Carlos Reutemann está convencido de que no le debe nada a nadie. Ni siquiera a sus representados. Cree que no es de incumbencia de los santafesinos conocer cómo va a votar ante cada ley del Senado nacional, a qué se dedica como legislador, con quiénes hace alianzas, si concurre al Congreso o si se va a Miami. No hablar en realidad es no informar, permanecer en el ostracismo.
Hace un par de meses los últimos peronistas “colgados de sus polleras” se hartaron de su silencio funcional sólo a él mismo y se desprendieron. Daniel Germano se fue con el PRO y Carlos Carranza apostó al experimento Massa.
La foto Reutemann-Massa paga. El PRO santafesino baila en una pata: “Todo lo que contribuya a mostrar que hay una alternativa al socialismo y al kirchnerismo nos viene bárbaro. Se sacó la foto con Massa pero eso no son más votos para Carignano o Varó Graf” (por los candidatos de Oscar Martinez que ahora mudó su lealtad a Massa), se entusiasmó un candidato que alguna vez fue funcionario del corredor y quiere persuadir que Miguel del Sel, Anita Martínez y Reutemann terminan siendo un solo corazón a la hora de las urnas.
Inventario de daños
El Frente para la Victoria escudriñó la capacidad de daño que podía tener la reaparición de Reutemann.
¿Qué tiene que ver el kirchnerismo con Reutemann? Es que cuando se armó la lista del FpV se hizo sobre la base de que Reutemann estaba en boxes hasta 2015 y que Massa no jugaba.
Entonces Jorge Obeid apareció como el llamador del voto peronista clásico nunca del todo cómodo con el kirchnerismo pero necesario para ensanchar la base electoral del FpV en Santa Fe.
Como decía Tu Sam, a veces puede fallar. Y falló. Y para colmo ahora apareció Reutemann para intentar convencer a los peronistas de que el futuro no está en las listas de la presidenta.
Recalculando
Tras el magro resultado de las primarias, el Frente para la Victoria pegó el volantazo. La primera decisión fue provincializar la campaña. Se apunta a “soltar” a los candidatos para que exploten su perfil personal, haciendo eje en las particularidades de Santa Fe, en las regiones a las que pertenecen y en los sectores que representan. Hoy, a 30 días de la elección, la planificación de campaña no incluye la presencia física de la presidenta en suelo santafesino, aunque sí puede ser un acto vía teleconferencia en una localidad a elegir, casi seguro con la excusa de la inauguración de obra pública.
La segunda decisión estratégica es polarizar la campaña con el socialismo. El manual indica que pelear con el favorito agranda al retador y resta protagonismo al tercero en discordia, en este caso el PRO.
El yerro y la praxis
En ese contexto se comprenden mejor algunas cuestiones. Esta semana, mientras el socialismo cuestionaba sin anestesia el presupuesto 2014 del gobierno nacional, el kirchnerismo local sobrerreaccionaba a la respuesta que Hermes Binner dio a una radio de FM que le preguntó cómo explicaba la pobreza en Rosario.
A Binner le corren las generales de la ley de todo candidato que busca micrófonos y cámaras ávidas de que siente opinión sobre todo y todos. Binner es responsable de la falta de precisión de sus dichos y de haber elegido explicar la pobreza de Rosario focalizando en su componente de origen, un yerro discursivo intrascendente porque queda salvado en tanto puede cotejarse con su praxis histórica y la de su partido.
Binner no es de derecha ni xenófobo; lo que sí en oportunidades hace declaraciones que dejan pasmados a propios y extraños.
Y aún cuando sus opositores se ocupan de amplificarlas, el ex gobernador parece blindado, electoralmente hablando, contra esos deslices discursivos (recordar lo del síndrome de Estocolmo tras la inundación de 2003 o la innecesaria definición de que entre Capriles y Chávez votaría por el primero).
Cambio de pantalla
En el gobierno municipal quedaron satisfechos con el paso de los secretarios de Gobierno y de Producción por el Concejo para rendir cuentas por la tragedia del parque de diversiones donde murieron dos niñas.
Prima la idea de que la presencia de Asegurado, número dos de la Intendencia, tuvo suficiente trascendencia como para dar por agotada y cerrada la discusión política que se abrió sobre el tema.
Está claro que ni oficialismo ni oposición sale con la verdad revelada de una interpelación como la que se hizo.
El oficialismo fue a buscar un empate que tuviera sabor a triunfo, como se dice en el fútbol, y parece haberlo conseguido. La oposición consiguió su objetivo de llevar a dar explicaciones a encumbrados funcionarios, marcarle la agenda a la Intendencia y sacarlo un par de semanas de la campaña en ciernes.
De todos modos se fue disconforme. Lidió no sólo con un esquema para preguntar y responder que no estaba diseñado para facilitarle la tarea, sino también con el férreo manejo que hizo de la reunión la presidenta de la comisión de Gobierno Daniela León. Una vez más la concejala radical cubrió con enorme oficio político las dificultades que el socialismo enfrenta en el Concejo.
Cuenta regresiva
Aunque no se perciba como tal, el dato político-institucional más significativo de la semana que pasó fue el acuerdo entre los poderes Ejecutivo y Judicial provinciales que permitió fijar el 10 de febrero como fecha para la entrada en vigencia de la nueva Justicia penal.
Resulta fatigoso exprimir en unas pocas líneas el profundo cambio institucional y cultural que implica la reforma penal. La fecha fijada da certeza a todos los actores del Poder Judicial e insta a apurar la solución de los detalles faltantes, desde el armado de las futuras salas para los juicios orales y las audiencias que lo preceden, pasando por la selección de jueces que quedan en el viejo sistema y los que pasan al nuevo, hasta un minipaquete de ajustes normativos que el Ministerio de Justicia envió el viernes a la Legislatura.
Lo importante es que ya no hay posibilidad de más dilaciones. La cuenta regresiva fue activada.