Por Miguel Passarini
Luego de inaugurar el pasado 17 de marzo su temporada en el primer coliseo nacional, el Ballet Estable del Teatro Colón abre la gira nacional en Rosario con su Trilogía neoclásica, que se ofrecerá esta noche, en una única presentación, a las 21 en el teatro El Círculo (Laprida y Mendoza). Bajo la dirección de Lidia Segni, el destacado cuerpo de baile ofrecerá un programa que incluirá las piezas “Vivaldi en concierto”, “Fuga técnica” y “Tango”.
“Salimos a recorrer el país con las primeras figuras del Colón, muchas de ellas, como ocurre con el primer bailarín Pablo Ledo, son conocidas en Rosario, dado que es una ciudad con una gran tradición en relación con la danza y la convocatoria de grandes ballets”, destacó la coreógrafa Lidia Segni, quien ingresó al Colón en 1970, respecto del recorrido que también incluye ciudades como San Nicolás, Santa Fe, Córdoba y Mendoza.
El concepto que unifica los tres ballet de la trilogía que se presentará esta noche es el carácter neoclásico de sus coreografías, entendiendo por neoclásicas a aquellas que, sin abandonar completamente el vocabulario clásico, aportan nuevas formas, nuevas temáticas y enfoques de expresión.
“Es el programa con el que abrimos la temporada en el Teatro Colón, con obras que si bien se diferencian en sus estilos se enmarcan dentro del neoclásico”, adelantó Segni, quien agregó: “El programa comienza con «Vivaldi en concierto», que es con música de Vivaldi y que es completamente clásico, donde bailan Maricel De Mitri y Adrián López junto a Carla Vincelli y Vagram Ambartsoumian, y después viene una «Fuga técnica», que le pertenece a un coreógrafo belga, Éric Frédéric, con música de Alexander Balanescu, donde bailan Nadia Muzyca y Federico Fernández. Es un ballet para el gran lucimiento técnico; son como fuegos artificiales en escena, donde se exponen todos los recursos técnicos que nos aporta la danza en este momento, apelando al gran virtuosismo de los intérpretes. Y el cierre será con «Tango», una coreografía mía (con asesoramiento coreográfico de Julián Galván), algo muy tradicional con música de Astor Piazzolla, donde bailan siete parejas protagónicas que muestran algo muy argentino, muy propio”.
Respecto de las variables del neoclásico frente a la tradición más academicista, la bailarina y coreógrafa, que en su momento, a finales de los años 80, trabajó como maestra junto a Eleonora Cassano y Julio Bocca en un gran período de popularización de la danza clásica en la Argentina (ver aparte), expresó: “La base es la misma, porque la escuela clásica es una sola; lo que sucede es que, cuando hablamos de clásico puro, estamos hablando de un repertorio tradicional como son, entre muchos, El lago de los cisnes, La bella durmiente o Don Quijote, que en todos los casos hacen a la tradición de la danza clásica. El neoclásico, dentro de la misma escuela, tiene un vocabulario que ofrece una libertad mayor, y permite mostrar otras facetas respecto de lo que un bailarín, de formación clásica, puede hacer dentro de la danza”.
La directora, que volvió a hacerse cargo del Ballet del Teatro Colón en 2009, expresó que la idea de recorrer los escenarios argentinos, del mismo modo que los internacionales, estuvo siempre presente para cuando el ballet estuviese bien afiatado. “Esta es una compañía totalmente renovada, con bailarines de entre 16 y 30 años, y la idea es que se la conozca. En el recorrido, y tras la gira nacional, con el mismo programa que ofrecemos en Rosario viajaremos a Omán (país del suroeste asiático). Es un desafío en muchos aspectos porque es una cultura muy diferente a la nuestra. Por ejemplo: tuvimos que cambiar parte del vestuario porque allí no se pueden mostrar las rodillas y los brazos”.
Finalmente, en relación con cuestiones económicas y dificultades que la compañía debió atravesar en los últimos años, en el período previo a la terminación de las remodelaciones del Colón previstas para el Bicentenario, aunque terminadas un año después, Segni dijo: “Hoy el teatro está en perfectas condiciones, salas de ensayo, camarines, sala principal, escenario; y los bailarines están recibiendo todo aquello que hacía tiempo no recibían, cosas que son imprescindibles y que tienen que ver con el trabajo diario. Pero además, en estos dos últimos años, pudimos traer a grandes maestros de la danza a nivel internacional y creadores que enseñan las obras de aquellos coreógrafos que ya murieron, lo que ha enriquecido mucho el perfil de toda la compañía”.
Un momento histórico
Directora del ballet estable del Teatro Colón por varios períodos, coliseo al que ingresó como bailarina en 1970 para, en 1977, pasar a ocupar el lugar de primera bailarina, en 1989 Lidia Segni comenzó a trabajar junto a Eleonora Cassano y Julio Bocca, pareja emblemática de la danza, como maestra preparadora, y viajó con ellos a Moscú e Italia, y a los más importantes festivales europeos. En ese mismo año, participó de la formación del Ballet Argentino siendo nombrada directora general, hecho que se revela como un momento bisagra en la historia de la danza en el país.
“Hubo una época de oro en el Teatro Colón en los años 70; después vinieron años no tan buenos. Con la llegada de Julio Bocca en los años 90 la cosa cambió. Su nombre le dio a la danza un movimiento impensado porque la volvió popular: la llevó a las plazas, a los estadios, la gente comenzó a seguirlo y llegamos a hacer quince Luna Park repletos. Eso ayudó muchísimo, y hoy en día la danza se volvió a recuperar y tenemos gente muy talentosa, aunque, obviamente, no nace todos los días un Julio Bocca. El consiguió que los medios y la gente hablen de la danza, y eso no pasó sólo acá sino que fue un fenómeno que lo acompañó en todo el mundo”, dijo.