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También se apuesta por quién será el nuevo Papa

Sandri y Bergoglio están entre quienes tienen posibilidades de suceder a Benedicto XVI.

Que haya dos cardenales argentinos electores y elegibles para el papado que deja Benedicto XVI basta para despertar el alma criolla, errante y viajera (querer detenerla es una quimera) que ya brotó con el anuncio de que Máxima Zorreguieta ocupará el trono holandés como consorte, vende más decir que será reina, un exceso de optimismo. La Iglesia de Roma, sus feligreses y sus críticos han dedicado siglos a detectar cuáles son las manifestaciones del Espíritu Santo; si lo hace a través de los sacerdotes o de las constituciones dogmáticas ex cathedra o no de Roma, o de las expresiones colectivas que tienen en catolicismo ese fuero especial que expresa el lema Vox Populi, Vox Dei.

Como el rumbo de la Iglesia sigue una derrota sometida a una hermenéutica de la cual surgen lecturas a veces contradictorias, el público busca detalles sobre lo que pasará en lugares insólitos. Por ejemplo, los primeros vaticinios que recogió la página de apuestas Ladbrokes, conocida en el negocio del deporte, pero que también recoge apuestas sobre hechos de interés político en todo el mundo. En su página web mostró cuáles son las tendencias entre los apostadores. Encabeza las preferencias el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, responsable hoy del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz del Vaticano, hombre de color que nació en un país que saltó a los titulares argentinos con la incautación de la fragata Libertad: Ghana. En los aprontes de Ladbrokes, Turkson manifiesta preferencias 3/1 entre los apostadores que se van anotando hora a hora en ese pronóstico.

La silla de Pedro es una monarquía de electores cuyos príncipes –los cardenales– eligen al jefe de la Iglesia; esa decisión que la Iglesia remite al Espíritu Santo que se manifiesta en el voto colectivo de los integrantes del cónclave y no surge del voto popular. Lo que digan los apostadores no determina ningún resultado, pero tampoco es un indicador despreciable. Quien apuesta por un papa y arriesga dinero es presumible que ha estudiado el contexto de la elección papal y muestra algún compromiso, hasta confesional, en el resultado. Si además se juega unos pesos ante una contienda tan hermética, lo que digan esos apostadores vale tanto como los vaticinios de los vaticanistas que presumen de saberlo todo, aunque después se equivoque. También es seguro que los apostadores han leído las profecías de los vaticanistas, con lo cual el cuadro de preferencia de las agencias de apuestas va más allá del entretenimiento. Santa Teresa les decía a sus hijas que estaban en la cocina que “Dios se mueve entre los cacharros”. ¿Por qué no habría de estarlo en las apuestas?

El listado de Ladbrokes sobre la tendencia entre apostadores sobre el nuevo Papa parece privilegiar las chances de Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación de las Iglesias Orientales y consejero de la Comisión Pontificia para América Latina. Un hombre de Lomas de Zamora que estuvo en el despacho de Cristina de Kirchner antes de la última Navidad visitando una muestra de pesebres. Su mejor amigo hoy en la política es el sindicalista de los taxistas Omar Viviani, quien visitó la semana pasada al renunciante Papa y que en las últimas horas recibió chanzas de todo tipo. Las de mal gusto le atribuían un flujo negativo en la suerte de Benedicto XVI; las más joviales imaginan que el gremio de los taxistas pueda poner al nuevo Papa. Sandri es además muy amigo del ex embajador ante el Vaticano Esteban Caselli y fue noticia hace algunos años por la defensa que hizo del banquero Trusso, enredado en un caso judicial.

En la lista de preferencias de los apostadores, Sandri ocupa un promisorio cuarto puesto –paga 6/1, y relega al fondo de la lista a Jorge Bergoglio, obispo de Buenos Aires hasta fin de año, cuando se cumplen los dos años de gracia que la Santa Sede les da a los renunciantes por edad, a los 75 años–.

Bergoglio fue una de las estrellas de la última elección papal cuando en una de las rondas logró 40 votos por sobre el centenar de quienes votaban. Es un crítico de la dirigencia criolla, a la que atiende con precisión cuando se pone frente al micrófono y, a diferencia de Sandri que se recuesta en los sectores más conservadores del cardenalato, sostiene una posición moderada y de fuerte convicción al momento de hacer balances entre progresistas y tradicionalistas. Jesuita, tiene un pasado juvenil en el peronismo y es el segundo elector y elegible en un cónclave para el cual los apostadores le daban ayer pocas posibilidades: pagaba 25/1.

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