Por Paulo Menotti
Hace medio siglo la escritura de la historia sufrió un importante cambio que, a la vez, significó un enorme avance. Edward Palmer (más conocido como E.P.) Thompson publicó su libro La formación de la clase obrera en Inglaterra. El texto renovó el enfoque histórico porque le dio un espaldarazo, aportes y nuevos enfoques a la mirada social de la historia, en particular a la que tenían quienes venían del materialismo histórico (marxistas). Desde hacía tiempo, los más laboriosos historiadores habían soslayado las biografías de grandes personajes y se habían encaminado en los procesos económicos y sociales. Pero Thompson innovó la mirada hacia la clase obrera porque dejó de verla como prefigurada, como un sujeto preexistente y trazó una trama centrada en su concepción y en su experiencia.
A modo de homenaje, el Centro de Estudios Históricos Europeos (Cehe) preparó una jornada dedicada al historiador nacido en Oxford que se desarrollará mañana, a partir de las 17, en la Facultad de Humanidades y Artes (Entre Ríos 758). Entre los expositores, Omar Acha analizará los recorridos del historiador británico en el marxismo, así como su legado a las nuevas generaciones de investigadores del pasado.
Acerca del papel de E.P. Thompson en la historiografía de izquierda, el también historiador Acha apuntó: “El historiador inglés Edward P. Thompson (1924-1993) excedió la historiografía (o historia) de izquierda, es decir, aquella opción de contar historias que buscan un cambio social donde las grandes mayorías sean protagonistas de sus vidas. Esto es así al punto de que quien no conozca los temas decisivos de la obra de Thompson difícilmente pueda captar los debates decisivos entre los historiadores. Thompson influyó en toda la cultura histórica de nuestra época. Por eso es importante. Si fuera sólo un autor de una cultura política de la izquierda socialista no sería tan relevante en nuestro tiempo, donde la izquierda parece un fragmento de la realidad política. Pero Thompson tuvo la claridad de ser un “gran historiador”. Por eso no hay historiador o historiadora con una buena formación que no haya leído a Thompson”.
Sobre por qué sería importante el debate sobre la preexistencia de la clase obrera, Acha sostuvo que “Thompson discute la idea de una clase obrera ideal, esencial y siempre dada. Thompson plantea que la clase obrera en el capitalismo sigue experiencias, particularidades, complejidades y no modelos abstractos. Entonces nos impulsa a investigar sus creencias, luchas y sentidos, sin suponer qué es lo que debería ser. Y eso es fundamental para las izquierdas que imaginan clases obreras revolucionarias cuando la clase obrera se «forma», tiene recorridos prácticos, irreductibles a moldes predeterminados. Sin embargo, Thompson siempre fue un historiador socialista, y marxista, que aspiró a una transformación social profunda donde los pueblos sean los protagonistas de sus vidas, no como ahora donde son juguetes de las variables macroeconómicas o de las decisiones de una clase política que persigue sus propios intereses”.
Estudiar la “experiencia” de las sociedades parece ser parte incuestionable para profundizar identidades. “La «experiencia» es la múltiple realidad de los modos en que una clase en formación alcanza su identidad de clase. Ese es un proceso difícil, condicionado por sus circunstancias y por las acciones producidas en marcos de lucha clasista. Por lo tanto, la experiencia nunca está definida de antemano. Al subrayar la manera en que las personas viven sus vidas, eso es la experiencia, Thompson se acerca a los sujetos tratando de entender respetuosamente el modo en que ellos y ellas vivieron sus existencias. Es decir, no les impone lo que deberían ser. Esa opción me parece una mira auténticamente democrática y una enseñanza de la única manera válida de imaginar, y construir, un futuro socialista”.
Sobre qué repercusión tuvo Thompson entre los historiadores argentinos, Acha señala: “Los «usos» de Thompson fueron múltiples y con acepciones políticas diferentes. Algunos vieron en la «experiencia» la legitimación de lo existente (sobre todo en las lecturas peronistas de Thompson), es decir, de la adaptación a las reglas de dominación. Otros observaron las prácticas de lucha y resistencia al orden capitalista. Lo que quizás persiste como interrogación thompsoniana es que una política de la historia socialista no debe satisfacerse en imponer moldes predefinidos respecto de lo que debería ser la clase trabajadora, sino más bien acompañar críticamente la forja de una cultura política crítica y transformadora. Esto supone una modificación interna de su experiencia y la voluntad de cambiar profundamente una sociedad, la capitalista, en la que las y los trabajadores siempre deben pagar los «platos rotos» de los poderosos. Para pensar ese largo camino Thompson es un autor fundamental”.
Un intelectual comprometido 
E.P. Thompson fue un intelectual comprometido con la izquierda y el pacifismo, que en 1946 formó el Grupo de Historiadores del Partido Comunista. Ese grupo se articuló en torno a la revista Past and Present desde 1952, y sobrevivió al abandono que hizo Thompson del Partido Comunista inglés (en 1956, a raíz de la invasión soviética de Hungría). Desde entonces, Thompson fue adoptando posiciones críticas tanto del estalinismo como del estructuralismo de Louis Althusser. De hecho, su principal obra choca con esa corriente de pensamiento a pesar de que ambas se centran en el marxismo. Mientras el estructuralismo ubicaba a la clase trabajadora, prefigurada y enmarcada en una estructura social, Thompson no observaba ningún marco ni disposición y sostenía que la clase obrera se iba organizando en base a su experiencia a lo largo del tiempo.
