A veces da la sensación que Central gana de cualquier manera. Como si no importasen las formas, ni los conceptos. Arranca con la idea de derrotar a su rival, y tarde o temprano termina haciéndolo. A tal punto que lleva 9 triunfos consecutivos, y en ningún caso convirtió más de dos goles. Tampoco se trata de un equipo austero, es generoso en el gasto para buscar el objetivo. Pasa que le falta definición, ajuste en la puntada final.
Ayer, contó con un muy buen primer tiempo de Nery Domínguez. El pibe, desde el centro de la cancha, y sin perder la elegancia jamás, distribuye como un titiritero. Sigue faltando el mejor Méndez, si bien es auxilio permanente porque no se esconde jamás, está errático y apurado en el desenlace de sus acciones. Peppino de zurda estuvo cerca, Sessa le sacó un buen cabezazo a Medina, y Toledo también desperdició lo suyo. Era más Central, pero no supo resolverlo.
Claro que su insistencia suele redituarle resultados positivos, se transforma en triunfos. Y cuando Boca Unidos, de aceptable partido, se mostraba más tranquilo y hasta sobrando algunas situaciones llegó la chambonada de Sessa. Sacó corto del arco, y el pecho de Toledo (muy atento) encontró a los defensores saliendo, rebote y penal. Después, Encina con un estilo muy particular, casi jugando al distraído, se encargó de someter al descontrolado arquero (se adelantó tres metros, mínimo).
Parafraseando al mismo Miguel Russo: “Esto es Central”. Transformado en un equipo ganador, que no luce nunca. Pero es sumamente eficaz. Hoy es el único puntero. Y ese título temporario no lo va a marear. Todo le cuesta demasiado, y como en la vida, el sacrificio enseña el camino. Será por eso que hace nueve fechas que viene ganando, no importa cómo, pero gana.