Tres jóvenes fueron protagonistas en la mañana de ayer de una serie de hechos delictivos que comenzó con un asalto a un comercio céntrico y terminó con el copamiento de un colectivo del transporte público y la toma de rehenes de los pasajeros, hasta que finalmente fueron reducidos por personal policial tras una persecución digna de una película de ficción por las calles del centro de Rosario. Finalizado el incidente, varias personas vivaron y aplaudieron al personal policial que participó de las detenciones.
Los hechos comenzaron pasadas las 10 de ayer, cuando tres muchachos de 17, 20 y 22 años irrumpieron en un comercio ubicado en inmediaciones de Italia y Rioja con intenciones de robo. Antes habían reducido a dos distribuidores de golosinas, a quienes bajo amenazas les sacaron algo de dinero.
Según fuentes policiales, cuando entraron en el local, al menos uno de ellos sacó un arma y pidió la recaudación del lugar donde funciona un quiosco y agencia de loterías. En pocos minutos, el trío se alzó de una suma de dinero y elementos del comercio y se dio a la fuga. En tanto, las víctimas salieron a la calle y pidieron ayuda en comercios vecinos y a la gente que pasaba.
Algunos de ellos dieron aviso al 911 y pocos minutos después personal del Comando Radioléctrico llegó hasta la zona para interiorizarse de lo sucedido.
En tanto, el trío salió presuroso por calle Rioja y luego tomó por Dorrego y después por San Luis. En la esquina de Moreno, los ladrones se subieron a un interno de la línea de transporte de pasajeros 115, y quizás pensaron que habían logrado burlar el brazo de la ley. Pero una persona que venía caminando dijo al chofer cuando arrancó que tuviera cuidado, ya que los tres muchachos habían sido protagonistas de un asalto.
El conductor arrancó y antes de que pudiera procesar las palabras, el trío de muchachos copó la parada y mientras uno se acercó hasta el chofer, los otros amedrentaban a los pasajeros, mostrándoles armas.
“Subieron como pasajeros normales, pero una persona que venía corriendo atrás dijo «ojo que son choros» y eso los puso como locos”, dijo una mujer que iba a trabajar y, entre sollozos, deslizó que lo vivido no se lo olvidará jamás.
“Nos dijeron que no nos moviéramos, porque sino nos quemaban, mientras movían y mostraban las armas como si nada”, siguió diciendo la mujer. “Se le podía escapar tiro y herir a cualquiera”, sostuvo.
El trío, al ver que podían ser cercados por la Policía, obligó al chofer a doblar por calle Dorrego hacia el sur, y si bien el conductor les dijo que tenía un recorrido y no podía desviarse, terminó por acatar la orden y dirigirse hacia el sur, ante los gritos de varios pasajeros.
“Al chofer le dijeron que se desvíe y después «acelerá que te quemamos» y el muchacho apretó el acelerador, pero les aclaró que no iba a poder agarrar para cualquier lado”, continuó relatando una de las pasajeras del interno 38 de la línea 115. “Sacanos de acá, gritaban los tres”, agregó.
El coche siguió por calle Dorrego, pero al llegar a la esquina de Montevideo un policía se paró en medio de la calle y apuntó su arma contra el frente del colectivo, lo que ocasionó que el chofer frenara bruscamente en medio de la calle. Tras esto, la gente comenzó a bajar por las dos puertas del micro, en forma desesperada y llorando.
A esa altura, la zona estaba atestada de policías que habían llegado en autos y motos, y algunos portando armas largas subieron al colectivo por ambas puertas y redujeron a los tres muchachos.
Cuando tuvieron controlada la situación, los uniformados hicieron subir a dos personas que estaban intentando saber qué pasaba o captar alguna imagen en sus celulares para que oficiaran de testigos de las cosas que les iban a sacar a los arrestados: de sus bolsillos salieron billetes de distinta denominación y varios teléfonos celulares, que fueron decomisados.
Cerca del mediodía, esposados y con sus rostros cubiertos, fueron bajados del micro, mientras algunas de las personas que se habían congregado en la esquina gritaban, puteaban y amenazaban al trío.
Los tres detenidos fueron subidos a la parte trasera de una camioneta policial y acostados en la caja del rodado, que a esa altura de la jornada debió tener una alta temperatura. En tanto, varios de los presentes –algunos de los cuales seguramente criticó hace una semana a los policías por haber dejado sin custodia a la ciudad– comenzaron a pedir a gritos “un aplauso para la Policía”.
Y así, entre aplausos, los uniformados trasladaron al trío hasta la seccional 2ª, con jurisdicción en la zona, donde quedaron a disposición de la Justicia.