Ayer a la tarde todo llegó a su fin. Y con eso la esperanza de los que se aferraban a encontrar con vida a los últimos dos jóvenes buscados, Santiago Laguía y Luisina Contribunale, cuyos cuerpos fueron hallados a media tarde en la zona de los ascensores de la torre que se derrumbó y sus identidades oficializadas alrededor de las 21. Eran dos cuerpos los que faltaban y dos los que se encontraron. Cuando la esperanza terminó, terminó todo. El trabajo de los rescatistas de diferentes localidades de la provincia y el país que no durmieron durante siete días y se dedicaron a revolver escombros y buscar vida entre la muerte, la que no encontraron. Los cuerpos se fueron rescatando día a día, la solidaridad de los rosarinos fue en aumento y también el aguante que se les hizo a cada uno de los que pusieron el cuerpo para el rescate.
El final fue anunciado por el propio gobernador Antonio Bonfatti, quien se acercó a agradecer a los rescatistas y bomberos, y a todos los voluntarios el empeño que pusieron día a día para colaborar en la zona de la tragedia.
Sirenas, aplausos y multitud que se acercó al lugar, marcaron el fin de la búsqueda. Los testimonios eran muchos, aunque lo que acompañó cada uno de los relatos fueron lágrimas que parecían no terminar nunca.
Un largo adiós repleto de angustia y dolor que daba el inicio de otra etapa, la de reconstruir sobre la tragedia más fuerte que golpeó el corazón de la ciudad y la transformó en otra. Menos previsible y menos segura. Al menos de una seguridad que nadie se planteaba hasta una semana, la de morir en el interior de una casa por una explosión. En estos largos días de luto y esperanza, de respeto y fuerza, los rosarinos mostraron su mejor cara y ahora sólo resta seguir adelante.
Mañana empezará otra etapa. Será el día de la reconstrucción. Las frágiles estructuras de Salta 2141 terminarán de caer y un hueco enorme y silencioso quedará en la memoria de todos. Ahí empezarán los por qué, el preguntarse con más intensidad quién tuvo la culpa, revisar las concesiones menemistas, de pensar en la prevención y en todo lo que queda por reconstruir. La ayuda también será necesaria para los que perdieron a sus seres queridos, para los que sobrevivieron y para los que fueron testigos de una tragedia jamás pensada.
Víctimas
Ayer a la mañana los rescatistas habían encontrado a víctima número 19, Lidia D’Avolio de 86 años. “En consecuencia, los muertos identificados suman 19, y dos los ausentes, que según sus familiares, son Santiago Laguía, de 25 años, y Luisina Contribunale, de 35”, dijo el secretario de Salud, Leonardo Caruana, poco antes del hallazgo de los otros dos cuerpos a media tarde. Alrededor de las 21 se oficializaron las identidades de ambos.
En tanto otras siete personas permanecen internadas en distintos clínicas y hospitales. Equipos de rescatistas trabajaron ayer en la remoción de escombros y búsqueda de víctimas, y en las últimas horas las tareas se concentraron en el área donde se encontraban los ascensores, –en la torre del centro del complejo edilicio–, que se derrumbó por la violenta explosión ocurrida el martes pasado, a las 9.38 de la mañana.
Los trabajos que se desarrollaban en los subsuelos del edificio se vieron interrumpidos ayer a la madrugada por la explosión del tanque de nafta de un vehículo que estaba en una cochera subterránea, pero ningún socorrista salió herido. Al parecer, el tanque de combustible estalló por una chispa que originó el roce de una pala mecánica.
Como consecuencia de la tragedia fallecieron Ana Rizzo, de 65 años; Oclides Ceresole, de 76; Maximiliano Fornarese, de 34 años; Lydia D’Avolio, de 86; Hugo Montefusco, de 56 años; María Ester Cuesta, de 92; Carlos López, de 40; Adriana Mataloni, 57; María Emilia Elías, de 28; Estefanía Georgina Magaz, estiman las autoridades que tenía 21 años; Domingo Oliva, de 76; Roberto Perucchi, de 68; Teresita Babini, de 67; Florencia Caterina, de 27; Soledad Ullián Medina, de 31; Juan Natalio Penise, de 73; Débora Gianángelo, de 20; Federico Balseiro, de 30 y Maximiliano Vesco, de 29. En tanto, se mantuvo la lista de diez internados en el Sanatorio de la Mujer, el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca), el Hospital Español, el Ipam, los sanatorios Laprida, Parque y Británico. Los heridos en el siniestro son Gisel Patroni, de 23 años; José Carlos Fernández, de 42; Noelia Fernández, de 10; Noelia Fantasia de 25; Eva Ardenghi, de 89; Beatriz López, de 68; Irene Orallen, de 55; María Belén Bazan, de 29; Alicia Baquero, de 31 y Ezequiel Risi, de 22.
Dos historias, dos vidas
Luisina Contribunale tenía 34 años. Estaba casada, aunque su marido se encontraba en San Nicolás el día de la tragedia. Era odontóloga y trabajaba en una clínica céntrica junto a su hermano menor. Sus estudios secundarios los cursó en el colegio Misericordia. Vivía en el 8º piso del edificio de calle Salta 2141. El día de la explosión había llamado al gasista para que revise la conexión de gas, ya que la llama del calefón en su departamento no se apagaba.
Santiago Laguía tenía 25 años. Nació en Pergamino, desde donde viajó hace siete años a La Plata a cursar los estudios de Medicina y después decidió continuarlos en Rosario. Le faltaban pocas materias para recibirse. El joven vivía en el 7º piso E de Salta 2141. Hasta que terminó el secundario Santiago residió en el centro de Pergamino junto a su familia aunque desde hacía un tiempo se mudó al barrio Centenario, en la afueras de esa ciudad. Jugaba al básquet en el club Comunicaciones pergaminense, al que frecuentaba algunos fines de semana. La institución deportiva, al poco tiempo de que se conoció el hallazgo de las dos últimas víctimas, le organizaron un homenaje para recordarlo.