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Fecha para conmemorar con jornadas para la lucha y la memoria

Por Carlos Solero.- El 8 de marzo es el día internacional de la Mujer y también se recuerda el comienzo de la Revolución Rusa de 1917.

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El 8 de Marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, una fecha que evoca la larga lucha, que aun no ha cesado, de las mujeres por alcanzar el ejercicio efectivo de sus derechos individuales y sociales.

Hablamos de conmemoración pues la condición de las mujeres en la sociedad dista de tener motivos  de festejo. Una larga lista de situaciones fundamenta esta afirmación: no han cesado los feminicidios, las redes de trata  continúan y permanecen. Diversas formas de violencia explícita y encubierta tienen como blanco predilecto a las mujeres. El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer por iniciativa de la luchadora obrera socialista Clara Zetkin, que evoca, por un lado, la realización en 1857  de una marcha convocada en el mes de marzo por el sindicato de costureras de la compañía textil de Lower East Side, de Nueva York, que reclamaba una jornada laboral de sólo 10 horas. También la huelga en marzo de 1867 de las planchadoras de cuellos de la ciudad de Troy. Además de una multiplicidad de luchas que las mujeres sostuvieron en diversas latitudes del mundo.

Cabe señalar  que el 8 de marzo como fecha emblemática de lucha por los derechos femeninos es de algún modo un cruce de historias, en el que hechos y situaciones construyen un panorama complejo. Pues el movimiento de mujeres, como todo movimiento social, no ha sido y no es homogéneo, ciertos hitos históricos marcan  u orientan conductas y generan enfrentamientos o confluencias. Pongamos por caso la Primera Guerra Mundial, la revolución Rusa de 1917, la lucha por el derecho al sufragio femenino, los enfrentamientos entre socialistas revolucionarias, sufragistas y anarquistas.

Hay que destacar también la creciente organización de las mujeres en las organizaciones de trabajadoras y trabajadores ya desde  fines del siglo XIX y los albores del siglo XX. La región Argentina tiene ejemplos emblemáticos como los de las anarquistas Virginia Bolten, Juana Rouco Buela, María Collazo, Luisa Lallana o mujeres socialistas como Alicia Moreau y Carolina Muzzilli.

El presente muestra un persistente y creciente protagonismo femenino en las luchas de los movimientos de campesinos pobres, en la defensa del medioambiente, en los conflictos por la salud y la educación pública y en muchos otros ámbitos.

Nos parece importante debatir sobre los días de las mujeres en las sociedades en las que abunda el doble discurso y la doble moral.

El 8 de marzo es una de esas  fechas que debe interpelar nuestras conciencias más allá de los géneros estereotipados por los macropoderes dominantes en la sociedad.

Marzo de 1917, Vísperas de una Gran Revolución en Rusia

El 8 de Marzo de 1917 dio comienzo un largo proceso histórico con diversas etapas que por diferentes razones es uno de los insoslayables en la historia contemporánea: la Revolución Rusa. Si bien se toman en cuenta a la hora de analizar este proceso las jornadas de octubre y noviembre de 1917, fue en marzo de ese año que se concretó la abdicación del zar Nicolás Romanoff. Pertenecía a una familia originaria de Prusia cuyo jefe Miguel fue elegido zar de Rusia en 1612. Nicolás II sería el último miembro de la dinastía que abdicó el 15 de marzo de 1917 y a quien los guardias rojos fusilarían junto a toda su familia el 16 de julio de 1918. A pesar de no detentar poder formal alguno Nicolás Romanoff conspiraba contra la revolución coaligado con los guardias blancos como Wrangel y Denikin, contando con el apoyo de capitalistas y jerarcas de las potencias occidentales.

La caída del régimen de los Romanoff significó la apertura de un período en el que orientado por la Duma (Parlamento) se formó un gobierno de transición que tuvo como primer ministro a Alexander Kerensky.

Kerensky era un político de tendencia moderada y democrática que permaneció en su cargo entre los meses de julio y noviembre de 1917.

Según explica el militante revolucionario anarquista ruso Boris Yelensky en su libro La lucha por la igualdad, los acontecimientos de febrero-marzo de 1917 en Rusia tuvieron alto impacto en los exiliados políticos rusos de diversos lugares del mundo, que comenzaron a abrigar la esperanzar de retornar para sumarse al proceso revolucionario en marcha.

En efecto, las luchas contra el despótico régimen zarista se venían dando desde el siglo XIX. Populistas, anarquistas, socialdemócratas y socialistas revolucionarios propiciaron insurrecciones ferozmente reprimidas.

En 1905 se dio un levantamiento popular que tuvo como respuesta una matanza frente al palacio imperial. Este hecho luctuoso despertó la conciencia de las masas de campesinos y obreros y hasta se organizó el primer Soviet (Consejo de obreros) de la historia como lo testimonia el ácrata Volin en su libro La Revolución Desconocida.

Son interesantes de recordar dos reflexiones del ya citado Yelensky: “Los primeros meses de la Revolución Rusa lograron un sentimiento de fraternidad entre los diversos grupos opuestos al zarismo, pero esto no duró demasiado pues los bolcheviques buscaban imponerse a las demás tendencias con sus métodos autoritarios”. De hecho y en el propio territorio de Estados Unidos de Norteamérica se produjeron incidentes entre bolcheviques, mencheviques y anarquistas, estos últimos organizados en el IWW (Internacional de Trabajadores del Mundo).

El devenir de la Revolución Rusa pondría de manifiesto estos enfrentamientos con los acontecimientos de Ucrania, cuando la represión al Movimiento Machnovista y con la brutal represión ordenadas por Lenin y Trotsky en Kronstadt en 1921.

Pero estos son otros capítulos de un largo y complejo proceso que culminó en 1991 con la disolución formal de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

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