La culpa existencial, la sensación inconsciente de haber hecho algo mal, es la raíz del mundo, tal como lo ves. Debido a esta profunda idea errada te sientes impelido a actuar, sentir dolor, confundir amor con sacrificio, desear cambiar las cosas, necesitar a otros para sentirte bien o corregirlos para sentirte validado. Tanto es el dolor de la creencia de que estás separado de una fuente ilimitada de amor perfecto para ti que necesitas proyectar esa culpabilidad en otros. De esta manera visualizas al mundo como causa de lo que te ocurre. Ahora necesitas construir un refugio para el cuerpo. Todo el problema por el cual sientes la vida con una cierta desconfianza es que crees ser ese cuerpo que se extingue día a día. La idea del tiempo te atormenta debido a ese concepto corporal. Día y noche quieres, necesitas, rechazas, deseas, evalúas y condenas un mundo proyectado. Por último, mueres confundido.
Es la tendencia del ego poner las causas fuera de sí mismo, de tal manera de volverse imperceptible y darte la impresión de que el mundo, al ser causa y no efecto, es real. Y como piensas que todo lo que sientes depende de ese mundo que ves, y no de tus decisiones profundas, es que duermes al Amor que hay en ti.
A veces sientes gran placer con un hombre o con una mujer, y otras veces insondable desdicha por la misma causa. Tal parece que esos eventos de dolor y placer son provocados desde afuera.
¿Pero quién que te mire despierto dudaría que estás soñando?
Por cada pensamiento que tienes, por cada palabra que dices, y en tus impulsos inconscientes diarios, estás creyendo que dependes de factores externos como padres, pareja, pensamientos ajenos, dinero acumulado, prestigio, gobierno, o tu propio cuerpo. ¿No es esto un ejemplo de debilidad o condena? ¿Cómo podría la vida real estar basada en elementos que no se pueden controlar, o en todo caso, controlar en apariencia a costa de la paz? ¿Cómo podemos llamar Vida a una dependencia interminable de factores externos? Y, por otro lado, ¿cómo podría el mundo, o cualquier persona, ser la causa real de algo que te ocurre a ti?
No eres una víctima sino un soñador, por lo tanto, si condenas te condenas. ¿Quién sino el que condena sufre? Si tú puedes solucionar cualquier problema que percibes, es porque la causa de lo que miras está en ti. Eres un ser poderoso e ilimitado, pero te percibes como una débil víctima a causa de esta disfunción fundamental de tu mente. No aceptas que el mundo es un espejo de tus creencias subconscientes.
La observación silenciosa diaria de tus pensamientos y la aceptación radical de estos es la asepsia natural para tu mente, la esencia de la meditación. No es conveniente colocar las causas de lo que sientes o piensas sobre otras personas, porque de esa manera te castigas justificadamente y te atormentas con razones, le das vida al dolor. Creas un mundo falso.
Todo tiene una expresión máxima, pero le tenemos pánico a nuestra esencia, la cual es pura intensidad. En esta experiencia que llamamos vida parece que necesitamos sufrir para sentir que estamos vivos, también opinar, clasificar, evaluar y hacer una jerarquía desde lo peor hasta lo mejor que te puede “pasar” en la vida. Es así como le damos vida a la duda y a la desconfianza.
Sin embargo, por más que te esfuerces nada alcanza, porque cuando ya tienes Vida, cuando ya eres la Vida, cuando ya eres un ser eterno radiante de luz para regalarte a otros, querer únicamente un hogar, una pareja y un cuerpo sano es mendigar. Es muy difícil darse cuenta de tu real identidad cuando le llamas vida a los logros y éxitos aparentes. Las cosas deseables de la vida llegan por añadidura, no por esfuerzo, no por capricho. Esta vida no es adicción sino libertad en estado puro, tú mismo sin nada más que agregar.
No eres una víctima sino un soñador de ilusiones. Si deseas paz, abandona las dependencias y no condenes a otros. No corras a nadie con los codos, no hay ningún lugar adonde llegar, aminora tu miedo y empieza a mirar. Aunque la experiencia parezca ocurrir afuera, eres tú quien la experimenta, eres tú quien la piensa, está sucediendo dentro de tu mente. Esta comprensión te llevará al punto de la liberación, la sanación y la solución de todo conflicto.
No hagas causa a nada allí afuera y sentirás la fuerza de aquél que entiende todo desde la humildad. En verdad, te culpas porque condenas, una y otra vez. No culpes a nadie y percibirás todo tal como es, liberándote de dolorosos juicios te sentirás inocente. No por esto vas a tolerar sinvergüencerías de parte de otros, necesitas ser práctico en el mundo y solucionar las cosas en el momento. Pero tu mente no vivirá ni se alimentará más de los remanentes del pasado. Haces y te limpias, entras y te sacudes, tomas decisiones pero perdonas. Experimentarás el latido de la vida y el sentir del momento presente a través de todo.
…porque toda persona a quien mires, serás tú mismo de manera oculta.