La sensación de inseguridad crece y ya nadie está a salvo de ser víctima de ella. Los números que se registran en los juzgados de los Tribunales provinciales dan cuenta de ello. En la oficina judicial de causas con imputados no individualizados se recibieron 439 denuncias por delitos por robo en la primera semana de diciembre de 2008, y se incrementó esa cifra en casi un 60 por ciento en el mismo período del año pasado. En cuanto a denuncias por robo calificado el aumento ha sido de 112 causas a 268.
En el juzgado de primera instancia de Distrito en lo penal de Instrucción 4ª se evidencia una realidad similar. En la semana del 16 al 31 de enero de este año el juzgado recibió 166 causas por robo, casi un 20 por ciento más que el año pasado. Entrar a tribunales y ver los juzgados repletos de pilas de expedientes es una imagen que se repite todos los días. Las denuncias aumentan año a año y la capacidad operativa es cada vez menor. En diciembre de 2009 ingresaron, solamente en un juzgado, 4809 causas, de las cuales 79 fueron remitidas a un juzgado de instrucción.
En las comisarías de la ciudad también se verifica un aumento del delito. Desde la seccional 4ª, ubicada en La Paz 450, aseguran que “las denuncias se han duplicado con respecto al año pasado” y que por semana reciben “aproximadamente 50 denuncias por robo”. En las comisarías del centro ese número es mucho mayor, ya que llegan hasta 80 las denuncias recibidas por algún hecho delictivo. El oficial Héctor Díaz, de la comisaría 4ª, explicó que las denuncias más comunes son por “arrebatos en moto por calles poco transitadas y oscuras”.
La seccional alberga en este momento a 22 detenidos, de los cuales 15 están cumpliendo condena y el resto espera sentencia. “No están dadas las mejores condiciones ya que de por sí no tendría que haber detenidos en las comisarías”, expresó Díaz.
La droga, un flagelo social
Carlos Varela, abogado penalista, destacó que el consumo de drogas en los estratos sociales más bajos de la sociedad tiene una gran incidencia como factor del hecho delictivo. “Los índices delictivos han aumentado al menos un 20 por ciento en relación con el año pasado. Y van a ir aumentando porque la incidencia del consumo de drogas en grupos sociales carenciados hace que esa adicción tenga que ser sustentada por el delito, ya que no existe una contención laboral”, destacó Varela.
Según el abogado, el 90 por ciento de las personas que están acusadas de cometer hechos delictivos consumen drogas. Y desde 2005 ese consumo ha tenido una progresión diez veces mayor. Varela no dudó en afirmar que “la despenalización de la droga va a incidir en el aumento de la inseguridad”. Y aclaró que el problema de la droga no es la conducta que genera en el que la consume, sino que “lo que determina el delito es que la persona no tiene trabajo para comprar droga y cuando no tiene plata te roba”.
Los hechos delictivos más frecuentes son los delitos contra la propiedad, los hurtos y los robos cometidos en su mayoría por personas jóvenes “por una cuestión de expectativa de vida”, aclaró el abogado penalista. “Vivimos en un país donde la inmediatez es la regla general. Existen tres generaciones de personas que están acostumbradas a no trabajar porque nunca tuvieron la cultura del trabajo y del esfuerzo. El Estado argentino es pobre y por lo tanto no le puede brindar ningún tipo de ayuda. Lo único que genera el subsidio de todo gobierno es la pereza como una cuestión natural porque no hay proyección”, explicó Varela.
La demagogia judicial
“El juez tiene un bien de indemnidad que es la demagogia judicial, que consiste en dirigir todo el peso de la ley a la gente de clase baja. El 50 por ciento de las resoluciones que se dictan en los tribunales son fuera de la ley, ya sea en protección de una persona o para ganarse la simpatía de la gente”, afirmó Varela.
“El primer principio que no se debe violar en una sociedad es el de la justicia distributiva. El Poder Judicial debería tener el coraje suficiente para encarcelar o dejar en libertad a quien sea, pero lamentablemente la ley no se respeta”, agregó el abogado.
“A partir de la reforma del Código Procesal Penal de la provincia ya no existen términos objetivos de excarcelación. Hoy en día una persona acusada de homicidio, aunque tenga una pena de 35 años de prisión, si el juez así lo entiende puede concederle la libertad. Los montos de las penas desaparecieron”, explicó el letrado.
El defensor destacó además como cuestión fundamental la falta de capacidad en las cárceles para alojar a los presos, y por consiguiente la excesiva consideración de beneficios.
Ante el crecimiento desmedido de la inseguridad, en la cual está inmersa la sociedad toda, dejar de ser víctima de ella es casi una utopía. La inseguridad siempre existió y continuará existiendo, sin embargo, reducir el delito y bregar por la seguridad de la población es el deber de todo gobierno.
Varela destacó que “habiendo más policías en las calles el delito disminuiría y sería una solución inmediata al tema de la inseguridad. Como solución de fondo habría que intentar contener a esos jóvenes y educarlos. Hacerles entender que si terminan el colegio van a poder tener mejores condiciones de trabajo y que no es lo mismo cometer delitos que no cometerlos”, concluyó el letrado.
Víctimas de la inseguridad
Testimonios de vecinos muestran que la inseguridad se vive en todas partes y que nadie es ajeno a ella. Jorge tiene un negocio ubicado en 27 de Febrero y Constitución, y le contó a este diario que fue víctima de la inseguridad en los años en que hubo saqueos, durante el gobierno de Alfonsín y en 2001.
“Hubo que contratar a muchos agentes de seguridad para defender el negocio”, recuerda aún con amargura. Un recorrido por la zona permite percibir que se trata de un barrio muy peligroso, dado la existencia cercana de villas, de las cuales los delincuentes salen y entran rápidamente para perpetrar sus hechos. “Hay policías, pero muchos están de acuerdo con los delincuentes”, afirmó el hombre. Es que por el barrio se suceden robos de todo tipo, desde arrebatos a los peatones hasta asaltos a mano armada en los negocios.
Juan Ignacio vive en pleno centro de la ciudad, en la zona de Catamarca y Balcarce, y aseguró que allí los robos a los automóviles ocurren de manera frecuente. “No se puede dejar un auto en la calle que ya te roban el pasacaset o la rueda de auxilio. Con suerte, a lo mejor se puede ver un patrullero en todo el día”, se quejó el joven.
Otra vecina que hizo oír su voz fue Lidia, una jubilada que vive hace 38 años en el barrio Carlos Casado, en la zona sur de la ciudad. La mujer dice que vive con miedo y que los arrebatos se producen a toda hora. Su casa está ubicada frente a la plaza Argentina, donde al caer la noche se convierte en el ámbito propicio para el delito. “Allí los jóvenes se drogan y toman alcohol. Muchas veces la plaza está sin luz y más ahora con los cortes. Roban de a pie, en moto o en bicicleta de a dos, uno maneja y el otro se sienta en el manubrio”, detalló la mujer.
Los comercios también son blanco de robos, por lo cual en la mayoría de ellos se opta por atender a puerta cerrada. A pesar de ello la presencia policial es casi inexistente. “No hay patrullaje por la zona, solamente cuando ha habido algún robo”, contó.