¿Manadas de mamuts recorriendo nuevamente la helada Siberia? No se trata de una nueva versión de la película de ciencia ficción Jurassic Park, sino de una hazaña de genetistas que esperan poder resucitar especies extintas desde hace décadas, incluso milenios, gracias a su ADN.
Hace hoy sesenta años –el 25 de abril 1953– Francis Crick y James Watson describieron por primera vez la estructura del ADN (ácido desoxirribonucleico), la famosa molécula en forma de doble hélice que contiene el patrimonio genético de toda forma de vida.
Hoy en día, algunos expertos intentan clonar especies extintas a partir de antiguas muestras de ADN conservadas en museos.
Sin embargo, traer a la vida dinosaurios extintos hace 65 millones de años, como en la película de ciencia ficción de Steven Spielberg sería algo inimaginable debido a que su ADN estaría demasiado degradado. Pero los expertos creen poder volver 200.000 años atrás en el árbol de la evolución, lo que es más que suficiente para resucitar a tigres dientes de sable o a hombres de Neandertal.
“Supongo que si no hubiera ninguna ley o moral en contra, podríamos repoblar grandes extensiones de Siberia con mamuts y leones de las cavernas”, dice Hendrik Poinar, experto en genética molecular evolutiva de la Universidad canadiense de McMaster.
“Pero la verdadera pregunta es: «¿Hay que hacerlo?»”, se interrogó.
Carrie Friese, socióloga de la London School of Economics, teme que esta carrera científica deje de lado a la ética.
“Me temo que se piensa más en lograrlo y no en lo que se hará con el ser vivo que resulte”, dice Friese.
“Un animal es más que su genoma”; no todo está inscrito en su ADN. ¿Cómo aprenderá a alimentarse, a cazar o a volar…? En pocas palabras, “¿Cómo un dodo (ave extinguida de Oceanía) aprende a ser un dodo?, se interroga Friese.
Hank Greely, especialista en bioética de la Universidad estadounidense de Stanford, se muestra entusiasta ante la eventualidad de resucitar una especie extinta, pero no a cualquier precio.
En efecto, muchas especies desaparecieron junto a su entorno natural y su descendencia clonada no tendría a dónde ir, lo que las convertiría inevitablemente en animales de zoológico.
O incluso las especies resucitadas podrían volverse “invasivas” y colonizar algunas áreas en detrimento de otras especies en peligro de extinción.