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Las patas en la fuente

Uno de los hechos más destacados de los últimos días es la recuperación del Predio Ferial de Palermo.

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Uno de los hechos más destacados de los últimos días es la recuperación del Predio Ferial de Palermo. Por medio de un decreto que no dispone la expropiación sino la nulidad de un decreto anterior, por el cual el Estado vendió el Predio a la patronal agropecuaria, la medida adquiere, por varios motivos, una enorme relevancia.

En primer lugar, muestra la potencia que puede tener una intervención que conjuga el accionar de los distintos poderes del Estado: el decreto firmado por la presidenta Cristina Fernández se basa en un fallo judicial que determinó la “sustracción del patrimonio del Estado”.

En segundo lugar, redefine el papel que el Estado asumió en el último ciclo de neoliberalismo, caracterizado por la venta del patrimonio –y la historia– de los argentinos. En este sentido, la medida tiene objetivos reparadores: la legalidad de su origen se enlaza con la legitimidad de sus fines.

Pero, fundamentalmente, la recuperación del Predio Ferial de Palermo se inscribe en un campo de discusión política que el kirchnerismo ha alentado: ¿cuál es el sentido de lo público en la Argentina del siglo XXI?

Para los grupos económicos dominantes, esta discusión está cerrada desde hace mucho tiempo, como evidencian las reacciones por parte de la Sociedad Rural y algunos sectores de la oposición: se trata, según dicen, de un “ataque a la propiedad privada” y  una “venganza por la 125”.

La idea de que Cristina Fernández no aplica justicia sino “venganza histórica” transfiere al caso de la recuperación del Predio la concepción que estos sectores militan respecto de los juicios por los crímenes de lesa humanidad. Bajo estas premisas, la justicia como principio de reparación queda cancelada para pensar el espacio público.

Igual de cerrada es la comprensión de la medida como un “ataque a la propiedad privada”. Para los grandes grupos económicos, la propiedad antecede a la ley, que jamás puede cuestionarla –aún cuando ha sido “adquirida” a un precio vil–. Lejos del dictum republicano por el cual “tengo derechos porque obedezco la ley”, el gran ruralista razona así: “Soy propietario, tengo derechos”. De este modo, la propiedad se convierte en el criterio de la justicia y todo aquello que cuestione este principio, ya sea un decreto o la ocupación ancestral de los territorios por parte de las comunidades campesinas, es considerado en términos de agresión a la libertad.

Desde esta perspectiva, lo público es la explicitación de un poder económico que se pretende fundante respecto de la Ley. En tal sentido, la Feria Rural de Palermo ha tenido un rol decisivo en la puesta en escena de dicho poder: allí los propietarios exhiben a la sociedad de qué modo el “tener” otorga “derechos”. Aún hoy, esa misma escenificación se escribe en el marketing del Predio: “gran ventana argentina al mundo”,  “vidriera de la producción nacional” y  “punto de encuentro de los más diversos sectores de la sociedad local con la dirigencia política nacional”. Vieja fantasía corporativa, la patria agropecuaria sólo puede agenciarse la identidad nacional a fuerza de sustraer del ámbito colectivo las expresiones políticas, económicas y culturales que no son susceptibles de ser exhibidas en las marquesinas del comercio de exportación.

¿De qué modo, entonces, la recuperación del Predio permite avistar nuevos sentidos de lo público?

Un trayecto posible sería concesionar el Predio al mercado y que el Estado capture una parte de la renta generada. En este caso, el avance consistiría en hacer evidente que es el Estado quien autoriza al mercado a gestionar el espacio público y quien distribuye la renta.

Otro trayecto, en cambio, consistiría en profundizar una vía que el kirchnerismo viene ensayando: generar las condiciones materiales y simbólicas para la expresión colectiva. En este caso, el rol del Estado supone potenciar la participación popular en la vida pública. Así, el sentido de lo público, lejos de agotarse en la representación jurídica de la propiedad, se define  en una articulación dinámica entre el Estado y las organizaciones sociales.

El Espacio para la Memoria y la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos que funciona en la ex–Esma, los festejos del Bicentenario, Tecnópolis, la celebración de los 29 años de la democracia y la Feria Navideña de la Economía Social realizada en las instalaciones de Canal 7, son muestras de esta última alternativa que considera el ámbito público en términos democráticos, nacionales y populares. Expresiones actuales de la mítica escena de las patas en las fuentes.

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