Enfermedades como la hipertensión arterial o la diabetes y los medicamentos recetados para combatirlas podrían ser desencadenantes de disfunción eréctil.
Aunque parece ser una muy mala noticia, lo cierto es que esto puede solucionarse fácilmente acordando el tratamiento entre el médico clínico y el especialista en problemas sexuales al que se consulte.
En muchos hombres, alguna de estas dos enfermedades (o las dos juntas) aparecen en edades próximas a los 60 años.
También es frecuente –aunque menos, por supuesto– que a su vez por esta edad surja algún problema sexual, generalmente la disfunción eréctil.
Lo normal en estos casos es que el paciente atribuya esa disfunción a su edad, y crea que es algo usual, y que así como apareció la diabetes o la hipertensión también apareció la disfunción y hay que aceptarla.
“Nada más equivocado ya que la sexualidad y el sexo no tienen ningún límite en la edad, y si bien puede haber adecuaciones, de ninguna manera constituye un cese natural”, explicó Néstor Daffinoti, asesor del Boston Medical Group en Argentina.
Daffinoti agregó además que “lo recomendable es ir a ver a un especialista en problemas sexuales, ya que ser diabético o hipertenso bajo ningún punto de vista significa el fin de la vida sexual”.
Para graficarlo, Daffinoti señaló un caso puntual: Alberto R. de 70 años, casado desde hace 38 años, mantenía con su esposa una vida sexual habitual, aunque lógicamente menos frecuente e intensa que la que llevaban 30 o 40 años atrás.
En determinado momento Alberto comenzó a tener problemas para lograr la erección y no pudo mantener más relaciones con su señora, lo cual lo llevó a considerar y autoconvencerse de que “hasta aquí llegué”, decisión que también fue aceptada por su compañera, de 66 años de edad.
Sin embargo, el especialista destacó que unas semanas más tarde Alberto R. decidió hacer una consulta, en la cual “el paciente nos contó que es hipertenso desde hace más de 15 años y que jamás tuvo problemas sexuales”.
“Pero también relató que un mes antes del primer episodio de disfunción le habían cambiado la medicación, y descubrimos que esa era la causa de su problema sexual. Afortunadamente nos pusimos de acuerdo con el cardiólogo en cuanto al tratamiento y la pareja volvió a su desempeño sexual habitual”, recordó Daffinoti.
La hipertensión arterial, por su mecanismo fisiopatológico afecta progresivamente a todas las arterias del organismo, desde las más grandes hasta las pequeñísimas arteriolas, como lo son las arterias retinianas en el ojo y toda la irrigación del pene (en particular las responsables de la erección).
En esta enfermedad, el daño vascular puede provocar la disfunción eréctil, ante lo cual debe consultarse con un especialista.
Por su parte, la diabetes actúa por dos mecanismos: por una parte se inflaman las paredes internas de todas las arterias (endotelios).
Así es como la inflamación de las arterias retinianas lleva gradualmente a la “Retinopatía Diabética” y hasta a la pérdida de la visión.
Pero al mismo tiempo del daño vascular, la diabetes lesiona a los pequeños nervios de todo el organismo y entre ellos a los responsables del arco neurovascular de la erección.
Por esta razón, también esta enfermedad puede desencadenar la disfunción eréctil, y también la recomendación es visitar a un especialista.
En el tratamiento de estas enfermedades, y de otras, muchas veces los medicamentos que –aun bien indicados– se utilizan para tratar algunas enfermedades pueden provocar algún tipo de disfunción eréctil.
Al respecto, el asesor para el Boston Medical Group indicó que “en estos casos la solución llegará si el paciente entiende la necesidad de la consulta y la realiza, con el acuerdo del médico clínico con el especialista en problemas sexuales masculinos”.
“Así, se podrán solucionar ambas cuestiones cubriendo la patología de base con uno de los tratamientos adecuados, pero sin que incida en lograr una erección satisfactoria”, concluyó.