El Voluntariado por la Paz lleva adelante el Programa de Educación para la paz, la no violencia y los derechos humanos. La institución, creada en 1987, está compuesta por jóvenes de diferentes edades (en su mayoría, estudiantes universitarios de diferentes carreras, como Derecho, Trabajo Social, Ciencia Política, Psicología), y su trabajo está coordinado por integrantes con una trayectoria importante en el área social.
El programa consiste en el trabajo conjunto con diferentes instituciones de la comunidad (léase escuelas, dependencias del Estado, centros comunitarios y comunidades de base, entre otras) en el desarrollo de intervenciones institucionales, acompañamiento y formación de redes de acción y prevención para la paz y la no violencia.
Para ello, con el compromiso de quienes llevan adelante esta labor y de quienes participan en el programa, se lleva a cabo un trabajo de realfabetización ciudadana, intervención sobre el malestar docente, modelos de abordaje de la violencia y resolución de conflictos.
Julio Nogueira, coordinador del grupo del voluntariado en Rosario, dialogó con El Ciudadano y expresó que se plantea la problemática de la paz “no como ausencia de conflictos sino como forma de resolver conflictos sin llegar a lo extremos de la violencia ni las guerras”.
Nogueira agregó que la creación del programa se debió a la incidencia de los docentes con los niños y sus respectivas familias. “Teníamos que elegir un campo de trabajo que diera frutos en distintos ámbitos, y los docentes son una herramienta muy eficaz”, dijo al referirse a la capacitación de 5.700 docentes en toda la provincia de Entre Ríos, durante el programa educativo.
Asimismo, remarcó que en los campos de trabajo en los que han incursionado los voluntarios, se encontraron con un sistema de violencia permanente, ya sea en el ámbito educativo, el laboral, violencia de género y violencia infantil. Es por eso que desde el voluntariado se han establecido dos grandes objetivos centrales a tratar: fortalecer el trabajo que otros tengan, y crear, si es posible, algunas líneas de trabajo complementarias.
Nogueira lamentó que en el camino de la entidad hayan surgido tantos problemas sociales como la explotación infantil a niños y niñas de entre 5 y 6 años. “Vimos la niñez en el trabajo y luego se fue ampliando y se armaron redes, trabajamos con redes asociativas vinculantes no obligatorias”, recordó.
Con esto se refirió a que trabajan con las familias y el niño, sin que esta realidad atrofie el desarrollo del niño. “Lamentablemente sabemos que hay trabajos en el campo, por ejemplo, que necesitan de personas de muy baja estatura y por eso eligen a los niños. Por otra parte no podemos desterrar al niño de ese lugar porque su familia vive con ese ingreso; por ende es una situación más que compleja. Es por eso que, por un lado, trabajamos con la familia, para que de alguna manera vaya trabajando en conjunto y así lleguen a solventarse de otro modo. Por el otro, con el niño o la niña en cuestión para que no deje de ir a la escuela, tenga sus momentos de juego, como debe ser a su edad y que tenga asistencia médica primaria.
Paralelamente, Nogueira señaló: “La paz es un conjunto de situaciones. Si no podés comer no podés votar, si no tenés recursos para poder pensar no vas a poder hacer uso de tu derecho de expresión. La paz es no tener hambre ni precarización laboral, es un derecho de condensación, la paz no es un derecho para pensar sólo en la guerra, sino en la vida cotidiana y en los grupos sociales, porque, por ejemplo, cuando te pagan menos o te pagan mal no sólo están violando tu derecho laboral, sino también el derecho a la vida y el derecho a la paz”.