Las economías regionales se vieron beneficiadas en los últimos años por el alza de los precios internacionales de los bienes que producen. Sin embargo, en los últimos cinco años perdieron competitividad debido al atraso cambiario, según un reciente documento económico.
La mayoría de los productos de las economías regionales observó una caída de 20 al 57 por ciento del tipo de cambio real sectorial, calculó el Ieral, instituto de investigaciones de la Fundación Mediterránea.
El informe elaborado por el investigador Jorge Day recordó que la cotización del dólar oficial aumentó a un menor ritmo que la inflación real. Y pronosticó que está situación continuará, al menos, hasta las elecciones de octubre próximo. “Para los exportadores, no es una buena señal, puesto que sus costos continuarán creciendo en dólares, complicando sus ventas al exterior”, interpretó el Ieral.
Para el análisis regional, el instituto comenzó tomando como referencia la soja, principal producto de exportación del país. El Ieral tuvo en cuenta el precio promedio de exportación y los costos unitarios en la Argentina expresados en dólares “oficiales”. Desde 2007, es decir en el término de cinco años, los precios de la soja aumentaron casi 70 por ciento en dólares, mientras que el costo unitario argentino lo hizo un 90 por ciento. Y concluyó que en estos últimos años se vio deteriorada la rentabilidad del exportador sojero.
El Ieral tomó además otros productos regionales y concluyó que el comportamiento es similar al de la oleaginosa:
-En casi todos los productos considerados, su actual indicador de rentabilidad está por debajo del que estaba vigente durante 2007. En general, la caída supera el 20 por ciento.
-La excepción es el ajo, que venía de precios muy bajos en 2012 –por la invasión de ajo chino a Brasil–, y se estaría recuperando desde inicios de 2013.
-Los productos más afectados fueron la ciruela desecada, la naranja y el aceite de oliva.
Además, el informe destacó que el deterioro es mayor en el caso de actividades intensivas en mano de obra –por ejemplo, frutas–, ya que los costos salariales aumentaron en mayor proporción. “Al notar el deterioro de su rentabilidad, el exportador agroindustrial intentará trasladar parte de su problema al productor primario”, razonó el Ieral. Y ejemplificó también con el caso de la vitivinicultura, para la cual los precios de uvas para vinos varietales casi no se incrementaron en los últimos dos años, en un contexto de inflación superior al 20 por ciento anual.
El Ieral aclaró que los indicadores de rentabilidad elaborados no tienen en cuenta el volumen, sólo los precios relativos. “Por ejemplo, hubo cupos para exportar maíz. Quien puede exportar recibe el precio internacional, pero como queda maíz sin exportar, presiona para una disminución en su precio local, especialmente el que recibe el productor primario”, completó.
Y agregó que la situación de deterioro de las economías regionales es compatible con un dólar oficial que se ha venido retrasando frente a los costos internos y, por ende, generando “inflación en dólares”.