Empeñado en lograr el autoabastecimiento de gas y petróleo a partir del rendimiento futuro de Vaca Muerta y de otros yacimientos del país, el gobierno buscó el jueves pasado garantías de paz social con los combativos gremios petroleros y aceptó a cambio impulsar una nueva ley de hidrocarburos que contemple la explotación de recursos no convencionales, como lo es el proyecto en la cuenca neuquina.
Para eso, convocó especialmente a la Casa Rosada al senador por el Movimiento Popular Neuquino y secretario general del Sindicato Privado de Petróleo y Gas de Río Negro, Neuquén y La Pampa, Guillermo Pereyra, que fue recibido por el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich; el ministro de Economía, Axel Kicillof; el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, y el CEO de YPF, Miguel Galuccio.
Pereyra se sentó estratégicamente junto a Galuccio, con quien el sindicalista mantiene una muy buena relación. Hablaron sobre la importancia del abastecimiento y de la necesidad de mejorar la productividad no sólo en YPF sino en el resto de las empresas que operan en el país.
Oro negro y cuentas en rojo
Con los resultados de la producción de 2013 en la mano, los funcionarios coincidieron en la necesidad de revertir el 2,5 por ciento del balance neto del año pasado. Esto es, explicaron, porque pese al crecimiento del 10,5 por ciento en la producción de YPF, el rendimiento decreciente del 5 por ciento de las compañías privadas arrastró el resultado neto del país a un nivel que no alcanza para cubrir los objetivos.
“Esto no se puede lograr sin alinear bajo el mismo objetivo al gobierno, a las empresas y a los trabajadores”, escuchó Pereyra y tomó nota de la urgencia del gobierno por asegurar un horizonte sin medidas de fuerza del sector petrolero, acostumbrado a paralizar los yacimientos más importantes del país en medio de reclamos de aumentos salariales.
No echar leña al combustible
Un panorama de conflicto es un fantasma que la Casa Rosada necesita mantener lejos especialmente de la zona de Loma Campana, donde la estadounidense Chevrón planea invertir un total de 1.240 millones de dólares para extraer del subsuelo neuquino gas y petróleo suficientes para cambiar el panorama energético argentino y convertir al país en un gran potencial de hidrocarburos.
Pereyra, un sindicalista alineado al líder de la CGT disidente Hugo Moyano, y –al menos hasta la semana pasada– detractor de las políticas oficiales, es paradójicamente la llave que tiene el gobierno para asegurar el alineamiento del sector petrolero al plan de aunar esfuerzos en pos de lograr seguridad energética.
Aliados tácticos
El flamante senador por Neuquén tuvo su debut en la maratónica sesión en la que se aprobó finalmente el pliego enviado por el gobierno para ascender al grado de teniente coronel al jefe del Ejército, César Milani, por el que aportó su voto negativo.
El jueves último, sin embargo, se fue de la Casa Rosada con un reconocimiento impensado: logró el apoyo del kirchnerismo para su designación como presidente de la Comisión de Energía en la Cámara alta, según le contó después a sus aliados del gremio de Jerárquicos de Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, José Lludgar, y Jorge Ávila y Claudio Vidal, del Sindicato de Petróleo de Gas Privado de Chubut y Santa Cruz, respectivamente.