parte del presidente Hu Jintao, de la visita oficial a Washington, prevista para abril. Por el momento China no canceló el viaje.
Crucial gira proselitista
Luego de la reunión con el líder tibetano, Barack Obama partió ayer a Colorado y Nevada, para apoyar a candidatos demócratas y movilizar a su electorado antes de las cruciales elecciones legislativas de noviembre, informó la Casa Blanca. En Denver, capital de Colorado, ayer por la tarde asistió a una reunión electoral y de recolección de fondos para el senador demócrata Michael Bennet, que intentará retener el escaño que ocupa en los comicios de noviembre.
Colorado, que Obama había ganado en las presidenciales de 2008, es considerado como un Estado decisivo en las elecciones nacionales, pues puede volcarse tanto a la derecha como a la izquierda. Los demócratas acaban de perder su supermayoría de 60 escaños sobre 100 tras una derrota electoral inesperada en Massachusetts, lo cual paralizó la adopción en el Congreso de varios textos emblemáticos para el gobierno.