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Ningún sálvese quien pueda

Por Paola Cándido.- Se realizó una charla en Ciencias Económicas para reflexionar sobre qué significa el “bien común”. El invitado fue un bombero zapador, Néstor Villagra, quien participó del rescate en Salta 2141.

bombero

La institución nació en 1903, cuando la ciudad todavía se llamaba Villa del Rosario. Fue entonces que se creó el Cuerpo de Bomberos Vigilantes. “Se llamaban así porque eran parte del cuerpo de Policía, y comenzaron a trabajar con elementos de zapa, de allí proviene la palabra «zapadores», son elementos para hacer zanjas y sembrar: palas, rastrillos, sogas, entre otros. Luego, en 1906, el comandante a cargo, Aguzzi, junto con su secretario, viajaron a Italia y ganaron el segundo puesto en una competencia de bomberos. Volvieron con un trofeo y los laureles para el escudo, y por eso el escudo tiene laureles a los costados. En 1992, se creó la agrupación Bomberos Zapadores”.

El relato es de Néstor Villagra, quien hace 23 años presta servicio en el cuartel de Córdoba y Ovidio Lagos, y hace dos meses enfrentó lo que nunca había visto antes: participó del rescate en la catástrofe de Salta al 2100. Desde ambas experiencias, fue invitado a participar de la actividad “El tiempo del bien común” en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNR. La reunión estuvo organizada por el submódulo de Ética Profesional-Práctica Profesional de Aplicación Jurídica de la facultad, en conjunto con la Fundación José Vicente Vitta.  Tras la introducción a su exposición, el bombero lanzó una definición tajante. “El bien común es todo lo contrario del sálvese quien pueda”, marcó Villagra.

“Cualquier persona puede ser un bombero, un héroe, o un rescatista. Ser bombero es estar en el momento justo y en el lugar indicado. Mi vocación sigue intacta como el primer día. No hay edad para ser bombero, ni para buscar el bien común del prójimo, del cual yo soy ese otro”, afirmó el bombero.

Villagra trabajó en el siniestro de calle Salta 2141 y recalcó que cuando le preguntaron qué sintió cuando llegó, respondió: miedo. Miedo por lo que le podía pasar, por su familia, y por lo que le podía pasar a su prójimo. “Allí podían estar mis hijos, mi hermana, cualquiera de ustedes, o podía estar yo. Siempre volvemos a lo mismo, ese bien común que buscamos, ese bien al prójimo del cual yo soy ese otro también. Es un ida y vuelta, hoy estamos de un lado y mañana estamos del otro”, especificó.

El bombero remarcó que en la tragedia hubo tres momentos de silencios: el primero, se rompió a los dos minutos después la explosión cuando comenzaron a sonar todos los teléfonos, las sirenas y las radios. El segundo fue durante seis días, mientras se buscaban víctimas vivas. Y el tercero es el de las 21 vidas que no van a volver a hablar. “Ese silencio no se va a romper nunca más. Nos tiene que servir para que lo tomemos como escudo y para que defendamos el bien común a capa y espada. Ese silencio de la única forma en que lo vamos a romper, es recordando y haciendo el bien común. La persona encuentra la felicidad cuando entiende lo que es el bien común”, finalizó Villagra.