¿Quién dice que la defensa personal es sólo para hombres? Con el temor de chicas jóvenes y mujeres maduras por igual a arrebatos y asaltos, situaciones en las que usualmente las víctimas están solas y distraídas, hablando por teléfono, revolviendo sus carteras o simplemente caminando, una experta sostiene que toda mujer está dotada de condiciones anatómicas y mentales que permiten conseguir un nivel técnico a la hora de defenderse. Denise Favaloro es instructora de artes marciales de kali filipino –que se aborda con el trabajo de armas, cuchillos, bastones, machetes y donde se utilizan más los brazos que las piernas, es de guerra y de combate– y de krav maga –una disciplina israelí militar que trabaja sobre el desarme y defensa de un atacante, entre otras cosas– y da clases de defensa personal “especialmente” para mujeres, utilizando una fusión de sistemas y artes marciales. Y afirma que la instrucción mantiene “la simpleza, la efectividad y la gracia” que necesita una mujer para ser, “no sólo una dama sino también una guerrera”.
Denise hace tres años que empezó a aprender defensa personal para mujeres y explicó que los cursos no tienen finalización, ya que habiendo tantas artes marciales “se aprende constantemente”.
“Lo que tenga que ver con «prevención» está apuntado a cómo uno se comporta en la calle al ser víctima de un robo o de un hecho violento. Por ejemplo, si están caminando por un lugar que no es seguro, hay que tener la cartera siempre cerrada y no andar con cosas encima. Hay que llevar lo imprescindible. Los documentos en algún bolsillo, tener una billetera «de mentira» que tenga algo de plata: si te roban, le das esa al delincuente”, sostiene Favaloro.
La experta aclara que defenderse es una situación compleja y que incluye la negociación y el engaño. “Tratar de negociar da tiempo para saber qué hacer”, afirma. “Y si no se puede evitar y la víctima es agredida, y tiene 100 pesos en la billetera, es más barato darle el dinero antes que pelear con una persona desconocida”, completa.
Pero también puede fallar: “En el caso de que el delincuente pida más dinero, la situación se va de las manos y se pone en riesgo la vida, para las mujeres lo más efectivo es el golpe en bajo, en la entrepierna, ya sea con la punta del pie, con tacos, con una cartera, con la tibia o la rodilla, siempre sirve”, explica. Y aclara: “Parece simple, pero es común que no lo usen”.
La instructora también marca que cuando una mujer tiene que defenderse físicamente suele ser de personas de contextura más grande. “Es importante apuntar a la cara o a los oídos –dice–. Una cachetada en la oreja los deja aturdidos y da la ventaja para salir corriendo. Soldado que huye, sirve para otra guerra”, apela al viejo refrán.
La instructora parece realzar antes que nada el método: “Tratamos de crear una ventana para salir corriendo. Si tienen un arma, tratamos de envolver la mano armada, de que quede menos inofensiva, golpear en las articulaciones: hombros, codos, y rodillas”, puntualiza.
“Un golpe en una rodilla, genera mucho dolor, desde la parte frontal o desde los costados, son muy buenos para desequilibrar al oponente. Si se golpea en la rodilla desde el costado, automáticamente la persona, si no se quiere quebrar, se va a doblar la pierna. Es la oportunidad de empujarla y salir corriendo. Y es más difícil que el atacante se levante de una posición de estocada”, dice.
En su explicación, la defensa personal apunta a un único final: la fuga. El contacto físico es un último y fugaz recurso, solo para “abrir una ventana” a huir. Pero también instruye sobre “técnicas de piso” cuando no hay oportunidad de correr y la intención del ataque es una violación. “Cuando una persona está en el piso con una persona más pesada arriba, y tiene intención de violación, se tiene que elevar la cadera, abrir un espacio para que se pueda salir, golpear las zonas bajas. Se trabaja la fuga de cadera que es tirarla para el costado, se mete la pierna hacia atrás para abrir un espacio y poder empujar a la otra persona. En el caso de que la persona esté entre las piernas, se entrelazan los tobillos, se presiona las costillas y el diafragma, se aprieta, y allí comienza a perder el aire de la zona intercostal, le quita el aire, se empuja y permite salir”, explica.
Se trata de una situación afortunadamente menos común, pero más extrema: “Cuando una persona viene con intención de violar, son muy violentas y es importante salir a toda costa”, advierte.
“Hay que ser lo más salvaje posible: eso implica morder, patear, tirar de los pelos, y dar golpes en los bajos. En la calle no hay reglas y menos ante una violación. Lo más efectivo es morder el pectoral o la zona de los bíceps: eso genera mucho dolor y en algún momento se va a tener que levantar y ahí hay que aprovechar para salir”, subraya Denise.
La instructora también da un ejemplo de situaciones menos extremas pero más comunes: “Cuando un delincuente está «ahorcando» de la manera tradicional, hay que tratar de llevar el mentón hacia abajo, para que la presión que pueda generar no llegue a la garganta, no perder el aire ni desmayarse. Se agarra el antebrazo, se genera presión, se infla el torso, para crear espacio y se gira hacia la espalda de la otra persona. Si son dos personas atacando se puede empujar al que está ahorcando contra el cómplice”, dice.
Ahora suena todo más difícil, pero, claro, para eso son las técnicas y el entrenamiento. Insiste: “En las técnicas de evasiones de cuchillo hay que ir a la cara, hay que girar el cuerpo hacia atrás, sacar la cola hacia atrás. Se extienden los brazos y así no se pueden tocar los órganos internos ni las arterias principales, y se frena el avance del corte”, remarca.
“La primera técnica es la lanza, es una posición en la cual se ponen los brazos semiflexionados y queda como forma de diamante, entonces cuando una persona viene armada, se apoya uno de los antebrazos en el pecho, y el otro en el antebrazo y se envuelve el brazo del atacante por arriba. Se estira y la mano armada queda atrás: si no suelta el arma, no puede sacar la mano. Entonces se tiene controlada la distancia y el arma. Hay que buscar golpear en los bajos, en el pecho, en el estómago y en la cara. En la nariz es lo ideal, ya que es muy feo, provoca un lagrimeo y puede sangrar la nariz, entonces en ese momento el atacante queda aturdido y así puede salir corriendo”, especifica.
“Y en el caso de que el delincuente quiera arrinconar contra una pared, un poste, un auto, la mejor manera es empujar e irse. Si las manos están en una situación poco ventajosa, hay que ir a los golpes bajos y tratar de hablarlo para sacar ventaja y poder huir”, insiste la instructora, marcando de nuevo el mejor final: huir.
Seguras
“Una nunca sabe cuándo lo va a necesitar, mejor prevenir que curar. Va a servir para algún momento de la vida, nadie está exento de que le pase algo. Hay que sentirse seguras y no andar con miedo, evitar los riesgos pero saber que una es autosuficiente, generar independencia, no necesitar de un hombre que nos proteja. Las mujeres nos podemos defender”, sostuvo Denise Favaloro. Para comunicarse con ella se puede escribir al correo electrónico a info@apacrosario.com.ar o llamar al 4243278.