La pregunta de los periodistas que lo rodeaban era sencilla: ¿Qué ocurriría en Rosario si lloviera lo que llovió en Buenos Aires o La Plata? Y la respuesta del funcionario fue como mínimo inquietante: “Vamos a tener situaciones similares en algunos barrios”. Así contestó el secretario de Gobierno municipal, Fernando Asegurado, a la cuestión. Y cuando todos traducían la respuesta como “no hay remedio”, el funcionario remontó: “Se están haciendo tareas de mantenimiento y las obras necesarias para dar una mayor cobertura a los vecinos de la ciudad”. Pero de igual modo advirtió: “Esto deja en claro algo que es conocido por todos, y es que los estándares a los que estábamos acostumbrados con respecto al clima están cambiando desde hace un tiempo de manera muy veloz y crítica”. Así, lo lógico sería que el gobierno, tanto nacional como los provinciales y municipales deban ponerse “a tiro” para evitar situaciones de catástrofe. Pero la cuestión, se sabe, no es sencilla, y el propio ministro de Aguas, Servicios Públicos y Medio Ambiente, Antonio Ciancio, recordó el poco aporte que hace el gobierno central para la realización de millonarias obras de infraestructura necesarias. La sensación que queda es que aún hay mucho por delante y sólo resta apostar y poner las fichas sobre la suerte para no tener que sufrir nuevamente las consecuencias de un fenómeno como el de diciembre del año pasado. O quizás peor.
Quien también analizó lo ocurrido en las ciudades de la provincia de Buenos Aires fue el secretario de Obras Públicas del municipio, Omar Saab: en la misma línea, admitió que Rosario estaría en serios problemas en una situación similar a la de Buenos Aires y La Plata. “Esto ocurriría tanto en Nueva York como en el resto de las ciudades y es porque el diseño de los desagües pluviales tiene una recurrencia determinada. ¿Qué quiere decir esto? Que se toman parámetros estandarizados internacionales de cantidad de agua por hora que puede caer y eso se llama recurrencia. Nuestro sistema está calculado en una densidad de lluvia de 50 milímetros por hora como máximo, eso es lo que puede soportar. Para que se den situaciones como las de La Plata o Buenos Aires las lluvias tienen que ser muy importantes”, marcó.
“Nosotros hemos tenido situaciones como en la última lluvia de diciembre con algunos sectores inundados pero fueron no sólo una variable sino que han confluido varias cuestiones simultáneas que provocaron esta situación. La ciudad, en general, está preparada para las lluvias normales y cuando se dan estos fenómenos que tienen una recurrencia centenaria –o mayor, incluso– ninguna ciudad está preparada para eso”, continuó Saab.
Lo que todo esto deja en claro es que el cambio climático está presente y que es necesario repensar varias cuestiones. “Lo que se está discutiendo es si es necesario un cambio de estandarizaciones. Algunos expertos aseguran que no es una cuestión de que llueve más que antes sino que ahora las tormentas se localizan en una superficie menor, es decir, cantidades similares que antes llovían en una mayor cantidad de superficie ahora están más concentradas. Nuestro equipo técnico está estudiando el tema, redimensionando, vamos a hacer algunas obras complementarias, estamos proyectando los emisarios que faltan en la ciudad, en algunos sectores del noroeste, que pueden sanear varias hectáreas y mejorar la situación, aumentando la capacidad de algunos sumideros”, aseguró Saab.
“Si tuviéramos que calcular una lluvia de 200 milímetros por hora la verdad es que ninguna ciudad podría afrontar semejante cuestión. Y quizás no habría ni siquiera espacio para conductos tan grandes que soporten eso”, advirtió sin embargo el titular de Obras Públicas.
Por su parte, el ministro Ciancio explicó qué es lo que se le viene planteando a la Nación desde hace tiempo: “La necesidad de tomar una referencia ambiental acorde a los tiempos que estamos viviendo”, sintetizó. “En ese sentido –explicó– hay un sinnúmero de obras que se tendrían que hacer en una costa tan dilatada como la del río Paraná y el interior de la provincia, y que ameritan un plan nacional regional de protección contra inundaciones. Esto fue acercado a distintos funcionarios con documentos, proyectos y la situación es que no hemos tenido mayores novedades. Igualmente, con nuestros recursos hemos iniciado obras importantes que han sido prioritarias para nuestra gestión desde un primer momento”, remarcó.
“Nosotros lo que pedimos son recursos que la Nación, por una cuestión de federalismo, debería aportar a la provincia de Santa Fe. Otra de las cosas puede ser que nosotros busquemos recursos a nivel internacional y los usemos para obras de suma importancia. El agua no tiene color político, es una de las pocas cosas que es muy difícil detener. Al fuego uno lo puede sofocar. Hay veces que la furia es enorme y lo que deja es desolación. A partir de ahí lo que tenemos que darnos cuenta es que estos eventos antes no se producían y ahora sí. Por eso creo que lo que estamos haciendo y lo que vamos a tener que hacer son dos cosas: por un lado hacer más obras pero por otro lado revisar los comportamientos humanos. Esto no se va a resolver solamente con más obras sino también con más conciencia”, concluyó.