Por Miguel Passarini
Convertida en una de las piezas más requeridas de la escritora y dramaturga porteña Claudia Piñeiro (Las viudas de los jueves, Un mismo árbol verde) de los últimos años, desde el viernes pasado, Verona está de regreso en los escenarios rosarinos.
De este modo, con las actuaciones de Griselda Centini, Antonela Cattaneo, Melina Dell Oste y Sebastián Sandoná, bajo la dirección de Leandro Aragón y con escenografía de Jorge Nieto, Verona se presentará todos los viernes de mayo y junio, a partir de las 21.30, en la sala La Morada (San Martín 771).
“Es una comedia que encierra un problema familiar que es muy interesante de tratar, porque a través del humor las cuestiones de familia, por amargas que sean, siempre se vuelven un poco más amenas para el público”, adelantó la actriz Griselda Centini acerca de esta singular pieza teatral que, a diferencia de la gran mayoría del teatro argentino contemporáneo, no transcurre en un living o una cocina, sino en el baño de una casa.
La acción de Verona acontece durante la fiesta de cumpleaños de una mujer mayor que sufre de Parkinson y que nunca aparece en escena. En el marco del ágape por el festejo, sus tres hijas, cada una con personalidades bien defendidas, se refugian en el baño para decidir el incierto futuro de la cumpleañera. Entre esas cuatros paredes, las tres sacarán a la luz sus miserias, impidiendo que su hermano menor, recién llegado de Italia, intervenga, y dejándolo tras la puerta del baño ignorando su insistente pedido para entrar y dialogar.
Sobre los pormenores de un montaje que cuenta con una imponente escenografía de Jorge Nieto, que remeda al detalle el viejo baño de la casa familiar, Centini, quien además anunció la puesta en marcha de la 10ª edición del ciclo La Cocina de los Dramaturgos, que tendrá lugar en la ciudad en octubre en La Subsede (San Lorenzo y Entre Ríos), expresó: “Como siempre pasa en el teatro, y más allá de la presencia de una autora tan importante, nosotros le dimos a la obra nuestra propia impronta, más asociada al humor”.
Por su parte, respecto de la obra, al momento de su estreno la propia Piñeiro reflexionó: “Escribir Verona me dio la posibilidad de reírme, de sentir que yo podía ser cada una de esas tres mujeres y pelearme y defenderme de cada una de ellas. Pero también me dio la posibilidad de reflexionar acerca de las relaciones familiares, acerca de los vínculos más entrañables y a la vez más dañinos, esos que se gestan dentro de la casa donde nacemos y crecemos; los vínculos que nos preparan para la vida, para bien o para mal”.