La incapacidad del Congreso estadounidense para aprobar un presupuesto en tiempo y forma tiene su raíz en las divisiones internas entre los republicanos de la Cámara de Representantes, incluyendo a su presidente John Boehner, inicialmente considerado como favorable al compromiso, y al sector ultraconservador del Tea Party.
A partir de la renovación del Congreso en noviembre de 2010, cuando los republicanos retomaron el control de la Cámara de Representantes, es frecuente la indisciplina partidaria en la mayoría de los legisladores, que con frecuencia se rebela.
El presidente de la Cámara, John Boehner, ha ascendido pacientemente, desde su primera elección en 1990, todos los escalones hasta alcanzar el máximo cargo en enero de 2011. El veterano legislador ha estado en todas las batallas parlamentarias desde la década de 1990, y recuerda el desastre político en que resultó el cierre parcial del Estado federal durante tres semanas en la Navidad de 1995, que contribuyó a la derrota electoral de los republicanos en las presidenciales de 1996.
Cada debate y acuerdo sobre el presupuesto ha estado marcado desde 2011 por una fuerte pulseada de los republicanos de la Cámara de Representantes contra la Casa Blanca y el Senado controlado por los demócratas. Todas las veces, el desenlace fatal ha sido evitado en el último minuto gracias a un compromiso del presidente Barack Obama y sus aliados sobre la reducción del déficit.
Pero Boehner tropezó con decenas de rebeldes del Tea Party, de los cuales una mayoría entró por primera vez en el Congreso en sustitución de republicanos considerados demasiado “moderados”. Su prioridad: abrogar la ley de cobertura sanitaria, el “Obamacare”, adoptada en 2010, y que ellos consideran una socialización de la medicina.
Los rebeldes no dudan en hacerse sentir. Doce de ellos votaron contra la reelección de Boehner a la presidencia de la Cámara en enero de 2013, un récord. Es habitual que disientan en votaciones importantes.
Ante la cercanía de la fecha límite del 1º de octubre, Boehner había decidido en un primer momento financiar al Estado federal, sin poner condiciones respecto de la ley de cobertura sanitaria. Pero durante dos semanas de idas y vueltas fue ajustando su estrategia para satisfacer a los representantes del Tea Party, unificar a su bancada y conservar su puesto.
Pureza ideológica
La estrategia fracasó y desembocó ayer en la parálisis del gobierno. Muchos republicanos creen que la intransigencia perjudicará al partido de cara a las inminentes legislativas de noviembre de 2014.
“Nunca me gustó la estrategia de vincular esto al Obamacare”, dijo a la agencia AFP el senador republicano Jeff Flake. “No creo que esto acabe bien para nosotros”, añadió.
John McCain, ex candidato del partido a las presidenciales y quien ha sido clave para alcanzar varios acuerdos este año, especialmente en el tema de la reforma migratoria, es muy crítico sobre el pacto de los republicanos con el Tea Party.
“Yo acepto el hecho de que no vayamos a abrogar el Obamacare. Hubo dos elecciones, una de ellas presidencial, centradas en ese argumento”, dijo. “Hay que entender, como repito desde hace semanas, que sabemos el final de la película, no vamos a abrogar el Obamacare”, insistió.
Tom Coburn, un conservador del Senado, estima que “no se resuelven los problemas diciendo: es así y punto. En los dos partidos hay que debatir, hay que alcanzar acuerdos”.
Los legisladores del Tea Party, en cambio, no creen estar siendo intransigentes. Para ellos, la sanción electoral vendrá si ellos comprometen su pureza ideológica. Pero ¿por qué tanta insistencia con el Obamacare?
“Porque tenemos razón, simplemente porque tenemos razón”, dijo al The New York Times Steve King, uno de los más conservadores de la Cámara. “Nos podremos recuperar de una disputa política, pero nunca nos podremos recuperar del Obamacare”, agregó.
“El señor Boehner tiene un trabajo difícil”, comentó el martes tras una corta noche el senador Bob Corker, con un eufemismo para no debilitar al presidente de la Cámara de Representantes, mientras que la crisis sobre el presupuesto está aún lejos de ser resuelta.