Trece presos se escaparon en las últimas horas del Complejo Penitenciario Federal 1 de Ezeiza y los investigadores lograron recapturar a dos de ellos en la zona de Cañuelas, informaron fuentes policiales y judiciales. La fuga se dio mediante un boquete y autoridades denunciaron «complicidades internas».
«Esta fuga no se pudo llevar a cabo sin logística y complicidad externa e interna», expresó el jefe del Servicio Penitenciario Federal (SPF), Víctor Hortel, quien admitió que de la investigación del hecho «surge claramente una complicidad del personal penitenciario» y presentó su renuncia. Por el hecho, desplazaron a 19 agentes.
Las autoridades del penal descubrieron la fuga en el habitual recuento de presos llevado a cabo esta medianoche, aunque creen que los prófugos pudieron aprovechar el horario de visita de la tarde para salir.
Según dijeron los voceros, una vez que notaron la fuga, efectivos del Servicio Penitenciario Federal (SPF), con asistencia de otras fuerzas federales y de la policía local, pusieron en marcha un operativo rastrillaje en la zona con la intención de recapturarlos.
De esta manera fueron atrapados dos de los prófugos, quienes se encontraban en la localidad vecina de Cañuelas, mientras que continúa la intensa búsqueda de los restantes evadidos, agregaron las fuentes.
En horas de la tarde, un grupo de reclusos alojados en el penal de máxima seguridad de Ezeiza tomó de rehén a funcionarios del Servicio Penitenciario Federal (SPF), tiempo después que el director de SPF, Víctor Hortel, renunció a su cargo.
Según revelaron fuentes policiales, un subalcalde del mismo pabellón de donde esta madruga se escaparon los delincuentes habría sido apuñalado por los reclusos al iniciar la revuelta. Los rehenes serían empleados del área médica, como psicólogos o enfermeros.
El efectivo atacado fue retirado de la cárcel y trasladado a un hospital cercano a la localidad bonaerense en grave estado.
El motín comenzó pasado el mediodía en el módulo 3 del penal, donde también funciona la enfermería. Ante la situación, se ordenó suspender los cambios de turnos de los oficiales penitenciarios y el penal de 50 hectáreas «cerró sus puertas».