La idea suena cuanto menos tentadora. Unir lo mejor de los equipos rosarinos para armar un seleccionado que se mida con diferentes rivales es algo seductor. Más en estos tiempos de crispación que corren. Ver a leprosos y canallas, sin olvidar a charrúas, tirolenses o salaítos, defender la misma camiseta sería un gesto por demás significativo.
Esto que en el pasado tuvo algunos antecedentes como el triunfo rosarino 3-1 sobre la selección nacional en 1974 en el Parque Independencia, en el mundo no es algo desconocido. Las selecciones de Catalunya y de Euskadi son dos ejemplos claros al respecto que han perdurado en el tiempo. Y eso es algo que de concretarse debería plantearse como objetivo por estos lados.
Y como estos seleccionados españoles basan sus convocatorias en jugadores formados o residentes durante gran parte de su carrera en esas zonas geográficas, mis elegidos tendrán esa especificación.
Mi equipo: Nahuel Guzmán; Paulo Ferrari, Paulo Killer, Gabriel Heinze, Rafael Delgado; Nery Domínguez, Lucas Bernardi, Pablo Pérez; Maximiliano Rodríguez; Leandro Armani, Ignacio Scocco.
