La justicia bonaerense decidía anoche la prisión preventiva de un pastor cristiano de la localidad de Tapalqué detenido en la Unidad Penitenciaria 30 de General Alvear acusado de aberrantes y perversos delitos contra una adolescente, a la que tuvo secuestrada durante varios años y que al lograr escaparse contó que era abusada, obligada a prostituirse y a realizar prácticas de zoofilia con dos perros del religioso.
La joven, ahora de 18 años, estuvo encerrada por un líder de la congregación Testigos de Jehová que la abusaba, golpeaba, “marcaba” con una daga y obligaba a tener relaciones íntimas con extraños y con sus perros.
Su captor, Jorge Antonio Torres, es considerado un líder dentro de los Testigos de Jehová de las ciudades bonaerenses de Tapalqué y Azul, es propietario de una fábrica de chacinados y justamente de ese lugar la chica logró escapar cuando la habían llevado a limpiar, el pasado 17 de julio.
La joven había sido captada en 2008, cuando atravesaba una crisis por la separación de sus padres y comenzó a frecuentar a Torres, que ejerce como “anciano de la congregación”, la jerarquía más alta de su iglesia.
El hombre comenzó a abusar de ella cuando contaba 14 años imponiéndole su jerarquía, la obligó a apartarse de su familia y la confinó en su casa negándole contacto con el exterior. También la obligó a tener sexo con otros hombres y con sus perros, y le marcaba el cuerpo con una daga, lo cual fue constatado por el médico forense.
El caso remite al que tuvo como protagonista a la periodista Estefanía Heit y su pareja, Jesús Olivera, ambos integrantes de una secta de Coronel Suárez detenidos luego de que una mujer contara que la tuvieron secuestrada en un sótano y victimizada con castigos de todo tipo.
En el caso reciente, durante todo el tiempo que la mantuvo cautiva, Torres la aisló de su familia y amigos y no la dejó ir a la escuela.
En su testimonio, la joven contó: “Viví encerrada. Mientras Jorge trabajaba o se iba de la casa cerraba todo con llave. Incluso me decía que había micrófonos o cámaras y es por eso que yo ni siquiera osaba prender la TV en su ausencia. Sólo limpiaba y cocinaba. Los mandados los hacía él”.
“Poco a poco comencé a pensar igual a él por miedo”, de a poco comencé a dar la mano como saludo entre los fieles, no saludé más a los hombres con un beso en la mejilla; Jorge no me dejaba. Entonces comencé a vestirme con ropa grande, de negro o, mientras predicaba, con polleras largas.
Un peritaje psicológico realizado a la víctima reveló que se daba una relación de “hechizo” de parte del “pastor” hacia la adolescente, vínculo que produjo “confusión” en la menor, con “pérdida de sentido crítico y la existencia de un claro dominio psicológico”.
La Santa Sede intervino en el caso Ilarraz
El Vaticano inició una investigación propia, paralela a la judicial, para analizar las denuncias de pedofilia contra el ex prefecto del Seminario Menor de Paraná, Justo José Ilarraz, acusado de abusar sexualmente de al menos 50 seminaristas de entre 10 y 14 años entre 1984 y 1992.
Las actuaciones están a cargo del vicario de justicia del Tribunal Interdiocesano de Santa Fe, presbítero Alejandro Bovero, quien analiza el testimonio de una de las víctimas que ya declaró ante la justicia de Entre Ríos por los supuestos abusos.
Bovero aclaró que su investigación “no es un juicio, sino una instrucción previa” y que “lo instruido lo devuelvo a la Santa Sede”.
A fines de agosto la Cámara del Crimen de Paraná revocó un pronunciamiento del juez Alejandro Grippo y concluyó que los delitos que se le imputan a Ilarraz estaban prescriptos pero otro tribunal habilitó una instancia de apelación.
Los querellantes y fiscales insisten en que la causa no puede prescribir porque el cura violó los derechos humanos de las víctimas, todas menores de edad, que no tuvieron la oportunidad de acudir a la Justicia por el ocultamiento que la iglesia local hizo del caso.
Hasta el momento declararon ante Grippo por lo menos siete ex seminaristas, que coincidieron en la forma en que el cura abusaba de los niños alojados en ese instituto religioso.