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Filipinos mostraron su devoción al Nazareno negro

Millones de peregrinos abarrotaron ayer las calles de Manila para la procesión del Nazareno negro, un Cristo de madera oscura con la cruz a cuestas, objeto de una devoción antigua en Filipinas, país católico ferviente.

Millones de peregrinos abarrotaron ayer las calles de Manila para la procesión del Nazareno negro, un Cristo de madera oscura con la cruz a cuestas, objeto de una devoción antigua en Filipinas, país católico ferviente.

Descalzos como Jesús cuando subía el Gólgota, los peregrinos acompañaron en medio de una gran fiebre popular a este Cristo que llevaron los españoles en el siglo XVII y que, según los filipinos, tiene la facultad de hacer milagros y cumplir deseos.

La procesión se extendía a lo largo de 6 kilómetros por el corazón de la capital, entre el parque Rizal y la basílica del Nazareno negro, en el barrio de Quiapo.

Pero no todo es alegría en esta peregrinación. Todos los años los heridos se cuentan por decenas. Por el camino, los peregrinos se pelean, se pisan entre ellos para besar un fragmento de la estatua o acariciarla con la punta de un pañuelo blanco.

La imagen de Jesús a escala natural fue transportada hasta Manila en 1607 por religiosos procedentes de México. La estatua se ennegreció durante la travesía, en el incendio del barco.

El arzobispo de Manila, cardenal Luis Antonio Tagle, celebró una misa de novena antes de la procesión. El prelado pidió a los peregrinos que recen por las víctimas del tifón Haiyan, que arrasó islas del centro del archipiélago filipino en noviembre, con un saldo de 8 mil muertos y desaparecidos. “Quien no olvida a Dios, no se olvida de su prójimo”, dijo y pidió: “No nos avergoncemos de proclamar nuestro amor por Jesús”.

Un 80% de los 100 millones de filipinos son católicos, herencia de cuatro siglos de colonización española. La Iglesia sigue siendo muy influyente en el país, donde se opone al divorcio y la contracepción.

Además, es el único país cristiano de Asia junto con Timor Oriental.

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