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Cabín 9: la escuela de nunca acabar

Por Santiago Baraldi.- Hay un edificio a medio terminar donde debería funcionar la escuela Nº 574. La obra se paralizó en 2009 y desde entonces reina el abandono: hay gente que vive en el lugar.

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“Más Escuelas, Mayor Educación”, reza el cartel despintado frente al inmenso predio ubicado en el corazón de una barriada humilde que divide a Rosario de Pérez, Cabín 9. El gran edificio donde debería funcionar una escuela está casi finalizado, pero permanece inutilizado desde 2009. Tal es el estado de abandono que ya hay familias que viven en las aulas donde debería haber niños dando clases. Por causas que ninguna autoridad pudo precisar, la empresa a cargo F&G Construcciones dejó a medio terminar el establecimiento Nº 574 en la intersección de las calles Ombú y Las Gaviotas.

Es por esta razón que mañana un grupo de padres irá a la sede local del Ministerio de Educación de la provincia para denunciar el estado de abandono de la escuela y presentará un documento con el reclamo que no es nuevo. “La información que tenemos es que a fin de año se llamará a licitación para finalizar los trabajos, lo que pudimos hacer es poner vigilancia para evitar que haya más gente que quiera instalarse, pero el desalojo corresponde al intendente de Pérez (Alejandro Marinsaldi) porque es su jurisdicción”, explicó a El Ciudadano Marta Díaz, delegada del Ministerio de Educación provincial en Rosario.

“Los diez cursos de la secundaria de la mañana más los seis vespertinos tienen que dar clases en una escuela prestada, la Provincia de Chaco; no tienen aula de computación, ni biblioteca especial para ellos, ni sala de música, ni fotocopiadora, ni gimnasio”, se quejaron los padres de los alumnos que deberían ir a la Nº 574. Es por eso que firmaron un documento que será entregado hoy a las autoridades de la cartera provincial con la esperanza de que reactive este tema ante la Nación.

Cinco escuelas en una

En el marco del programa nacional 700 Escuelas sólo quedó trunca la de Cabín 9. Se comenzó a levantar en noviembre de 2006 y a mediados de 2008 las obras se paralizaron. “Vivimos en una zona muy poblada, lejos del centro de la ciudad y todos nuestros hijos confluyen en cinco escuelas dentro de un mismo establecimiento: la escuela primaria Nº 1209, el Cecla Nº 6631, la primaria nocturna Nº 2561 y el Eenoa Nº 1325. Todo esto provoca roces entre alumnos y personal docente. Los chicos de la primaria salen a las 17 y coinciden con la salida de los alumnos de la secundaria, de 3º, 4º y 5º años, en una zona de alta inseguridad y ha provocado una merma en la matrícula a partir del 3º año”, agregó una de las madres en diálogo con este diario.

La obra está paralizada hace tres años y, según una vecina, “ya hay cinco o seis familias instaladas; hace unos días empezamos a ver ropa colgada en las galerías de la escuela y pibes jugando en el edificio a medio construir. Si bien no se dejan ver demasiado, todos sabemos que hay varias personas con niños viviendo en la obra abandonada. Es una injusticia total que esta obra esté así y los chicos tengan que dar clases amontonados con los de la primaria, sin poder aprovechar el nuevo edificio”.

Marta Díaz, desde la cartera provincial, reconoció que la empresa constructora había dejado un sereno como cuidador “y las versiones son que este hombre habría dejado ingresar a una familia”.

“Este señor ya no está y nosotros lo que pudimos hacer es poner una guardia de seguridad entre las 7 de la tarde y las 7 de la mañana en el lugar, pero no tenemos el poder de policía para llevar adelante un desalojo, eso es competencia del intendente de Pérez. La información que tenemos es que antes de fin de año se licitará la ultima etapa de las obras”, explicó la funcionaria.

“No tenemos dónde ir”

En el barrio Cabín 9 hay una postal por partida doble. Un establecimiento educativo abandonado y ahora ocupado por gente que no tiene vivienda. En lo que podría ser uno de los salones de la escuela secundaria Nº 574, desde hace dos meses vive Yolanda Fernández con sus 9 hijos.

Una cumbia retumba en el patio y dos niñas juegan a las cartas en el piso; sus dos hermanos mayores llegan con sus bicicletas de hacer changas y buscan una canilla del Club Las Palmeras para refrescarse.

“Yo no me quiero quedar acá pero no tenía a dónde ir. Ya no podía pagar el alquiler y fui hablar con la Defensoría del Pueblo y con Promoción Social de Pérez, y nada. Cobro la asignación y mis hijos mayores ayudan como pueden”, relata Yolanda, recién llegada de la casa de su hermana, que vive a cinco cuadras, adonde lleva a bañar “a los más chicos porque se tienen que ir a la escuela”.

Yolanda afirma que tuvo que llamar al 911 “porque después de las 7 de la tarde se pone muy pesado; aquí hay gente de mal vivir, gente que no sabe convivir”, afirma. Si bien el establecimiento no tiene luz, los cables llegan desde la calle y “hasta hace poco había una bomba de agua pero se la llevaron”.

Yolanda sabe de albañilería y pintura, “todos changueamos, pero a la hora de alquilar se nos complica porque no tenemos recibo de sueldo, espero que pueda conseguir otra cosa porque sabemos que de aquí, tarde o temprano, nos tendremos que ir”.

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