Un poco de paciencia, un toque de convicción y una buena medida de jerarquía individual le permitieron a Newell’s arrancar con el pie derecho su participación en la Copa Libertadores. Fue 3-1 ante Olimpia en el Marcelo Bielsa, en un partido que la Lepra debió trabajar pero en el que jamás claudicó en su intento por quedarse con la victoria.
Le costó el primer tiempo. Olimpia cerró los espacios y Newell’s no encontró la claridad para fabricar huecos. El partido le quedó cómodo al elenco paraguayo, que generó peligro con la altura de Juan Carlos Ferreyra como principal argumento. De hecho, Gabriel Heinze tuvo que sacar a relucir toda su capacidad en un par de oportunidades para abortar los avances guaraníes. Si hasta paró una pelota en la línea con el pecho después de un despeje corto de Nahuel Guzmán.
La Lepra revisó el manual en el entretiempo y salió con mayor decisión. De a poco fue arrinconando a Olimpia y asfixiarlo con la presión de Hernán Villalba y Pablo Pérez en el medio y una mayor participación de Maximiliano Rodríguez e Ignacio Scocco.
El goleador leproso metió un cabezazo a los 12 minutos tras centro de Marcos Cáceres que Martín Silva sacó con rápidos reflejos y enseguida el arquero tuvo que salir a copar la parada nuevamente ante Scocco.
Hasta que Cáceres se animó a un pase largo de zurda, Maxi encaró por izquierda y, cuando entró al área, fue derribado por Agustín Silva. Scocco cambió por gol. Ahí el camino se despejó del todo para la Lepra.
Scocco se disfrazó de enganche e inventó una sutileza para habilitar a Pablo Pérez, quien no fue egoísta y se la dio a Horacio Orzán para que la empujara. Descontó Olimpia con un cabezazo de Fredy Bareiro de pique al suelo. Pero en el final, una pifia de Agustín Silva le cayó a Maxi Rodríguez para poner, de zurda, el 3-1 definitivo.
La Lepra arrancó a paso firme también en la Copa. No se desesperó, encontró espacios y lo liquidó cuando pudo. Virtudes de un equipo en serio.