Por Miguel Passarini
Una tragedia conocida en la que se mezclan el amor, la pasión y una supuesta traición, en el contexto de un teatro que se revisa a sí mismo. Federico García Lorca fue asesinado en 1936, en el comienzo de la Guerra Civil Española. Transcurre 1941, el mismo año en el que Francisco Franco asume oficialmente los cargos de jefe de Estado y de Gobierno en España, y la censura se hace carne más que nunca. En ese contexto, un grupo de actores, contra viento y marea, decide representar Bodas de sangre, junto con La casa de Bernarda Alba y Yerma, una de las obras más emblemáticas del universo lorquino.
Esta noche a las 21, en la sala Príncipe de Asturias del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río), se presentará 1941. Bodas de Sangre. Se trata, precisamente, de una versión del clásico de Lorca que se impregna de aquellos años en los que el autor estaba prohibido, que cuenta con dramaturgia y dirección del director y docente argentino radicado en España, Jorge Eines.
Bodas de sangre es una tragedia en verso y en prosa escrita en 1931, que relata los desencuentros entre dos familias, hasta que una boda desata la tragedia cuando la novia decide escaparse, recién casada, con el hombre que ama realmente, lo que tiñe todo el conflicto con un gran manto de sangre y muerte.
La versión que hoy llega a la ciudad, con las actuaciones de Mariano Venancio, Jesús Noguero, Carmen Vals, Beatriz Melgares, Luis Miguel Lucas, Inma González, Carlos Enri, Daniel Méndez y Danai Querol, a los que se suma un importante equipo técnico que conforman la compañía española Tejido Abierto Teatro, “es una apuesta por la poesía lorquiana inmersa en las raíces flamencas, donde la tragedia andaluza se convierte en teatro”, sostiene Jorge Eines, quien agrega: “Una y otra vez, el cante y el baile flamenco atraviesan el espectáculo; es una música que producimos en vivo y que va generando una especie de «tejido abierto», una trama que entabla diferentes diálogos con los distintos elementos que aparecen en el hecho dramático”.
Durante la obra se proponen dos universos: en uno, los actores hablan, cantan, construyen el mundo particular cerrado y profundo de la malograda boda, y en el otro construyen la realidad de la época en la que se representa este singularísimo ensayo de la obra lorquiana.
“Esta propuesta tiene que ver con una mirada de mi equipo de trabajo alrededor de una convergencia que para mí es esencial de Lorca con el franquismo; una oposición profunda del teatro ante el franquismo en Federico García Lorca, porque es Franco quien lo mata por sus ideas políticos y por ser homosexual. Todo este universo está presente en el espectáculo porque es un ensayo de Bodas de sangre, de Lorca; de hecho, la obra está completa, pero además el material es intervenido todo el tiempo porque por la ventana se mete el franquismo, tan feroz en aquellos años”, adelantó Eines, quien recordó su exitoso paso anterior por la misma sala con Tejido abierto, tejido Beckett, y su entrañable relación con Rosario, donde ya lleva tres seminarios consecutivos acerca de sus técnicas de actuación.
Respecto de las prohibiciones que la obra de Lorca debió enfrentar en los años 40 y posteriores, el director reflexionó: “Es una problemática que es inherente a esta obra, porque aquí estamos contando la historia de unos actores que quieren hacer Lorca en 1941, donde el franquismo lo ha prohibido. Son estos actores que saben que están ensayando una obra prohibida y que por esto se están enfrentando a Franco”.
En relación con aquello que da el carácter de clásico a semejante texto, por esta variable que hace que la problemática tratada resuene en una especie de presente constante, Eines analizó: “Lorca resuena siempre y en varios lugares al mismo tiempo; siempre ha habido dictadores, arbitrariedades y manipuladores que asumen el poder desde los peores lugares, y siempre ha habido, por suerte, una creación artística que se opone a la muerte, a los asesinatos, a ese horror; siempre, frente al horror, el arte se ha encargado de dar una respuesta. Sin ir más lejos, el Guernica (la obra de Picasso pintada entre mayo y junio de 1937) es una prueba de eso, una ciudad que fue bombardeada en plena Guerra Civil, un hecho fatal que generó una reacción semejante en un artista; este cuadro majestuoso, como también la obra de Lorca, son la prueba viva de que siempre, ante la muerte, aparece la creación. Pareciera que la muerte y el arte van en paralelo a lo largo de la historia de la humanidad. Por eso, en el caso de este espectáculo, opongo Lorca al franquismo; frente a la muerte que representa Franco, la vida que es Lorca. Y allí otra vez su carácter de clásico: a Lorca lo vamos a recordar siempre por su voluntad inquebrantable, por ser un artista que lo enfrentó todo y que puso su vida para defender sus valores y principios; a Franco lo vamos a recordar por toda la gente que mató”.
Acerca de Jorge Eines
Catedrático en interpretación, director de teatro y teórico de la técnica interpretativa, además de fundador y director de su propia escuela de formación actoral, el director y docente Jorge Eines nació en Buenos Aires, en 1949, y emigró a España en 1976. En Madrid, fue director de la cátedra de Interpretación de la Real Escuela Superior de Arte Dramático y Danza (Resad) hasta que, en 2001, fundó la Escuela de Interpretación Jorge Eines. En los últimos diez años, ha dictado el seminario “Los tres binomios para actores y docentes de teatro” en diversas ciudades de España, Chile, Argentina, Perú y Colombia, entre otras, y dirigido numerosos espectáculos, tales como versiones de Woyzeck, Ivanov, La Gaviota, Tío Vania, Fuenteovejuna, La señorita Julia, La Música y El Precio.