Guillermo Moreno sigue avanzando en su congelamiento de precios. Además de los súper e hipermercados, por primera vez incorporará a la causa a varios de los grandes productores de alimentos, bebidas y artículos de uso masivo, y sumará esta semana a varios más. Entre otras empresas, no subirán precios Bimbo, Procter & Gamble, Unilever, Quilmes, Danone y Sancor. Los representantes de estas compañías ya circularon por las oficinas del secretario de Comercio Interior, y se comprometieron a no aumentar sus precios de provisión a los súper e hipermercados, al menos hasta junio próximo. En el listado de compañías que aguarda Moreno para que le den la misma noticia esperan Molinos, Arcor, Coca-Cola, Pepsico, Ledesma y Luchetti, entre otras. Todas deberán profesar fe en el congelamiento que impulsa el secretario de Comercio, y comprometerse además a garantizar la existencia de los productos en la góndolas de los súper e hipermercados. Se descarta que todos lo harán.
Es una forma, para los privados, de demostrarle al superfuncionario que están dispuestos a poner el hombro y a mantener en las góndolas los productos y los mismos precios que rigen desde febrero. Es una forma además de mostrarle a Moreno buena voluntad en momentos en los que muchos de los que le aseguraron provisiones y precios controlados estaban en la mira. Sucede que en estos días el secretario tiene un listado confeccionado sobre los productos que podrían acelerar su proceso de importación, una tendencia que por ahora sólo tiene autorizaciones (muchas) para bienes de alto valor agregado y que en las góndolas, tal como adelantó este diario el lunes pasado, se ubican dentro de los productos premium. La idea de Moreno es extender la cantidad de autorizaciones para productos provenientes del exterior, a bienes menos onerosos, con el objetivo de sostener los precios vigentes. Para las empresas esto es sólo una amenaza, y aseguran que están dispuestas a negociar la estabilidad de los valores, al menos hasta junio próximo. Y quizá más también.
Para que esta última promesa se cumpla, hay un capítulo clave que las compañías privadas de alimentos y bebidas quieren discutir con Moreno. Este mes, los dos sectores tienen que empezar a discutir sus paritarias para cerrar los aumentos salariales de 2013. Las empresas ven en su eventual buena predisposición para sumarse a la cruzada morenistas contra la inflación una forma de prenda para que desde el Gobierno se las apoye en el reclamo de frenar las primeras embestidas de alza de salarios, que, en el caso de las bebidas, se reclama más del 30% de aumento de salarios. La gran esperanza de los privados es que el cierre final de las negociaciones paritarias no implique aumentos de más del 20%, lo que, según el criterio de los fabricantes de alimentos y bebidas, podría ser absorbido con los precios actuales. Todo bajo la esperanza en realidad de que luego de las elecciones de octubre todo vuelva a tener cierta normalidad y se le pueda garantizar una recomposición de precios hacia fin de año.
Lo que exponen las empresas de alimentos y bebidas a su favor en el momento de reclamar moderación en los aumentos de salarios de este año es que en los ejercicios anteriores fueron de los que más aceptaron incrementos importantes, ante el pedido (y el peligro) del crecimiento dentro de las compañías de las «comisiones internas» de izquierda, especialmente luego del largo conflicto en Kraft de 2009 y Pepsico en 2010. Para frenar este avance se les aceptó a los oficialismos sindicales aumentos de más del 26% en promedio en los últimos tres años. El objetivo se logró, y los «gordos» de Rodolfo Daer (alimentos) pudieron retener el poder.
Mientras se define esta negociación, los súper e hipermercados siguieron sumando importados a sus góndolas, como lácteos (principalmente quesos especiales), embutidos, fideos, galletitas, sopas, aderezos, conservas, productos de snack, enlatados, vinos, cervezas, gaseosas y espumantes. Todos tienen por ahora precios más altos que los nacionales, con diferencias de entre un 10% y un 20% en sus similares. Otros directamente no tienen competidor local. Lo importante para los privados es que estos productos no cuentan como integrantes de la canasta de alimentos y bebidas que Moreno quiere que tengan precios congelados, con lo cual la ganancia que les aportan a los privados es 100% ingresos liberados. Con esto los súper e hipermercados que aceleraron la llegada de los importados a las góndolas (Carrefour, Disco, Jumbo y Walmart) pueden mejorar sus márgenes de ganancias perdidos por el congelamiento.
Un problema en el mediano plazo que le surgió a Moreno, en parte, con su intención de disciplinar a los privados con la amenaza de abrir importaciones, fue el conflicto con Uruguay desatado por la verborragia desvariada del presidente del país vecino, José Pepe Mujica. Sucede que gran parte de la esperanza morenista de la llevada de productos frescos y baratos que compitan directamente con los locales para controlar los precios debería provenir del país vecino. En especial están en este listado los lácteos, carnes, frutas y verduras. El secretario de Comercio incluso ya había comenzado a establecer contactos con los productores uruguayos a través de los propios supermercadistas (que tienen relación directa y sólida con sus colegas supermercadistas del estado vecino), y, se dice, sólo se esperaba la orden oficial para comenzar a acelerar los embarques. Se espera que el conflicto por ahora se mantenga en cuestiones meramente diplomáticas, y que otras áreas oficiales no propongan sanciones comerciales que frenen importaciones uruguayas, prácticamente congeladas desde hace más de cuatro años.