“Estamos sobre todo enfocados en el grupo de aquellos chicos que no estudian ni trabajan en la ciudad. Es decir, quienes no tienen un modelo de vida, un proyecto a futuro, porque la droga representa sólo el hoy mismo, el ahora”. Así delineó ayer el vicegobernador santafesino, Jorge Henn, la estrategia oficial contra el tráfico de drogas, que se reveló en toda su dimensión en los últimos tiempos con una saga de muertes que se investigan como ajustes de cuentas y/o crímenes por encargo, policías detenidos o apartados de funciones por presunta complicidad con bandas que trafican, amenazas a funcionarios del Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, desbaratamiento de “cocinas” y decomiso de cantidades inéditas de sustancias prohibidas en la región –además de armas y vehículos de alta gama–, y un sacudón social que derivó esta semana en una multitudinaria marcha a la que acudieron representantes de prácticamente todo el arco político, gremial y social de la ciudad.
El vicegobernador de la provincia encabezó ayer una jornada sobre adicciones en la sede local de Gobernación. A lo largo del encuentro se trataron distintas aristas sobre las adicciones, tanto a nivel educativo como preventivo, edades con las que se debe trabajar con mayor énfasis y la discriminación social. Asimismo, se habló de las necesidades de cada institución para mejorar su trabajo.
Y también surgieron las dudas sobre la dirección a seguir. “Por cada búnker que cae se levantan otros dos, no seamos ingenuos. Acá el problema de la reducción de oferta es muy complejo y no se soluciona tirando paredes abajo. Esto nos llevará mucho tiempo”. La frase pertenece a Luis Ferrigno, de la Asociación Nazareth, una ONG que trabaja contra la drogadicción en distintos puntos de las provincias de Córdoba y Santa Fe.
El vicegobernador reconoció a El Ciudadano que “el tema es muy complejo y presenta varias puntar a tratar”. Uno de las puntas de esa complejidad la representan los llamados búnkers, los quioscos blindados donde se comercian estupefacientes y que en los últimos tiempos han sido demolidos, tanto por la estrategia provincial –muchas veces están construidos sobre terrenos fiscales y no se requiere intervención judicial para su destrucción– y a veces por los mismos vecinos de un barrio, como modo de autodefensa.
En Rosario suman decenas los búnkers destruidos. Pero Ferrigno, de Nazareht, advirtió: “La droga no es sólo un problema de los pobres, la droga afecta a toda la ciudad, y pensar de que muchos esperan que este consumo entre en una meseta. Lamento decirles que seguirá creciendo un buen tiempo más. El trabajo es mucho más complicado de lo que vemos”.
El titular de la ONG remarcó a este medio que el sector más vulnerable ante la drogadicción “son los chicos, que cada vez son más chicos y más violentos, con más patologías agregadas debido al policonsumo”.
“Tenemos que focalizar los programas en chicos que antes venían por primera vez a los 16 años, pero hoy están llegando con 13 y 14 años, y sabemos que hay más chicos aún”, advirtió. “Hoy vemos todo un plan de lucha de parte de las autoridades que derrumba búnkers en Rosario creyendo que así se elimina la droga, pero no saben que al caer un búnker se abren otros dos. Tampoco se habla de manejar el síndrome de abstinencia que padecen los jóvenes que no están consumiendo a causa del derrumbe de esos búnkers. Acá se ataca la droga pero una parte de la que se ve a diario, no se ataca el problema de raíz”, completó Ferrigno.
Paralelamente, remarcó que el trabajo que se realiza contra las adicciones se focaliza sobre las drogas ilegales, advirtiendo que “no se puede dejar de lado las drogas legales”, postulando que “el alcohol es uno de los enemigos más grandes de la población”.
“Me hablaron de cumpleaños donde el souvenir era una botella de cerveza, muy bonita, con la foto de la cumpleañera, pero esto no deja de ser un mensaje al consumo de alcohol y ya hablamos de menores de edad”, dio como ejemplo.
