Henri Laborit, fue un analista de las raíces culturales, biológicas y sociales de la agresividad humana.
El tema de la agresividad humana es complejo ya que para ser exhaustivos en su abordaje es necesario un estudio multidisciplinario. Existen trabajos sobre esta cuestión que marcaron hitos insoslayables: el ensayo de Sigmund Freud “El malestar en la cultura” (1930), el libro de Herbert Marcuse, filósofo y sociólogo de la Teoría Crítica, “Eros y civilización “(1955), que cuestiona la tesis freudiana; la obra de Karen Horney “La personalidad neurótica de nuestro tiempo” (1937); “Anatomía de la destructividad humana”, de Erich Fromm (1973); los estudios de Konrad Lorenz plasmados en “La agresión el pretendido mal” (1976). Henri Laborit fue biólogo, médico, etólogo francés cuyo principal estudio fue sobre la conducta animal. También era psicólogo y filósofo, y logró analizar algunas el fenómeno de la agresividad en algunos estudios.
Laborit nació en Hanoi, hoy Vietnam, el 21 de noviembre de 1914. Hijo de un médico de la marina francesa, cursó la carrera de medicina especializándose en cirugía. Fue un importante investigador en diversas ramas de la ciencia, dedicándose particularmente a la etología humana. Se destacó también en el estudio de los psicotrópicos con fines terapéuticos y experimentó el desarrollo de técnicas de hibernación artificial. Durante la segunda guerra mundial cobró notoriedad al hacer uso exitoso de la clorpromazina para las operaciones quirúrgicas. En 1951 realizó una descripción de la hibernación artificial. En 1952 hizo un estudio sobre la utilización de clorpromazina en psiquiatría para el tratamiento de la esquizofrenia. En 1957 fue galardonado con el premio “Lasker” de investigación médica por sus aportes en el estudio de los síndromes fisiopatológicos vinculados a la anestesia y la reanimación. En 1958 creó el laboratorio de eutonología en el hospital Boucicaut de París. Entre 1958 y 1983 fue director de la revista Agressologie. En 1967 se le otrogó la Legión de Honor de la República Francesa. En 1969 dictó cursos sobre biología y urbanismo invitado por los estudiantes de la Universidad de Vincennes. Estos seminarios continuaron hasta 1974. Fue profesor invitado por la Universidad de Quebec en Montreal. En 1980 la película “Mi tío de América”, dirigida por Alain Resnais, expuso para el público las observaciones de Laborit sobre el comportamiento de los roedores y su réplica en los seres humanos. El film recibió el premio del jurado en Cannes en 1980. Además, fue galardonado en 1981 por el Premio Anokhin de la Academia de Ciencias de la URSS.
En el libro de Laborit “La paloma asesinada” (1983), editado en francés por Grasset & Fasquelle y publicado luego con traducción al español por Editorial Laia de Barcelona en 1986, el teórico explica: “Los análisis sobre la violencia están de moda. La bioquímica, el estudio de los comportamientos, la psiquiatría, el psicoanálisis, la economía o la ciencia política tratan de conocer las raíces profundas de una violencia que estalla en todas partes y a todas horas”. A partir de un trabajo interdisciplinar, Laborit estudió la biología de los comportamientos. Analizó tanto la relación de la violencia con el sistema nervioso como la penetración de ésta en los comportamientos colectivos. Esta perspectiva comprende el estudio de datos anatómicos, psicológicos y culturales.
El comportamiento humano
Laborit compartió postulados con Konrad Lorenz, realizando estudios etológicos que extendió a la psicología. Realizó una interesante síntesis con elementos provenientes de la etología, la reflexología y el psicoanálisis. A través de la neurología explicó el cerebro humano a partir de la división en tres secciones. La primera, una manifiestamente arcaica a la que denomina arquiencéfalo, orientada a la supervivencia del individuo, por ejemplo la búsqueda de alimento. Otra sección a la que llama paleoencéfalo, también primitiva pero más evolucionada con patrones de conducta que permiten desarrollar las tendencias gregarias y la vida en sociedad. Las sociedades de animales no racionales logran la supervivencia a través del sacrificio de los seres más débiles. En la parte más moderna del cerebro humano, neocórtex, es en la que se localiza la conciencia. Ahora bien como señaló uno de sus recopiladores, para Laborit la conciencia no es más que un dispositivo que racionaliza las conductas instintivas e inconscientes. Cada ser humano realiza un aprendizaje conductual a través de “premios-estímulos positivos” y rechazos o inhibiciones. Al individuo se le educan las neuronas para racionalizar su inconsciente. Laborit sostiene que el inconsciente está dominado genéticamente. En este punto difiere de lo planteado por Sigmund Freud y Jacques Lacan, quienes afirmaron que lo que domina inconscientemente a los individuos es lo internalizado del medio social. Aunque sin dudas el inconsciente tiene una base genética e instintiva, el aprendizaje será impuesto según las necesidades de supervivencia del grupo social al que pertenece el individuo. De modo tal que los comportamientos individuales están condicionados por los grupos sociales.
En “La paloma asesinada”, Laborit afirmó: “La historia existencial de cada individuo es única. Es con la experiencia inconsciente que se acumula en su sistema nervioso desde el nacimiento cómo interactuará con su entorno, cómo se comportará en relación con él. En la medida que esta experiencia haya sido gratificante o no, según que haya permitido o prohibido la acción, la resonancia afectiva de todo sujeto ante los acontecimientos que pueblan su existencia será variable, diferente hasta el infinito, de la más simple a la más elaborada”.
El científico y sociólogo Laborit murió en la ciudad de París el 18 de mayo de 1995 dejando una obra crítica que no pierde actualidad.