A finales de 2006, los operadores y responsables de la calificadora crediticia Standard & Poor’s (S&P) sabían que el mercado hipotecario de Estados Unidos estaba al borde del abismo, de acuerdo con las numerosas pruebas presentadas por el gobierno de este país contra la compañía. La iniciativa judicial de Washington amenaza seriamente la reputación ya alicaída de S&P y del resto de calificadoras crediticias, que están en cuestión desde el estallido de la crisis mundial por el papel que jugaron en la génesis de la misma.
“Esperemos que estemos todos bien y jubilados cuando este castillo de naipes se derrumbe”, rezaba el contenido de unos de los mensajes de correo electrónico interno intercambiados por empleados de S&P al referirse a la evaluación de los complejos productos financieros creados sobre la base de hipotecas.
Estos mails internos y otros muchos similares forman parte de la demanda civil que presentarán el Departamento de Justicia y fiscales estatales de Estados Unidos contra Standard & Poor’s, por irregularidades en la calificación de bonos hipotecarios antes de la crisis financiera en 2008.
La novedad fue adelantada el pasado lunes por el periódico especializado The Wall Street Journal y después confirmada oficialmente.
Como se recuerda en todo el planeta, las principales agencias de calificación respaldaron con muy buenas notas varios bonos hipotecarios estadounidenses que, posteriormente, mostraron que eran “basura” en términos de valor de mercado.
Los inversores se basaron en estos juicios y adquirieron estos bonos que, con la crisis financiera, perdieron abruptamente su valor, incluso los papeles con la mejor calificación AAA.
Entre las pruebas que llevará la demanda a los tribunales estadounidenses, se cita que un empleado de la agencia le escribió una nueva letra a la canción de 1983 de los Talking Heads “Burning Down the House”. “¡Tengan cuidado! El mercado inmobiliario se debilitó. Se enfría. El fuerte mercado es ahora más débil. Las hipotecas de segunda clase se queman. La casa se derrumba”, rezaba la letra elaborada por el empleado-poeta, según informa la agencia de noticias <DPA>.
La canción de tiempos de crisis fue enviada a algunos colegas por e-mail. “Por motivos profesionales evidentes, por favor no reenviar”, escribió su autor.
Ahora, seis años después, cualquiera puede leer estas líneas en la demanda del Departamento de Justicia estadounidense contra S&P.
Según el gobierno en Washington, son la prueba de que los especialistas en finanzas sabían desde hacía tiempo lo mal que le iba al mercado inmobiliario estadounidense.
El intercambio de mails y los protocolos de chat son algunas de las principales pruebas del Departamento de Justicia, que acusa a S&P de haber dado, en su propio beneficio y durante demasiado tiempo, buenas notas de solvencia a títulos hipotecarios que no lo merecían y, por ello, de ser corresponsable de la crisis financiera de 2008.
La mecánica de la estafa
Los pedidos de cotización llegaban, como es usual, de los bancos que buscaban vender los títulos hipotecarios a inversores. Este conflicto de intereses fue un tema incluso dentro de S&P, según demuestran los documentos: si S&P calificaba mal, los bancos podían decidir dirigirse a otra agencia de rating para conseguir allí una mejor nota.
Pero si S&P evaluaba bien más allá de lo que sabía, estaba estafando a los compradores de los títulos hipotecarios, que fue exactamente lo que hizo, de acuerdo con la demanda.
Las conversaciones presentadas en la demanda son poco favorables para S&P: “Evaluamos todo acuerdo”, escribió un empleado a un colega. “Incluso si fuera ideado por vacas, lo evaluaríamos igual”.
La multa sería millonaria
Para Standard & Poor’s y la matriz McGraw-Hill no se trata sólo de su reputación, sino de mucho dinero. El secretario de Justicia norteamericano, Eric Holder, quiere imponer a la agencia una multa civil de 5.000 millones de dólares, varias veces lo que S&P gana en un año.
Aunque está por verse si Holder tendrá éxito ante los tribunales, lo que está claro es que las conversaciones sobre “vacas” y “castillos de naipes” ya habían sido hechas públicas por los supervisores financieros a mediados de 2008, sin que hasta el día de hoy S&P sufriera ninguna consecuencia.