Aníbal Gauto es médico, nacido en Tostado, provincia de Santa Fe. Estudió medicina en la UNR. A principios de los 70 decidió ir a perfeccionarse a Estados Unidos. Pudo elegir el lugar dónde hacerlo. En la Universidad de Cincinatti trabajó con un cirujano de reconocimiento internacional, William Ottomayer, quien lo encaminó hacia el tratamiento de las heridas. Hace unos años se mudó al oeste del país del norte y hoy trabaja en el Eisenhower Memorial Center, un hospital enclavado en medio del desierto al sur de California.
“Mi ocupación es sanar heridas”, afirma Gauto, y agrega: “Se trata de una práctica poco corriente y de difícil resolución”.
—¿Es una enfermedad?
—Sí, lo es. La mayor cantidad de heridas de difícil resolución se debe a pacientes diabéticos. Se trata de pacientes que más complicaciones tienen, sobre todo en los miembros inferiores. Un 40 por ciento de pacientes con heridas que no sanan son diabéticos. Un 25 por ciento tiene enfermedades vasculares, tanto sea por insuficiencia arterial o por insuficiencia venosa crónica, las conocidas várices. Son pacientes cuya sangre no drena por sus piernas en forma normal. Es sangre retenida que desarrolla edemas (hinchazón). Al no haber transporte de oxígeno suficiente por la circulación venosa deficiente, las heridas llegan a formar úlceras que son de muy difícil resolución. Son heridas que se infectan y pueden progresar hasta la amputación de partes o de toda la extremidad comprometida.
—¿Existen, además de las puntualizadas, otros tipos de heridas?
—A mí, que hace años me dedico exclusivamente a este tema, me consultan por todo tipo de heridas en el cuerpo, excepto heridas en ojos y las que se alojan dentro de la boca u otras cavidades. Yo me dedico a curar heridas externas de todo tipo: heridas de pacientes con trastornos inmunológicos. Se dan en pacientes con enfermedades autoinmunes, como artritis reumatoidea, el lupus, la esclerodermia. Estas enfermedades generan vasculitis: las arterias y los vasculares pequeños se inflaman y desarrollan edemas impidiendo que se sanen esas heridas. Atiendo también úlceras crónicas que se deben a enfermedades que afectan a la coagulación de la sangre. Trato, también, heridas traumáticas frecuentes en los adultos mayores. Son heridas que cuestan sanar ya que el trauma produjo una herida en una zona de insuficiencia arterial, o desarrolla la herida en zona de insuficiencia venosa que progresa hacia la úlcera con las consecuentes complicaciones agregadas. Son, por lo general, personas de edad con edemas crónicos los que al devenir en heridas son de difíciles resolución.
Desde Hipócrates
Aníbal Gauto hace referencia también a otros tipos de heridas que tienen una gran incidencia en la población, las conocidas como Infecciones Necrotizantes de Tejidos Blandos (INTB). Se trata de una enfermedad que fue descripta por Hipócrates hacia 500 d. C. En 1871, Joseph Jones, un cirujano del ejército confederado, la describió con más detalle y la denominó “gangrena de hospital”, con una tasa de mortalidad del 46 por ciento. A pesar de los avances en el conocimiento de su fisiopatología y las mejoras en la atención médica, la mortalidad sigue siendo elevada (entre 25 por ciento y 35 por ciento). La mortalidad está directamente relacionada con el retardo en hacer el diagnóstico e iniciar la intervención como así la poca experiencia que tienen los médicos debido a su prevalencia baja.
En Estados Unidos, la incidencia de INTB es de 500-1.500 casos/año.
Tejidos blandos
“En el curso de mi práctica me fui especializando también en infecciones de tejidos blandos”, afirma Gauto. Y completa: “Algunas son muy complejas, se llaman infecciones necrotizantes porque la infección mata al tejido. La mortalidad de las infecciones necrotizantes es todavía alta porque se demora su diagnóstico. Son infecciones que llamamos quirúrgicas porque requieren tratamiento quirúrgico. Los antibióticos no las curan”, describe.
—¿Dónde se localizan estas heridas?
—Su gran mayoría se localizan en las extremidades: pies, piernas y sobre todo por debajo de las rodillas. También pueden ubicarse en las extremidades superiores, en las manos, dedos y en los brazos. Las hemos visto, aunque con menos frecuencia, en el tórax, sobre la glándula mamaria o como complicación de un acto quirúrgico en abdomen.
—¿Cómo proceden frente a ese tipo de heridas?
—Hay que remover el tejido necrotizado e infectado. La combinación entre necrosis, que significa tejido muerto, e infección, es una combinación fatal. Por eso hay que remover todo lo que está muerto y todo lo que está infectado. Porque el tejido muerto carece de circulación sanguínea y el antibiótico solo no llega a los tejidos por esa vía.
—Por la descripción que usted hace de esta patología, ¿exige un esfuerzo adicional?
—Para atender estas patologías lo que se requiere es de un equipo multidisciplinario: cardiólogo, nefrólogo, diabetólogo, nutricionista. Cada herida es un mundo porque cada paciente lo es. Lo indispensable es hacer un diagnóstico preciso y estudiar los factores de riesgo de cada paciente ya que van a influir en su pronóstico. Por eso hacemos un abordaje holístico sin dejar nada afuera y se encara el caso de forma integral, ya que son patologías multifactoriales. Por eso, la nuestra se ha convertido en una especialidad. Yo fui uno de los primeros. En 2008 fundé un centro de heridas y un centro de medicina hiperbárica para tratar a las heridas con alta concentración de oxígeno en cámaras de oxígeno hiperbárico.
—¿Puede explicar este procedimiento?
—Se demostró hace muchos años que sometiendo heridas a una concentración de oxígeno muy alta, por un tiempo determinado, se estimulan positivamente todos los factores biológicos para curar las heridas. Son cámaras donde se introduce el paciente, quien se va adaptando progresivamente a la presión atmosférica indicada. Nosotros, en nuestra vida cotidiana, respiramos con 21 por ciento de oxígeno y la presión atmosférica a la que estamos sometidos es de 1 atmósfera. A esa presión atmosférica, en la cámara hiperbárica, la subimos a 2,4 hasta un máximo de 3. Son cámaras de plástico reforzado transparente que anidan una camilla cómoda. Son herméticas y se va aumentando gradualmente la concentración en un período de 10 a 15 minutos. Los pacientes permanecen dentro de la cámara por espacio de una hora y media aproximadamente. Nuestra concentración de oxígeno, en este momento, mientras hablamos, es muy probable que esté en 98 mm de mercurio, dentro de la cámara esa presión sube a más de 1.500. La cantidad de oxígeno se multiplica por 10 o 12 veces.
—¿Cómo evalúa los resultados obtenidos?
—Nuestro centro está ubicado entre los cinco centros más eficientes de Estados Unidos. Resolvemos entre un 95 y 98 por ciento de las heridas que atendemos, siempre y cuando el paciente no abandone el tratamiento.
—¿Cómo se hace para que el paciente adhiera al tratamiento?
—Hay que educar al paciente, comunicarse con él. Yo les pido a los pacientes que pasen a formar parte del equipo. Un equipo que va a trabajar para resolver su problema. Les digo: “Yo formé un equipo para usted. Tengo ya a todos sus integrantes y sólo falta uno. Si usted está decidido a formar parte de este equipo, le aseguramos altas chances de curación”. La decisión siempre es del paciente y de su familia.
Un hospital que nació de la solidaridad
El Eisenhower Memorial Center es un hospital ubicado en pleno desierto de Mojave, en Rancho Mirage, en el sur de California, a dos horas al este de Los Ángeles. Cuenta con algo más de 500 camas. Es un hospital privado que se construyó a base de donaciones de, entre otros, Dwight David Eisenhower, Frank Sinatra, Bob Hope. Ellos residían en la zona, en pleno desierto, para pasar el invierno del hemisferio norte y se encontraron con que no contaban con la estructura de atención médica en caso de necesidad. Eran personas influyentes a las que les costó poco ponerse de acuerdo para donar lo suficiente como para fundar un hospital, hace 42 años. Se mantiene con una férrea administración de sus fondos que se nutren del pago de los pacientes y de los seguros de salud. Todo el dinero que generan los profesionales de la salud en el hospital se invierte en él. El hospital es una sociedad sin fines de lucro y está al servicio de la comunidad.