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La región se jugó a fondo con Argentina por Malvinas

Las naciones de Latinoamérica y el Caribe rubricaron dos documentos: por la soberanía y por el petróleo.

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Acorde con los deseos de la Casa Rosada, los jefes de Estado y gobierno de América latina y el Caribe expresaron ayer en México un  fuerte respaldo al reclamo argentino por la soberanía de las Malvinas. Primero lo hicieron en los discursos pronunciados durante la primera sesión de la cumbre regional, y luego lo plasmaron en dos documentos, el segundo de los cuales hace referencia al inicio de exploraciones hidrocarburíferas autorizadas unilateralmente por Londres en aguas bajo disputa, que incrementó la tensión entre Londres y Buenos Aires. La presidenta Cristina Fernández aprovechó esta solidaridad sin fisuras –tejida en los días previos por el canciller Jorge Taiana– para renovar su exigencia de que Naciones Unidas obligue al Reino Unido a sentarse a la mesa de negociaciones por el archipiélago y le ordene retrotraer además su reciente avance sobre los recursos naturales de la región circundante.

El contundente apoyo regional fue materializado en dos declaraciones de la XXI Cumbre del Grupo Río que se desarrolla hasta hoy en las afueras de Cancún: una sobre la histórica disputa de soberanía y la restante sobre la exploración hidrocarburífera que Gran Bretaña acaba de comenzar en las aguas que rodean al archipiélago.

En su discurso de la sesión plenaria del encuentro, la jefa del Estado agradeció el respaldo de América latina y el Caribe en pleno, y reiteró que “Argentina va insistir en su reclamo” por la soberanía del archipiélago, “siempre con vocación democrática y pleno respeto del derecho internacional”.

La cuestión Malvinas, de hecho, ocupó los 20 minutos de la exposición de Cristina Fernández. Y se dio contemporáneamente a la ratificación, por parte de las autoridades de las islas, del comienzo de la exploración petrolera (ver aparte).

La ofensiva diplomática argentina dio así un primer fruto 48 horas antes de que el canciller Taiana desembarque en Nueva York para la segunda fase: llevar el mismo reclamo al secretario general de Naciones Unidas, el surcoreano Ban Ki Moon.

En ese marco, la presidenta se quejó de que los países “que tienen un sillón permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas pueden violar una y mil veces, sistemáticamente las disposiciones” del propio organismo “mientras que el resto de los países se ve obligado a cumplirlas”. Es que el Reino Unido es uno de los cinco Estados que tiene una plaza en el órgano rector de la ONU, y el consiguiente derecho a veto en las cuestiones más graves.

La jefa del Estado insistió en que la ocupación de Malvinas es un inaceptable resabio de colonialismo en pleno siglo XXI, y de paso cuestionó a Inglaterra –pero no sólo a ella– al marcar los actuales avasallamientos militares de las potencias.“No estamos en Afganistán, no estamos en Irak, nos oponemos a cualquier tipo de ocupación y violación del derecho internacional”, interpeló la presidenta en uno de los pasajes más fuertes de su discurso. Y lo hizo en un escenario donde, además, se discutió la necesidad de crear organismos regionales que no estén sometidos a las “injerencias” de los países centrales como es el caso de la Organización de Estados Americanos.

El encargado de comunicar el apoyo fue el presidente mexicano Felipe Calderón, anfitrión de la “Cumbre de la Unidad” en la que participaron 33 jefes y jefas de Estado y gobierno de América latina y el Caribe: “Hemos aprobado dos textos: una declaración donde los presidentes presentes reafirman su respaldo a los legítimos derechos de Argentina en la disputa de soberanía con el Reino Unido relativa a la cuestión Malvinas“, informó el mandatario. Y completó: “Hay otro texto, un comunicado especial sobre la exploración hidrocarburífera en la Plataforma Continental”.

Uno de los tramos más consistentes del discurso de Cristina fue el que dedicó a desactivar las “culpas” locales por la aventura bélica que encabezó el dictador Leopoldo Galtieri en 1982, que de hecho resultó operativa a los intereses británicos.

“Aquella decisión agónica de una junta militar acorralada fue funcional a lo que sin duda era una decisión que ya se había tomado”, dijo Cristina. Y recordó que en esa época los argentinos “no sólo no podían elegir sino además eran o encarcelados o desaparecidos”, para concluir: “Nadie puede pretender que los argentinos, en sus grandes mayorías violentados por esos gobiernos dictatoriales, nos hagamos cargo de lo que sucedió en esas etapas”.

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