Solita, con 14 años recién cumplidos, Silvia acunaba a su beba, Solange, en el centro de salud del barrio Toba de bulevar Segui y Rouillon. Mientras esperaba ser atendida para los controles de rutina vio pegado en la pared un aviso de los talleres que comenzaban a funcionar en el Programa de Equidad Educativa del Instituto de la Mujer de la Municipalidad. Silvia nació en Rosario, pero en uno de sus viajes a Chaco quedó embarazada y su madre la trajo nuevamente a la ciudad. Hoy, Silvia Medina tiene 22 años, trabaja en un centro de estética y estudia enfermería. Menuda, simpática y con las ideas bien claras, quien fuera niña madre, hoy está orgullosa de contar con una pareja estable y “poder planear junto a él” tener un hijo. “Hace un año nació Alan, ambos me hacen sentir una madre orgullosa”, afirma quien hoy es una de las referentes del programa municipal y que no descarta en un futuro estudiar abogacía: “Para poder defender los derechos de mi comunidad”, explica. “Veo los desastres que hacen con los pueblos originarios y me indigna”, completa.
Silvia tiene sueños de superación desde el día que fue a realizar los trámites para hacer los documentos de su hija. “Papeleríos, trámites de aquí para allá, sola con mi hija en brazos. A los 16 me fui a vivir sola con la nena, trabajando para que no nos falten las cosas básicas, terminando la escuela. Iba a una de arte, porque me gusta el baile folclórico”, rememora hoy.
Silvia también agradece a su madre porque fue quien la buscó en el Chaco cuando se enteró que estaba embarazada con tan sólo 13 años. “Tal vez si ella no hubiera ido, hoy tendría cuatro hijos…”, arriesga con temor mientras posa para la foto en la puerta del viejo ingreso a la Maternidad Martín, donde hoy funciona el Instituto de la Mujer.
Su día se reparte entre el trabajo en Osiris, un centro de estética, y los estudios de la carrera de enfermería que depende de la Facultad de Medicina, en Ricchieri y San Lorenzo: “Ahora, como tengo dos trabajos, dejé un poco los estudios, pero calculo que en un año me recibo”, sostiene.
Hace cuatro años está en pareja con José, y la relación es como dice el programa: “Decidimos juntos, y él también me ayuda cuando yo voy a trabajar, me respaldo mucho en mi familia”.
Casi sin proponérselo, Silvia, se convirtió en referente del Programa Equidad Educativa y ha dado charlas a chicas de la comunidad qom y también en la escuela Santa Lucía. “A los chicos les falta más información sobre educación sexual; se reengancharon con los testimonios y es común escuchar a los varones decir: «Bueno, es ella la que queda embarazada», como si fuera algo sólo de la mujer. Como que no quieren asumir el tema, y nosotros les hablamos a las chicas lo que es tener un hijo, cómo criarlo, que no siempre es de a uno como nos ha tocado a muchas del Programa; que es de a dos. Hay muchas chicas que viven en una burbuja y no pueden salir de una situación que les es incómoda. Hemos hecho campañas sobre los derechos sexuales, por ejemplo, cuando charlamos con ellas vemos que hay falta de información de los métodos anticonceptivos para no quedar embarazadas”, siguió.
Recién ahora siente y vive a pleno el Día de la Madre. “Cuando me decían «feliz día» no entendía porqué, era una nena cuando la tuve a Solange. Me sentía rara; ahora puedo celebrar el día y me da felicidad recibir un beso y un dibujito de mi hija, asumí más a pleno la maternidad. También tengo la suerte de tener a mi mamá y a mi suegra, que son dos madrazas, gente de mucho sacrificio. De mi madre valoro las cosas simples con las que uno puede ser feliz”, concluye Silvia, entre mucha una madre coraje que eligió superarse en la adversidad.
Otra meta. La Igualdad
La psicóloga Sandra Carbajal trabaja en el Instituto Municipal de la Mujer y dio detalles del Programa Equidad Educativa, que desde su creación en 2005 asignó más 3.500 becas por una cifra equivalente a la de la Asignación Universal por Hijo, que se suma y no se sustituye con el beneficio del Estado nacional.
“Es un programa de becas para madres adolescentes, la idea es que no dejen de estudiar y además, las chicas, cada una en su distrito, participan de dos talleres mensuales, obligatorios, donde se trabaja en la prevención en la violencia de género”, explicó Carbajal. El objetivo es, sin más, “una vida libre de violencia”, algo que para muchas mujeres parece un imposible. “Hacemos hincapié en la autoestima, anticoncepción responsable, parto respetado entre otros temas, apostando a la construcción de proyectos de vida positivos”, marcó la terapeuta.
Un rasgo distintivo, marca la psicóloga es que las jóvenes, en su mayoría, “afrontan la crianza de sus hijos solas, sin parejas estables”. Así, forman diversos grupos de convivencia con padres, hermanos, otros familiares. “A su vez, la amplia mayoría de las jóvenes incluidas en este programa, no han vuelto a embarazarse y manifiestan deseos de transitar en adelante sus recorridos de vida con planificación familiar”, marcó Carbajal.
275 madres adolescentes ingresaron al Programa de Equidad Educativa cuando arrancó, en 2005. Al año siguiente fueron 420; en 2007 incluyó a 348, en 2008 fueron 408, en 2009 tuvo 520, en 2010 alcanzó a 395, en 2011 a 300, cifra similar al año pasado y este año la cifra es de 450 beneficiarias.