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“A Mollaghan lo nombran por las presiones de la mafia vaticana”

Por Santiago Baraldi.- El párroco Eduardo de la Serna dio detalles del entramado que se tejió para la elección del actual arzobispo de Rosario.

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“Mollaghan fue nombrado por las presiones de la mafia del Vaticano”, afirmó Eduardo de la Serna, párroco de la parroquia de Jesús el Buen Pastor en la localidad de San Francisco Solano, Buenos Aires, quien es una de las voces crítica dentro de la Iglesia católica argentina. Consultado por El Ciudadano sobre la situación del arzobispo de Rosario José Luis Mollaghan, cuya gestión es observada por el obispo José María Arancibia a pedido del papa Francisco, el coordinador del Grupo de Curas en Opción por los Pobres de Argentina recordó que el mismo Jorge Bergoglio cuestionó al Vaticano el nombramiento de Mollaghan en Rosario, el 18 de marzo de 2006, ya que éste no figuraba entre los tres nombres propuestos por la Comisión Episcopal a la Santa Sede.

—¿Cree que la llegada por pedido del papa Francisco a Rosario de monseñor José María Arnacibia fue sólo de índole pastoral o hay algo más?

—Estaba al tanto de la presencia de Arancibia en Rosario; otras veces hubo visitas de obispos veedores que no significó necesariamente una intervención, más allá de la simpatía o no que le tenga Jorge Bergoglio a Mollaghan. No es habitual pero no es extraño que ante algunos comentarios el Vaticano envíe a un hombre de confianza para que emita una opinión, lo cual no quiere decir que pueda haber una intervención. Hubo casos de visitas canónicas en que primero se dio una visión negativa y después sucedió todo lo contrario y continuaron al frente de su diócesis. Fue el mismo Arancibia quien estuvo siguiendo el caso (Edgardo) Storni en Santa Fe y fue cajoneado hasta que salió el libro “Nuestra Santa Madre” y recién ahí lo retiraron a Córdoba donde falleció.

—¿Por qué cree que Mollaghan fue elegido en su momento para reemplazar a monseñor Mirás, teniendo en cuenta que no figuraba en la terna?

—Mollaghan fue nombrado por las presiones de la mafia. La gente de la curia vaticana, gente de dudosa honorabilidad que ahora Francisco se la sacó de encima raudamente. En este caso no creo que sean cosas de derechas o izquierdas; el tema es honestidad o deshonestidad, estamos ante gente que no tiene ningún contacto con el Evangelio; no se trata de sacarme de encima a un tipo con el que no coincido ideológicamente.

—¿Pero hay una historia en este supuesto enfrentamiento entre Bergoglio y Mollaghan?

—Hace unos años hubo una decisión de la Comisión Episcopal de intervenir el Instituto Verbo Encarnado, que es un grupo que nació en San Rafael, Mendoza, fundado por el sacerdote Carlos Miguel Buela, que había llegado desde Buenos Aires. Hubo dos obispos que se negaron a esa intervención, uno de ellos fue Mollaghan y por eso fue premiado con el Arzobispado de Rosario.

—¿Qué se cuestionaba del Instituto Verbo Encarnado?

—Y, por ejemplo, que no tiene nada que ver con el Evangelio, es un grupo de ultraderecha que hace la suya. En 1986, la Conferencia Episcopal pidió que Roma mandara un veedor al seminario de San Rafael, y ahí crearon el Instituto Verbo Encarnado para que el veedor no tuviera ninguna ingerencia. A partir de ahí se crea una tensión muy fuerte en la Comisión Episcopal: por un lado, la gente de Menem con el cardenal Angelo Sodano, mano derecha de Juan Pablo II y algunos obispos argentinos como Mollaghan, que estaba en ese momento en San Miguel y es premiado con la diócesis de Rosario.

—En su momento se conoció el viaje de Bergoglio al Vaticano para cuestionar el nombramiento de Mollaghan en Rosario…

—La Conferencia Episcopal había elevado una terna al Vaticano y Mollaghan no la integraba. En todo el grupo que promovió a Mollaghan estaba el ex embajador argentino en el Vaticano en tiempos de Carlos Menem, Esteban Caselli, con estrecha relación con quien fue secretario de Estado del Vaticano, cardenal Sodano.

—Hay un discurso del papa Francisco de una Iglesia más abierta, cerca del pueblo y tal vez Mollaghan no represente justamente eso…

—No podría representarlo, porque no sabe lo que es eso. Es posible que el Papa quiera otra cosa, lo cual no quiere decir que lo vaya hacer necesariamente, porque habitualmente no se mueven las cosas así en la Iglesia. No es por la poca o ninguna simpatía, porque si es por eso hubiera sacado a otros obispos antes que a Mollaghan. Puede ser que haya un desmanejo económico o abuso de poder hacia los curas; también que no tenga presencia ante la gente, lo que es una cosa obvia. Mollaghan, siendo párroco del Perpetuo Socorro en Buenos Aires, andaba con su ventiladorcito de mano… Un pobre hombre que fue promovido al episcopado por el mérito de haber hecho una tesis sobre derecho canónico.

Finanzas, “insanía” y maltrato, ejes de la investigación

En la Casa del Niño Dios, España 974, a metros de los altos muros del Arzobispado de Rosario, monseñor José María Arancibia comenzó a elaborar el informe encargado por el papa Francisco desde el Vaticano acerca del desempeño de José Luis Mollaghan al frente de la diócesis, por presuntas irregularidades en el manejo de fondos, denuncias por malos tratos por parte de laicos y sacerdotes. A todas estas acusaciones el propio Mollaghan las desmiente de manera enfática.

El dossier de Arancibia, que contiene una treintena de entrevistas, trascendió que podría estar finalizado la próxima semana y a medidos de enero podría haber novedades sobre el destino del arzobispo. “Nosotros seguimos trabajando y guiando. Lo único que puedo decir es que estamos trabajando especialmente para preparar la Navidad con todos los jóvenes y que tenemos por delante distintas jornadas y seminarios con las familias. En eso estamos y seguiremos trabajando”, minimizó Mollaghan, quien volvió a negar que el Arzobispado esté siendo “monitoreado” por el Vaticano y evitó así darle más trascendencia al tema.

Según pudo averiguar El Ciudadano, aparentemente todo comenzó cuando una alta jerarquía de la Iglesia se reunió con el papa Francisco y le informó que en la ciudad de Rosario había párrocos disconformes con la prelatura de Mollaghan, en particular jóvenes sacerdotes que realizan trabajo social en barrios. Esa situación habría empujado al cura sanador Ignacio a pedir su traslado a Paraná, decisión que desactivó el propio Papa al cabo de una reunión que mantuvo con el reconocido sacerdote un tiempo atrás, cuando todavía no había pasado mucho de su asunción como obispo de Roma.

Francisco dispuso que el obispo emérito de Mendoza, José María Arancibia, viajara a Rosario para iniciar una revisión para constatar todo lo dicho. Arancibia cumplió con una serie de encuentros con sacerdotes de la diócesis y hace unos días este diario pudo comunicarse con él, pero sólo se limitó a decir que había un diálogo: “No es una intervención, estoy en Rosario en misión pastoral”.

Arancibia, jubilado y con experiencia en la tarea de fiscalización por haber seguido el caso del arzobispo santafesino Edgardo Storni, se enfocó en tres frentes de irregularidades: el “descontrol” en el manejo de fondos, una supuesta “insanía mental” atribuida por cierto sector al arzobispo y denuncias por “maltrato” tanto de sacerdotes como de laicos. Entre otras irregularidades, trascendió que Arancibia investigó también el caso del presbítero Osvaldo Buffarini, párroco en Arroyo Seco y ex titular de Cáritas, quien según trascendidos desapareció dejando deudas por casi 2 millones de pesos.

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