Todo indica que el domingo coronará una semana atípica de abril en materia climática, una especie de guiño otoñal a un verano que se resiste a partir. En ese marco, el violinista y cantautor Leandro Lovato festejará sus diez años de carrera solista con un concierto al aire libre junto a su banda e invitados sorpresa. La cita será con entrada gratuita, desde las 15, en La Pérgola del CMD Centro (Presidente Roca y el río Paraná), donde además presentará Violinisto, su último y muy recomendable disco editado el año pasado. En el material, además de repasar y revisar algunos clásicos como la zamba “La siete de abril”, de Andrés Chazarreta o “El gatito de Tchaikovsky”, de los Hermanos Ávalos, Lovato se anima con nueve temas de su autoría.
“Va a ser una gran fiesta, vendrán muchos amigos de distintos puntos del país, gente muy querida que nos va a acompañar. Yo marco mi carrera por etapas, y esta es la última: son diez años como solista, y con este disco editado el año pasado siento que cerramos un momento para comenzar otro. Es un disco que, de algún modo, resume este recorrido”, expresó Lovato.
En el séptimo trabajo discográfico del músico nacido en 1977 en Granadero Baigorria, está clara la distinción entre músico y “violinisto”, que para don Sixto Palavecino y en el marco de la “cosmovisión santiagueña” refiere a aquél que tiene por oficio “tocar el violín para el disfrute de la gente”.
“Como está el bombisto, está el violinisto; es una definición exquisita de don Sixto, una manera de catalogar un estilo y una forma de tocar. Habitualmente, en las reuniones familiares, él pedía algún «violinisto» para que se sume y regale su arte”.
Tan potente es la presencia de don Sixto en la carrera de Lovato que, además de incluir sus palabras como uno de los cortes del disco, le dedica el gato “Pa’ don Sixto”, del mismo modo que en el trabajo suma la participación de otros grandes artistas como Peteco Carabajal, Luis Landriscina, Monchito Merlo, Miguel Ángel Morelli y hasta virtuoso pianista y coterráneo Joel Tortul, en una versión de “Por una cabeza”.
Dueño de una profunda sensibilidad y al mismo tiempo de una gran simpleza en sus palabras, el artista, que tuvo entre sus maestros a Aurelio Puccini, “mi maestro de toda la vida, que nunca me cobró un peso para enseñarme a tocar el violín, porque de otro modo yo no hubiese podido aprender”, dice, habló del alma del violín, un instrumento que lo acompaña en toda su carrera artística y a cada lugar al que va, porque se convirtió en su medio de expresión. “Una vez, hablando con Héctor Larrea, con quien me une una relación de amistad desde hace muchos años, después de tocar en su programa, muy emocionado, me dijo: «¿Vos sos consciente de que tocás el instrumento que tiene el timbre del alma?». Y la verdad que me dejó mudo, porque era lo que yo, como intérprete, había sentido siempre, desde chico, pero no podía ponerlo en palabras. Es algo que definió mi trabajo de allí en más; entendí que el violín tiene una conexión directa con el alma de las personas, sobre todo si se tiene en cuenta que adentro, debajo del puente, el violín tiene un palito que se llama alma”.
Finalmente, respecto de su singular, simbiótico vínculo con el instrumento, expresó: “Con el paso de los años, he notado que con el violín puedo transmitir mi estado de felicidad o de tristeza sin hablar, sólo tocando”.