Podemos asegurar que lo más normal y natural es cada tanto sentirnos frustrados, por cosas de la vida, tema familiares, sociales, laborales, etc. Sin embargo debemos reflexionar si ese sentimiento de fracaso lo sentimos regularmente. En este caso tenemos un problema a resolver, porque la vida se torna indeseable, molesta y de alguna manera causa un malestar social que a la larga o a la media se transforma en violencia.
La solución no está siempre en enfrentar el problema en sí que me causa la frustración, es mas creo que la mayoría de las veces la solución está en uno mismo, en entender que las cosas que pasan en su gran mayoría no son un motivo para sentirse desgraciado, desafortunado.
Ciertamente es molesto que un niño llore o se lamente sin parar, pero la situación nos altera sólo debido a que nos convencemos de que es imposible tolerarla. Cuando nos enfadamos por un llanto, el enojo se basa en nuestro deseo de vivir apaciblemente. No nos decimos que sería preferible que el ruido no perturbara nuestra serenidad, o no lo tomamos como algo preocupante, sino que opinamos que es censurable ser molestados de una forma tan terrible que es insoportable y que es imposible continuar así siquiera un segundo más.
Confundir el ideal de una vida carente de problemas y frustraciones con la necesidad imperiosa de que así sea es lo que nos causa el enojo. Por eso, el primer paso en el proceso de abandonar el enfado es renunciar a este deseo y tomar conciencia de que, si bien preferimos una vida fácil y placentera, no siempre es posible lograrla. ¿No es acaso un poco tonto aspirar a tener una vida sin contratiempos?
Abstenerse de esta necesidad no resulta fácil. Es complicado en especial si con el correr de los años nos acostumbramos a creer que todo lo que deseamos debemos alcanzarlo. Seamos fuertes y modifiquemos este punto de vista. ¿Están los niños obligados a llevarse bien entre sí, sólo porque a nosotros nos place? ¿El hecho de que nunca queramos toparnos con frustraciones e incomodidad significa que todo debe plantearse así?
No tiene sentido que cuando algo no nos satisface nos digamos que no lo podemos soportar. Continuamos viviendo: esta es una clara demostración de que sí podemos sobrellevar la situación, aunque no nos plazca.
Te encuentras cansado debido a que no has podido dormir durante toda la noche porque tu hijo está enfermo y supones que no podrás trabajar durante el día; no te atormentes pensando: “¡Esto no puede ser así, no merezco una vida tan dura!” En lugar de esto piensa: “Pasé una noche difícil, estaré cansado y probablemente no llegue a realizar mi trabajo como corresponde, pero de cualquier manera me las arreglaré”, La próxima vez que tus hijos riñan no te llenes de enfado al decirte: “¡No deben comportarse de esta manera y estorbarme tanto!”, sino reflexiona: “Es lamentable que se comporten así, pero veré que puedo hacer”.
Lo esencial es evitar juicios extremos y exagerados. El niño llora hace largo rato. Es natural vociferar: “¡No puedo tolerar este terrible llanto ni un minuto más!” Pero sería preferible expresar nuestra queja en forma más leve: “Este llanto me provoca nerviosismo, pero no es insoportable. Decididamente podré sobrellevarlo”. Al secar la leche derramada sobre el piso pensemos: “Ciertamente no resulta agradable hacer esto, pero no es tan grave”. Considerar que no es correcto limpiar semejante suciedad es lo que transforma esta tarea en desagradable. Estamos capacitados para adoptar un modo más tolerante que nos ayudará con las dificultades que pudieran surgir.
Cabe recordar que al enervarnos estamos agudizando nuestros problemas. Si bien no es agradable secar leche derramada, si nos enojamos porque tenemos trabajo adicional, debemos enfrentarnos no solamente con esta tarea sino con nuestra propia ira, y así nos provocaremos un sufrimiento innecesario.
Si aprendemos a sobrellevar cada inconveniente que nos ocurre, nos liberaremos también de uno de los principales causales del enojo y de las aflicciones extra. Hasta descubriremos que nos resultará más fácil enfrentar situaciones problemáticas y en consecuencia menos violencia.