Errico Malatesta es uno de los referentes de la ideología y la propaganda anarquista. Reconocido como tal en todas las latitudes del mundo, su vida fue un incesante accionar organizativo de los oprimidos y explotados para avanzar hacia su emancipación integral.
Febril propagandista, recorrió durante décadas Europa y parte de Sudamérica impulsando la creación de periódicos, revistas y organizaciones de trabajadores revolucionarios. Alentó huelgas e insurrecciones motivo por el cual padeció la persecución estatal y una multiplicidad de procesos judiciales y órdenes de destierro. Con el ascenso del fascismo en Italia la persecución y el acoso represivo contra los anarquistas y contra Malatesta en particular se intensifica, y le es aplicado el “domicilio coatto” (arresto domiciliario), y en esa situación lo encontrará la muerte, desgastado y quebrantado en su salud pero inclaudicable en su tenaz moral y voluntad revolucionaria de ácrata consecuente.
Errico Malatesta nació en Santa María Di Capua Vetere (Campania-Italia) en 1853. Proviniendo de una familia acomodada económicamente, su perspectiva estuvo siempre lejos del aburguesamiento individualista. Desde su temprana juventud, siendo apenas un estudiante, Malatesta escribe una proclama contra el despotismo monárquico, lo que implica que reciba una sanción en la escuela que cursaba estudios y logra por su corta edad evitar la pena de prisión. Comenzó en la Universidad la carrera de Medicina, la que abandonará tempranamente aprendiendo el oficio de mecánico electricista ya que dedicará todos sus esfuerzos a difundir los principios e iniciativas revolucionarias de la Asociación Internacional de Trabajadores conocida como Primera Internacional. Para Malatesta era fundamental romper con la antinomia entre trabajo manual e intelectual impuesta por el capitalismo.
El contacto de Malatesta con el revolucionario ruso Mijail Bakunin, tuvo para el joven itálico una influencia fundamental para definirlo hacia el anarquismo, dejando de lado sus liminares simpatías por el socialismo mazziniano y de los carbonarios: estimaba que las tendencias nacionalistas de estos era un límite ideológico que condicionaba las perspectivas de cambio social profundo.
Malatesta evoluciona en sus posiciones antidogmáticas respecto de las religiones y hasta de la ciencia positivista hacia un pensamiento crítico que lo lleva a cuestionar a Piotr Kropotkin, ya que considera que no debe haber rigidez alguna que embrete el libre examen de las cuestiones socioeconómicas y políticas.
Lo dirá con palabras de meridiana claridad: “creo tanto en la infalibilidad de la ciencia como en la infalibilidad del Papa”.
Malatesta propagandista, folletos para obreros y campesinos
Para Malatesta, la palabra fue siempre un arma de combate: artículos, manifiestos, panfletos, proclamas, alegatos; su vida entera es una continua divulgación de principios para acciones concretas de organización anárquica y revolucionaria. Las palabras son herramientas para el esclarecimiento de los oprimidos, un vasto arsenal en la lucha de clases. El comunismo anárquico no es ni será nunca un conjunto de preceptos definidos para siempre. Es la construcción colectiva de herramientas, de ideas encarnadas en acciones solidarias a favor de la libertad, que tengan como fundamento la acción directa, el socialismo libertario por fuer de cualquier estructura verticalista o de vanguardia, sea sindicato o partido político. Hay un explícito rechazo a la concepción de Lenin de los revolucionarios profesionales, erigidos en pretendidos dirigentes y orientadores de las masas.
En 1872 toma contacto con Bakunin, de quien se considerará su discípulo. Fundador e impulsor de periódicos como “Umanitá Nova”, “Volontá”, “La Asociazzione” sostenedor de la sección italiana de la Iº Internacional, junto a otros compañeros como Armando Borghi y Luiggi Fabbri. Años después, Malatesta inicia una serie de viajes y participa en distintas acciones de agitación social. Viaja por Suiza, España, Egipto, Rumania, Francia, Bélgica e Inglaterra.
En marzo de 1885, para evitar ser apresado en Europa, decide partir hacia la Argentina. Aquí brindará una serie de charlas y conferencias, impulsará la fundación de organizaciones proletarias como la Sociedad de Resistencia Cosmopolita de Obreros Panaderos, promoverá la organización del movimiento obrero, y a la vez participará en fuertes debates y luchas ideológicas con los anarquistas individualistas. Su fugaz estadía en Rosario, donde dio una charla en un Centro de Estudios Sociales anarquista, por supuesto con debate, motivó que las autoridades policiales le abrieran prontuario, el que sólo contiene el recorte de un periódico.
Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Malatesta se muestra partidario de la oposición activa a la guerra, llama a la deserción revolucionaria en todos los países por considerarla una guerra fratricida en provecho de los intereses de minorías explotadoras. Esto producirá la separación ideológica con Kropotkin (partidario de la alineación con Francia e Inglaterra). La separación se ejemplifica con la oposición de Malatesta al “Manifiesto de los 16” de Kropotkin.
En 1920 se produce una ola de ocupaciones de fábricas por parte de los trabajadores donde Malatesta participa, siendo inspirador del movimiento desde la Unione Sindicale Italiana (U.S.I.). Con la llegada de Mussolini, Malatesta es procesado por su participación antifascista en varias revistas. Prisionero en su domicilio, aislado y reprimido por el fascismo, muere el 22 de julio de 1932 en Roma a los setenta y ocho años.
Los debates sobre comunismo anárquico que Malatesta esboza en el folleto “En el café”, forman parte de la trilogía de panfletos que se completa con: “Entre campesinos” y “En tiempo de elecciones”. Según lo expresó en repetidas ocasiones con ironía Angel J. Cappelleti, estas páginas de Malatesta forman parte de lo mejor de lo que podría ser un estilo de “realismo socialista”. Era frecuente para Errico Malatesta tener que buscar refugio en pequeñas aldeas, para ponerse a resguardo de los esbirros policiales. Entre una insurrección y otra, forzadamente alejado de los mítines y asambleas, escribía diálogos con la pretensión de llegar con las ideas anarquistas a los trabajadores de los campos y las ciudades.
En el folleto “En el café”, Malatesta plantea en un lenguaje coloquial y sencillo cuestiones esenciales de la vida cotidiana: la desigualdad económica y social, la explotación capitalista, la necesidad del amor libre, la utilidad de una educación integral que ensamble trabajo manual e intelectual. Los diálogos de Malatesta contenidos en sus folletos son una incitación a la reflexión y el debate, un estímulo para la acción transformadora de la sociedad, y el comunismo anárquico como una alternativa revolucionaria frente a la barbarie capitalista, estatalista y patriarcal.