“Pasen, pasen, estamos recibiendo visitas”, decían asomados por las ventanas de una habitación completamente vacía. Y Marcela y Enzo abrieron las puertas de su casa. En la vivienda no había nada, salvo pasos y gritos de extraños y amigos de la pareja. El ambiente –muy frío– se sentía sin embargo con calidez: todo era pura alegría. “Tengo una vivienda propia”, sentenció Marcela, y no tuvo que decir más. El matrimonio en cuestión, junto a sus dos hijas, conforman una de las 231 familias que ayer mismo recibieron las llaves de sus viviendas de manos del gobernador Antonio Bonfatti, en el marco del Programa Habitacional Rosario Norte, en el conjunto modelo de viviendas conocido más como Zona Cero.
A diferencia del miércoles, ayer hacía frío. Un frío tal que hacía que la intendenta Mónica Fein, el gobernador Bonfatti, y todos los funcionarios presentes tuvieran que estar a los saltitos, como para entrar en calor. La formalidad era mínima, no cabía la posibilidad de que el día se opacara, que alguien dijera que “no” a una foto o a un abrazo. El 18 de julio quedó, para centenares de personas que estaban allí, como uno de los momentos más importantes de su vida, el día que recibieron su casa.
“Esta parte es el comedor. Va una mesa, un televisor”, señalaba Marcela, la dueña de casa que abrió las puertas. “Esa de allá es la cocina. Es bastante amplia, entra otra mesita”, se entusiasmaba.
Marcela, que ya comenzaba a imaginar cómo su casa se convertirá en hogar, es modista. Su esposo Enzo, empleado de la provincia. Esperaban mudarse pronto: “Lo más importante es que tenemos la llave”. ¿Cómo será la casa, el patio, el barrio, dentro de un año? Ayer, todo se veía más bien gris, demasiado nuevo: pocas plantas, poca vida. Pero hoy mismo muchas de esas casas ya deben estar habitadas y con chicos jugando en la vereda. El barrio comenzó a formarse, y de a poco va a ir dejando de ser una obra, para tomar vida e historia propias.
“Tengo mucha alegría y felicidad. Yo vine desde Salta a acompañar a mi hijo y mi nuera. Era difícil, pero yo tenía fe”, dice Alicia. Ella y su suegra esperaban su llave y la sonrisa en su cara parecía imborrable. Luego admitiría que había perdido la fe. El marido de Alicia trabaja en la construcción y hasta ayer, ellos y sus hijos (una nena de 13, un nene de 3) vivían en una villa en zona oeste. “Está bueno que mis hijos crezcan en su casa”, dice.
Vanina y Érica, de 22 años las dos, esperaban un poco alejadas del bochinche general. Tuvieron suerte: son amigas, vecinas del viejo barrio, y ahora lo seguirán siendo en el nuevo. Se mudaron ayer. “Está re-lindo para disfrutar la casa. Es muy bueno para nosotros, pero más para nuestros hijos”, remarcaron.
Con la misma idea, Johanna y Ángel, de 24 y 23 años respectivamente, hacían hincapié en sus primeros planes. La de ellos fue la primera familia en recibir llave, y entre ayer y hoy iban a concretar la mudanza. “Vamos a estar re-calentitos ahora”, decían, mientras se escondían del viento. La hija de Johanna y Ángel tiene problemas en los riñones, por lo que la pareja tuvo prioridad al recibir la casa.
La mayoría de las familias que ayer se mudaron eran, como Johanna y Ángel, familias jóvenes, con sus primeros hijos todavía pequeños. Compartían una característica: un papá trabajador y una mamá ama de casa, y gran parte de ellos venían de los barrios más humildes de la ciudad. Esos detalles no son menores. Las últimas tomas de terrenos que se han descerrajado en Rosario y en la región acarreaban reclamos de jóvenes que habían formado sus propias familias y que no querían seguir viviendo “hacinados”. Y buscaron, bien o mal, un lugar donde poder vivir tranquilos junto con sus hijos.
Casa nueva, con agua pura
Antes de la entrega de las llaves de las viviendas, el gobernador Bonfatti y la intendenta Fein encabezaron el acto en el que se puso en marcha del nuevo sistema de provisión de agua potable con la habilitación de la nueva planta de aguas que además de abastecer a las flamantes vivienda de Zona Cero reforzará el servicio para toda el área de Nuevo Alberdi Norte y Cristalería. En el acto estuvieron también el ministro de Aguas, Antonio Ciancio; el secretario de Estado del Hábitat, Gustavo Leone, y el titular del Servicio Público de la Vivienda, Raúl Álvarez, entre otros.
Emplazada en Cullen y Ugarte y Villa del Parque, la planta inaugurada fue construida por la Dirección Provincial de Vivienda, a partir de un proyecto de Aguas Santafesinas, que desde ayer esta a cargo de la operación.
La planta consiste de una estructura que aloja dos módulos de potabilización por el sistema de ósmosis inversa –membranas filtran agua de bombeo– con capacidad de 100 metros cúbicos por hora. Pero se dejó espacio para –si se requiere– emplazar un tercer módulo.
En el mismo predio se ubican tres tanques cisterna para garantizar una reserva para el suministro de agua.